martes, noviembre 11, 2008

Trencitas Rubias

Mateo Curttoni

Guitarras eléctricas afiladas como cuchillos. Gritos, bajo y batería martirizadores como los latidos del corazón de un hombre que corre. Sonidos secos y descarnados que rebotaban en las paredes húmedas y oscuras de hormigón y le arañaban los tímpanos. La lengua, el cerebro. A él y a los demás, ensordecidos en el éxtasis percusivo.

No esperaban otra cosa de una noche fuera. Tanto si la pasaban en la calle, con la helada, llenándose de cerveza y aullando a la luna como extrañas fieras de cuero asilvestradas por el asfalto, como si se sumergían en el estrépito y el calor sofocante de un sótano o un local, todo valía para ellos. Alcohol, bullicio y falta de pensamientos, una mezcla diabólica y embriagadora que a veces les hacía sospechar que esos tres elementos eran el barro con el que estaba hecho el paraíso. O el infierno. O los dos.

Al chico le valía con eso y, no se sabe cómo, logró apoderarse de un vaso de papel casi lleno de cerveza, bebérsela y volver a zambullirse en la masa que se agitaba al pie de la tarima antes de que al legítimo propietario le diera tiempo a protestar. Se dejó arrastrar por el baile alocado que ondeba sin compás con el ritmo insostenible de las balas del punk rock disparadas por los instrumentos, incrustaciones metálicas y destellantes que el sudor y la música había fundido con la carne.

Las sacudidas de los cuerpos y miembros estaban desacompasados. Un empujón demasiado fuerte le lanzó contra uno de los amplificadores y le agredió el delirio ensordecedor de unas notas crudas y hostigadoras. Al chico le entraron ganas de ponerse de cara a la fuente de esos sonidos para que la música le arrastrara de una vez por todas. Como por una explosión atómica, y a quién le importa, podría hacerlo, podría hacerlo y que les den por culo a todos, pero apenas se había formado ese pensamiento en su mente confusa cuando la ondulación de la multitud ya le había arrastrado lejos del amplificador, entre hombros, pelos, camisetas empapadas de sudor y caras pintadas y chillonas.

El chico se olvidó de esa idea y siguió como antes el ritmo general, bailando, sudando, gritando las palabras de la canción que recordaba e improvisando las que había olvidado. Le pareció ver agitarse el brazo de un amigo suyo en el fondo de la sala, en la orilla opuesta de la laguna frenética de cuerpos y sonidos en la que estaban sumergidos y devolvió el saludo sin parar de bailar. No tenía ni idea de dónde se habían metido los demás, pero la preocupación no le rozaba siquiera, eliminada de la cabeza por toda esa música que pegaba, gruñía, aullaba, ensordecía como un demonio artificial evocado por la banda que se movía en la tarima.

Brujos eléctricos, pensó, y soltó una carcajada innatural directamente en la oreja del chico que tenía delante, tan fuerte que el otro se volvió a mirarle, sorprendido durante un segundo y divertido el segundo después, y se unió a su carcajada.

Brujos eléctricos, qué buena idea, qué idea más cojonuda.

Buscó con la vista a sus amigos durante un momento, pero no consiguió localizarlos. De todos modos daba igual, porque a causa de un extraño encantamiento, al final de cada noche, por cargada de alcohol o droga que estuviera, siempre lograban encontrarse de un modo u otro. Así que se olvidó de ellos también y centró su atención en el escenario y los brujos eléctricos que (one, two, three, four!) acababan de atacar otra pieza, aún más cruda, rápida y sincopada que la anterior.

-¡EH! -gritó, cruzándose con el azul oscuro de los ojos muy abiertos de una chica rubia que bailana cansinamente junto a él, pensando devolverle un poco de energía con esa exclamación entusiasta y elemental-.

-¡EH! -repitió con fuerza. Una sonrisa torcida y extasiada le moldeaba los labios agrietados-.

Pero la chica ni siquiera contestó a la sonrisa y siguió bailando encajada entre los cuerpos. Su cabeza se bamboleaba hacia adelante y hacia atrás, azotando con sus trencitas rubias el aire frenético y lleno de humo, con los ojos muy abiertos, paralizados en esa expresión que parecía la única de su repertorio.

El chico arrugó la frente y sintió la tentación de acercarse a la cara de la chica, ponerle los labios junto al oído y repetir el concepto (¡EH!) con todo el aliento que tenía en el cuerpo. Pero quizá no fuera una buena idea. Puede que la chiquilla estuviera borracha perdida, o emporrada, o empastillada, vete a saber, y puede que tuviera un novio de un metro noventa, celosísimo, de esos que se mosquean por nada, y puede que el novio en cuestión interpretara su gesto por un intento de ligue y… no, mejor olvidarse de la chica, decidió, e intentó volver a cabalgar en la ola eléctrica de la música.

Pero le costaba recuperar el ritmo.

De pronto los empellones de la gente que le rodeaba ya no eran pasos de una danza tribal y liberadora, sino algo estúpido, desangelado, irritante. Se sintió desorientado.

Todo por culpa de la chica con sus trencitas rubias y sus grandes ojos abiertos de par en par, con esa cabeza que se bamboleaba y parecía que se movía sólo porque los que tenía a su alrededor se estaban moviendo, pensó el chico tratando de recuperar el entusiasmo que casi le había hecho estallar las venas hasta un momento antes. Inútilmente, Se le había escapado el rimo y hasta la música le parecía lejana ahora, pese al estrépito que llenaba el aire y le arañaba los tímpanos con garras ásperas de metal.

-¡A tomar por culo, joder!- musitó, bailando ahora ya sin el menor rastro de pasión. -¡A tomar por culo!

Volvió a mirar. Trencitas rubias, que parecía a punto de derrumbarse, una muñeca inflable pinchada que segundo a segundo perdía aire y vida y acabaría pisoteada por el público del concierto. Incluido él, probablemente.

Peor para ella si había perdido el ritmo, pensó arrugando la frente y dándole a la muchacha un empujón distraído. Ella por poco no le cae encima, con la cara tapada por la cascada de trencitas, zarandeando los brazos como si estuvieran vacíos, sin huesos, sin músculos. Una muñeca rota que evitó la colisión con él gracias al movimiento rapidísimo de un brazo que le pasó por la cintura y la volvió a enderezar.

Otra vez de pie, otra vez bailando con los demonios de rabia y adrenalina evocados por los brujos eléctricos que estaban sudando el alma en la tarima y (one, two, three, four!) se estaban tirando de cabeza en otra canción. Pero el chico apenas se dio cuenta, porque en la brevísima fracción de tiempo que Trencitas Rubias había apretado el cuerpo contra el suyo, él había tocado con su mano cálida y viva algo viscoso y húmedo y pegajoso y se había dado cuenta de qué era eso tan extraño, eso que no encajaba en ella.

El caso es que Trencitas Rubias tenía el vientre rajado, la piel helada y no bailaba como bailaban los demás, por la sencilla razón de que Trenitas Rubias estaba muerta.
Trencitas Rubias, joder, estaba muerta.

Y el chico se puso a gritar y a moverse entre los cuerpos resbaladizos de música y frenesí y recuperó la energía y el ritmo que poco antes creía haber perdido. Pero nadie pudo entender el verdadero motivo por el que se desgañitaba y se agitaba de un modo tan desesperado. Nadie. Porque había estrépito, alcohol y falta de pensamientos y la música les estaba empujando hacia una meta que sería idéntica y distinta para cada uno de los presentes, la cima de un paroxismo en el que los gritos de uno serian los gritos de todos, el placer de uno el placer de todos y la locura de uno la locura de todos.

Sin saber realmente por qué, el chico dejó que sus brazos se deslizaran alrededor del cuerpo frío de Trencitas Rubias y la estrechó. Notó el líquido pegajoso de la sangre que le había empapado el vestido, notó los pezones completamente endurecidos apretarle la camiseta, y notó el hielo de ese cuello en el que, a su pesar, sin saber por qué, estaba hundiendo la cara mojada por las lágrimas. Lloraba porque Trencitas Rubias estaba muerta pero seguía bailando, arrastrada por el ritmo general y la tempestad áspera y furiosa de la música. Lloraba, sollozaba porque Trencitas Rubias había sido tan bonita y ahora estaba tan vacía, sus intestinos se habían escurrido por la gran raja abierta en la barriga como la parodia de una vagina, de un sexo suplementario e inútil. Probablemente los chicos que estaban allí bailando le habían pisado las tripas sin darse cuenta, porque en un sótano donde se celebra un concierto de entrada libre hay tantas porquerías que nadie se preocupa de ellas. Pero el chico lo sabía, sabía lo que eran las cosas viscosas que había estado aplastando hasta entonces con las suelas de sus botas, y ese conocimiento le hacía derramar más lágrimas que le quemaban los ojos, y estrechar a Trencitas Rubias era como decirle no estás realmente muerta, todo esto no es más que una broma de mal gusto, una vez terminado el concierto podrás volver a casa como todos los demás, y dormir y soñar, de veras, de veras…

Fue entonces cuando se percató de que había recuperado el ritmo, abrazado al cadáver de la chica rubia. Casi le dieron ganas de reír, pero no se rió, siguió llorando y bailando agarrado desesperadamente a ella. Otras canciones se persiguieron por el aire, rompiéndolo y recomponiéndolo en imprevisibles rompecabezas, dibujando en él sonidos duros, concretos y reales, tan reales que casi parecían visibles con el ojo humano. Trencitas Rubias seguía bailando, Sostenida por sus brazos, que, quién sabe dónde, habían encontrado las fuerzas para sujetarla y llevar al extremo esa ficción de vida a la que alguien la había arrojado.

-Tú también lo has entendido, ¿verdad?

Las palabras le resbalaron por los tímpanos como algo viscoso y asqueroso, una legión de insectos que buscaba una grieta en su cabeza para entrar en su cerebro y empezar a roerlo.

Sin aflojar el abrazo helado de la chica muerta, volvió la cabeza hacia el lugar de donde le pareció que había salido la voz y le vio. A pocos centímetros de su oreja estaban los labios del chico que sujetaba a Trencitas rubias en el momento en que estuvo a punto de caerle encima. Era un chico como todos los demás, idéntico a él y a sus amigos (y esta noche quizá, después del concierto, ya no les encontraría).

El otro sonreía.

-Trencitas Rubias… La has matado tú.

Y entre sollozos ni siquiera estaba seguro de que el otro le podía oír.

-Sí, pero ella sigue bailando -contestó el chico sonriendo-. Ahí está la gracia. Estarás de acuerdo conmigo.

No tuvo más remedio que asentir, pues el sentido de lo que había dicho el asesino le estaba llenando la mente, la garganta, y la ingle como una marea sucia y asquerosa que subía y subía u subía, imparable.

-La has matado -sollozó sin parar de bailar, atado al cadáver de Trencitas Rubias-. La has matado.

-Sí -le dijo la voz acompañada de un aliento cálido y maloliente, directamente al oído-. Pero lo has entendido y no tiene sentido que sigamos hablando de ello, ¿verdad?

El chico movió la cabeza y vio que el asesino abandonaba su sonrisa para estallar en una carcajada. Algo helado y cortante le acarreró los dedos que estrechaban los costados de Trencitas Rubias y le arañó la piel. El chico sonriente dejó de reír, apartó un mechón del pelo de la chica y la miró directamente a los ojos durante una fracción de segundo.

-Ahora tengo que sacar a bailar a otra -dijo mortalmente serio-. ¿Le harás compañía mientras vuelvo con vosotros?

El chico asintió, lloroso, y no consiguió cerrar los ojos, aunque lo deseaba con todas sus fuerzas, borrar de su mente el rostro, los iris grises y espléndidos, las pupilas dilatadas del asesino. Asintió con fuerza y, hundiendo la barbulla en la piel fría del hombro de Trencitas Rubias, se mordió la lengua.

-¿Me lo prometes?

Una orden disfrazada de petición.

-Sí -lloró él. Una vez sellado su acuerdo supo que podía volver a esconder la cara en el pelo rubio de la chica y cerrar de nuevo los ojos.

Con los párpados apretados pero los oídos bien abiertos a los sonidos y los delirios de esa noche manchada de rojo, oyó cómo la banda se zambullía en los riff y los solos ensordecedores de otra canción (one, two, three, four!).

Entre las lágrimas se echó a reír y a reír, y sin dejar de reír estrechó más fuerte a la chica muerta y siguió bailando.

El concierto estaba llegando a su fin, el cantante del grupo que sudaba y rugía en la tarima maltrecha anunció que iban a tocar la última pieza y el chico abrazado a Trencitas Rubias volvió a reír, y siguió cuando (one, two, three, four!) los primeros acordes de la última canción arremetieron contra el y el resto del público como olas hambrientas de una marea de electricidad arrolladora. También siguió riendo mientras las notas de la última frase le cavaron surcos en la piel y en los pensamientos. Reía porque el asesino había desaparecido y él estaba abrazado a Trencitas Rubias, y reía porque no paraban de bailar juntos, como si la música no fuera a acabarse nunca. Reía porque los demás no podían entenderlo. Reía porque no tenía ni idea de dónde estaban sus amigos. Reía porque ya no le importaba nada.

Y sobre todo reía porque Trencitas Rubias, a pesar de a raja en el vientre, seguía bailando con él.

Y porque quizá nunca pararían, los dos.

sábado, noviembre 08, 2008

Que me hablen en metáforas, como dicen que hablan...

Ahora cito a Sabines sin problema. Mira cómo he cambiado.

Hace unos años había vuelto del trabajo a comer a mi casa. Me acosté en lo que se hacían las 3 de la tarde. Llegó la hora y seguía acostada, medio durmiendo, medio pensando "y si falto a la primera clase, y si también a la segunda, y si sólo voy a la optativa, y si no voy", mientras en la tele se veía el Conejito callado. Cuando estaba decidiéndome a dejar que las cosas pasaran sin mí, una voz desde la televisión me despierta diciendo: "¿No vas a ir a la escuela? ¿Por qué no vas a ir a la escuela? No puedes llegar siempre tarde. ¿Por qué eres tan irresponsable?". Si hubiera sido mi mamá, si hubiera sido el teléfono, si hubiera sido cualquier otra voz, hubiera seguido dormida, pero a la tele se le escucha y eso se sabe. Llegué a la mitad de la primera clase y a alguien le confesé: "vine porque el conejito callado me habló".

La semana pasada estaba en Budapest, después de unos días terribles en Alemania de donde no podía salir porque perdía trenes, encontraba sólo hoteles cerrados, caminaba de madrugada por calles solas y heladas y oscuras y nadie pero nadie me quería hablar si no me conseguía un curso inmediato e intensivo de alemán. Estaba entonces ahí parada en una plaza de reyes y héroes, muy cansanda y muy triste y pensando que todo, cualquier intento por grande o pequeño, como para qué, si al final nunca se deja de ser eso que se es, cuando volteo a un museo detrás de mí donde se leía en una manta grande grande "try again, fail again, fail better" y de pronto, esa cosa pequeñita y efímera: la felicidad. Así que esto es mi vida.

Todo habla. Todo comienza a hablar justo en el momento en que no queda nada más.

En Hungría me habló una manta como antes el Conejito callado me habló. Así que la lucha no es por dejar de ser lo que se es, sino por reconocerse, nombrarse, afianzarse. La lucha es por, a pesar de todo, ser.


Así que esto es lo que soy. No triunfo pero fracaso en cuantas formas posibles voy conociendo.

Tal es mi victoria.


Ever tried.
Ever failed.
No matter.
Try again.
Fail again.
Fail better.
(Beckett)


Ahora lo sé y me nombro. Soy la gran fracasadora. Y soy la mejor.

viernes, octubre 17, 2008

97% temores 3% algodón

¿Sabes cuál es tu problema? No. ¿Esas preguntas qué? Luego por qué uno no quiere a la gente. En todo caso, mi problema es que tengo tantos miedos juntos que no podría señalar una sola cosa que me asusta.

Sí, I'd trade all of my tomorrows for one single yesterday. Pero también todos mis presentes (todos, que no falte uno) por un mañana. Con que hoy no sea hoy, porque hoy es de transcursos, y pocas cosas odio (temo) más. How's it going to end? Brrr.

Ya me voy. Cual Simplemente María, al parecer. Sin caja de huevo Guadalupe amarrada con un mecate, pero sí con una maleta con birotes y tortillas que me fuerzan a llevar a cambio de recogerme en Amsterdam tras la advertencia de que nunca voy a encontrar la casa en un pueblo que ni sale en los mapas.

Bonita cosa.

En serio, bonita cosa.

Me gusta mucho el blog de Karla, me gustaría tener su capacidad de ver las cosas bonitas y nombrarlas así, sin buscar mucho más.

Eso quisiera hacer esta vez. Eso deberían ser los viajes. La belleza nomás. Pero no me pido que yo no sea yo.

¿Sabes cuál es tu problema?

No. Ninguno.

Estoy contenta, fundamentalmente contenta. Total, ¿qué es todo lo demás si ni siquiera lo puedo nombrar?


Pronto: vuelvo.

Chau.

martes, octubre 14, 2008

Kids will be kids

Siempre que mi amiga Gema conoce a una persona, de entrada declara: "es muy inteligente y tiene la piel muy bonita". Yo la escucho y espero. Sé lo que va a pasar. Eventualmente corregirá: "es un pendejo", y todavía hay que hacerle notar, además, que está medio cacarizo. No falla.

A mí no me cabe el siempre, pero de vez en vez pienso que algunas personas son diferentes. Mi eventualmente tampoco falla.

Al final, al fin y al cabo, la gente siempre es gente.

Y la gente siempre es medio pinche.



Sin novedad.


Because everyone else is boring (yes)
And because you're different (not)

martes, septiembre 30, 2008

¬¬ de la vida misma

Total que con la intervención divina de San Rafael, San Gabriel y San Miguel, sus arcángeles de confianza con los nombres preferidos de ayer y hoy, otra vez fue cumpleaños de mi papá, y ahí estamos festejando el hecho en el jardín cuando llega el momento de las fotos. "Una a nosotras", pido acercándome a Any, media hermana y rubia superior. Clic, hace mi papá con la cámara y observa en la pantallita cómo salió. "No, Nachieli (ajá, yo) salió mal, como con la cara chueca". Se repite todo, pero ahora ya no busco gestos fotogénicos porque no me gustó el veredicto de la anterior. "Ahora sí salió bien", dictamina. "A ver", y tomamos la cámara. Vemos la última: bien, normal. Luego la otra: también la veo bien, o sea, normal. "¿Qué tiene de mal la primera foto?", le pregunto a mi papá. La observa y aclara las dudas

- Pues ve nomás, ¿por qué torciste la cara así?

- Estaba sonriendo

- Ah...

lunes, septiembre 22, 2008

Culpo a todo

Primero Isis que me dice que "nadie en Guadalajara tiene un blog como Diario en el estricto sentido" y yo le digo "¿y el mío?" y ella me dice "no, no, no". Bu, esto es un Esporádico.

Luego Pirer con la de que "han pasado tantas cosas en los dos años que llevamos de conocernos". ¿Tantas cosas? No.

Un buen resumen de casi todo además del bichito: conocí algunas personas bonitas, perdí otras, aunque no tan bonitas de cualquier modo, sufrí dos veces mi gran resfriado anual, pedí la beca de la Fundación, no me la dieron (mrrrg) y usé el dinero que iba a gastar si me la daban en vivir allá en pagarme un viaje al que todavía no me voy pero ya sufro como si hubiera regresado y todo hubiera salido mal (same old me again today).

Ya no voy a Paris sola, pero a cruzar Alemania y hasta Viena sí. Even worse. Todo cambio me parece peor, más amenazante y abrumador. Tal vez no lo es y probablemente ni siquiera me lo parece en realidad. Pero el discurso y la congruencia, por favor.

A veces estoy contenta y a veces no. Todo eso ha cambiado en los últimos dos años. Espera. ¿Todo eso? No. Sigo estando de hueva y eso sigue sin parecerme mal.

Por una parte, se sabe por experiencia, "hay personas tan inmutables que los llegas a odiar, como llegas a odiar el contenido de un ipod nano". Pero la verdadera desgracia: no tengo cable para pasar canciones y esto se aparece como algo imprescindible (tremendeando ando). La canción. No está buena la historia de cómo Space Oddity sabe algo que yo no sé, pero está bueno que lo sepa y que yo sepa que lo sabe.


Cosas por arreglar y listo. Nimiedades, just keep on moving.


Y, básicamente, ya.



Can you hear me, major Tom?

No.

lunes, septiembre 08, 2008

Start spreading the news...

Ante la posibilidad de tener que estar sola en Paris se me vienen encima mis dos años y medio de clases de francés que gasté en aburrirme, pensar "ya me quiero ir, ya me quiero ir, ya me quiero iiir" y de las que sólo aprendí a registrar la palabra "dernier", ante la que salivaba porque fuera lo que fuera, era lo último y no podía estar mal.

En estos momentos y gracias a mi conocimiento con calidad de perro pavloviano (renombremos la cobardía, culpemos) no registro más emociones que el espanto babélico, el horror, la mutilación.

Elegante y distinguida solución al todo: elaboración de listas de los montones de cosas que pueden salir mal. Podrán destruírme pero nunca tomarme por sorpresa.

Mjá.

¿Y zi mejod la pateo?

sábado, septiembre 06, 2008

Sin marinero y sin capitán

fue por una rubia loca
que bailaba sola hasta el amanecer*


A lo mejor está mal hablar de Rayuela, y a lo mejor está mal pensar que está mal hablar de Rayuela y así me puedo ir para atrás para atrás hasta que no pueda ir más lejos y me caiga de espaldas, lo que, se sabe, es la posición más cómoda. Lo sabía, al menos, la tía en dificultades, la tía explicada o no.

En momentos como este ya no me acuerdo por qué está tan mal referir a Cortázar, por qué hay que admirarlo sólo a hurtadillas, y pienso que tal vez es algo que me he impuesto yo, tan encasillada en mi compromiso con lo abstracto. Lo que sí recuerdo y sin talveces en momentos como este es que habemos algunas que nunca seremos La Maga.

Pero, quizá lo sepa y se me va olvidando, desconozco si esto en realidad me importa ahora o es simplemente un hecho que conozco y dejo que se me escurra con los días. No seré nunca La Maga ni seré hermosa ni seré un gato o un perchero brillante y funcional en la esquina del salón. Me importa o no. Voy decidiéndolo con los días que se me escurren. Un día sí, otro menos, después quizá otra vez, ya no lo puedo saber. No soy tu bicho. Lo que hago es ir ocultándolo y ocultándome en disculpas, en estas apologías de mí misma que son tristes tristes y que son todo lo que soy: explicaciones de mis carencias que me entristecen pero no me importan y se lo voy a repetir otra vez.

No soy La Maga ni Hélène y ni siqueira Estefanía, porque al final no tengo ni argumentos ni maravilla para salir victoriosa por una vez en guerras a las que nadie me llama y en las que estoy sólo yo, menudo rival, para vencer.

No perdonamos ser como somos, y yo me conozco, me sé, me he visto, y finalmente eso es lo que duele más.

A nadie voy a engañar.

*Siempre todo lo mío parte del mismo lugar. Mi tristeza, que se siente como un saquito de garbanzos hervidos guardados detrás de las costillas, es la misma tristeza que era la mía hace 5 y 10 y 15 años atrás. Sé que nunca voy a ser La Maga, pero algún día, hoy no, voy a poder sentirme orgullosa de serme tan fiel, tan leal.

domingo, agosto 03, 2008

Se estira hasta el infinito

Los años de blog deben ser como años de perro. A estas alturas mi blog es un hijo drogadicto que no se baña, que exige, estorba y no hace nada para bien, y a veces quisiera que no hubiera nacido o decirle fuiste un accidenteeeh, pero lo reconsidero: se parece mucho a mí y me recuerda cuando era joven. Y ya con nombre, cómo no quererlo, cómo devolverlo. Además tiene mis mismitos ojos de topo. (¿Ya llevé la analogía mucho más allá de donde era posible? Long ago.)

Pinche blog.

Pinche gente (eso qué, pero lo quería decir porque nunca está de más).

Y esto de las notas de Ciorán:

Albert Camus se ha matado en un accidente de coche. Ha muerto en el momento en que todo el mundo -y tal vez él mismo también- sabía que ya nada tenía que decir y viviendo tan sólo podía perder su desproporcionada, abusiva -ridícula incluso-, gloria.

Nadamás.

domingo, julio 13, 2008

Likes/dislikes en bicho time

No me gusta pensar que los tres bichos aparecidos en distintos escenarios de mi por demás pulcra casa han salido de mi cuarto, como afirma mi mamá.

Sí me gusta pensar que de ser entera mi casa, y no sólo mi cuarto, todo estaría muy limpio y ordenado y nunca, pero nunca, al buscar algo, cualquier cosa, lo encontraría debajo un zapato negro de tacón (?) que yace sobre papeles con teléfonos y cantidades con $s pero que no dicen de qué son (??) que yacen sobre un par de calcetas verdes escolares (???) que yacen sobre libritos de discos de LOTR (????) que yacen sobre unos audífonos con las puntas peladas (?????) que yacen sobre tres hojas rasgadas de un libro de cocina (??????) que yacen sobre una blusa rosa brillante con estrellas doradas (en serio: wtf) que no sé de quién es o recuerdo cuándo la compré o, lo más intrigante de todo, por qué, la cual es decorada por una palomilla muerta y un aplastadísimo chicle bubaloo de piña enchilada que me dieron de cambio en el oxxo, quiero creer, ya en los albores del dosmil.

Pero como el chicle sigue empaquetado y su mielecita no se escurrió siento que la suerte me sonríe, y que con ayuda de eso y mi buena voluntad, de ser mi casa entera y no sólo mi cuarto, todo estaría muy limpio y ordenado.

No me gusta pensar que eso no va a pasar y que el siguiente chicle sí se reventará.

Pero lo pienso.

*sigh*

lunes, julio 07, 2008

Les nombro caballeros

Si los historiales limpios son de enorgullecerse, yo puedo vanagloriarme y mucho de tener, al menos, un historial (casi) limpio de premios. Entre la mala suerte, la poca gracia para las muchas cosas y la decisión por los anteriores citados de no participar en nada, sólo una vez en mi vida conocí la gloria de ganarme algo. En segundo de primaria la copetoncísima teacher Terry se montó un concurso intersalones de dibujo de una casa, en el que el mío, mi dibujo, resultó ganador porque tenía una alberca a la que una mujer del tamaño del árbol a su lado (una cosa de perspectivas muy acá) se lanzaba con un traje de baño a rayas. Me gané un chocolate y el honor de que mi dibujo quedara mostrado en el corcho de los honores por, eh, un día o algo. Después de eso nada.

Nada. Hasta ahora. La chica del blog de los secretos deseos del alma, los ondinnok, y cuya dirección es por demás trabaléngüica pero ante la que vale la pena el esfuerzo tecleador, bandalakalevala, le otorgó un premio a este Impecable y Diamantina, el cual, no obstante, lleva su cobro kármico, pues por recibirlo tengo que pasarlo a otros siete blogs de mi preferencia, lo que hago a continuación porque aquí creemos en todo, especialmente en seguir las reglas. La anarquía es muy de los ochentas.

Como ya he citado y linkeado montones de blogs, voy por siete que no he dicho tanto, viva la novedad.

1.- Balacera*en_las+neuronas. ¿Cuál es el problema con esta niña? Es tan jovencita y es una chingona, eso no es normal y lo envidio, porque "yo a tus años... blergh", pero lo celebro. Posts muy largos pero cotidianamente maravillosos. A mí me despierta especialmente una deliciosa nostalgia escolar. La escuela *sigh*. Estúpida vida después de los estudios. Nadie se arrepiente de leerla, cross my heart hope to die.

5.- Ciega a citas. El blog novela más maravilloso del universo. Ya se acabó hoy y estoy medio de luto, con ese vacío de las cosas que se acaban. Una necesita sus ficciones. Cuando la novela rosa es pateada en el trasero por el humor da como resultado esto. Si es real o era todo inventado a mí me viene dando lo mismo, fue grandioso y fue mi blog favorito del universo en los últimos meses y ya se acabó y sob.

4.- Evasión total. A Miss Eva sí la he mencionado mucho aquí pero ¿y qué? Es mi amiga y la menciono mucho si quiero. Además es un blog hermoso, cuidado y que no se deja de actualizar. Tampoco se arrepiente nadie de leerla.

6.- Rojo40. El bloguero nuevo más entusiasta de la historia. Pone como 15 posts por día, todos buenonditas y graciosos. En las primeras semanas se hizo de haters católicos furibundos, así que nada puede ir mal con este blog.

3.- The wini years. Quiero que sus autoras me hagan un hijo. Nadie debe fiarse del último post, que es largo y azotoso, ha tenido momentos mucho mejores que eso, lo juro.

2.- Su alteza princesa gato. Porque la vida debería ser etiquetable, así yo podría usar en dos de cada tres hechos de la mía esa frase con la que ella clasifica algunos de sus posts: "la prueba inequívoca de que valgo verga". A veces me gusta más, a veces menos, pero esa constancia por la que cada que entro a su blog hay algo nuevo es lo que me maravilla. Además, todo le vale madres de entrada y no obstante da cuenta de que hay cosas que irremediablemente van en serio. Es graciosa, es muy coloquial, sus posts tienen toda la oralidad que puede haber en un discurso que se acomoda perfectamente al concepto que mejor me parece de un blog, y a mí también me gustan las fotos de muertitos, psqué.

7.- La gracia de dar las gracias. Post cortitos con imagenes de ex votos chingoncísimos. Este blog vale un montón la pena y además uno aprende cosas por demás importantes y que se pueden necesitar en cualquier momento, como a quién encomendarse para matar a tu marido y que no te agan nada. Oh, Dibino Rostro, protégenos.

Bonus: La isla a mediodía y Cierra la puerta al salir. Demostrando que las Lilianes son la pura neta quedan como muestra estas dos. Lilián, la primera, es graciosísima, no cabe en sí de ingenios, y Lilián, la segunda, es hacedora de posts encantadores que me gustan especialmente por los tapatiísmos y letrismos a un nivel que casi azota pero siempre rebota en el buenhumor. Debe ser una cosa con el nombre. Hum, algún día se enfrentarán a mí y... eh... Graciela Beltrán.


Y bueno, que les tengo que avisar a cada uno, cosa que no sé si vaya a hacer, porque no creo en la anarquía pero tampoco en la sumisión. Así que si acaso pasan por aquí, lo que corresponde es hacer esto que yo hice, pasarlo a siete y al que le caiga le hiede.

Reagradecimientos a Bandala. Salú.

lunes, junio 23, 2008

A veces vuelven

Mi abuelita tiene 95 años y casi todos los días los vive tranquila, con normalidad, pero algunos domingos lluviosos, después de la misa en la tarde, confiesa que está enojada "porque hoy Cruz no me llevó a pasear", y no es sino hasta que alguna de sus hijas le recuerda que Cruz, su esposo, está muerto desde hace medio siglo que perdona, comprensiva, "ah, bueno, entonces está bien". Otras veces llora con desconsuelo al darse cuenta de toda su gente muerta, y ante el saber que su madre también se fue ya se desespera al no poder comprender ahora ella quién es, habiendo perdido ese primer arraigo personal. Cuando terminan esos momentos de confusión o, quizá demasiada, proverbial lucidez, sigue con sus 95 años pero todo vuelve a lo normal.

"Yo me llamaba María de los Dolores, que es muy feo", cuenta, "pero cuando las actas se desaparecieron y las tuvieron que rehacer, me lo cambié". Se puso entonces sólo María Dolores, como para liberarse un poco, para ya no pertenecerle a ese mal que carga en el nombre.

María Dolores me quiere mucho, lo sé porque me dice que soy muy bonita, me regala cosas que pepena de lo que las visitas olvidan en su casa y siempre me recuerda que todos los días, sin falta, le reza a San Juditas para que yo me case, no me vaya a quedar.

Habiendo nacido pocos días antes pero 70 años después que ella, ahora no hablamos mucho ni nos entedemos ni lo intentamos, pero en esos domingos lluviosos en que cuenta que en sueños su esposo, su hijo, sus hermanas y todos sus muertos vienen a buscarla y cuando despierta no le queda más que añorar, hablamos, la entiendo, lo intento un poco más.

Ella dice que está cansada y, ahora sí, lo que nunca antes, quiere morirse, y yo me averguenzo de mi propio cansancio, de mi ridícula languidez vital tan injustificada ante sus 70 años más de aguantar.

En esos domingos lluviosos en que mi abuelita se enoja porque sus muertos no la visitan, yo la acompaño, hablamos y poco a poco nos va cayendo el silencio, pero no como un peso, sino como una respetuosa cortesía a lo que ahí va a ocurrir. Sé que ella llama a la muerte y yo la acompaño, sé que la espera y yo la acompaño, pero por una vez, sólo por esos momentos y por algo que quizá lleve el nombre de admiración, no me alcanzan las manos para enumerarme razones para no estar tan triste, tan harta, tan gastada apenas ahora, tan pronto. Y es entonces cuando soy un poquito más feliz, porque ese momento, esa espera pacífica, necesaria, tiene más valor que todos mis lamentos. La amarguez me la guardo, ella llama a la muerte y yo sólo la acompaño.

martes, mayo 20, 2008

Lo que pasa después de lo que queda

Al principio estaba el furor por el internet, pero eso se acabó junto con los 90. Empezadito el nuevo milenio sentí que eso ya no era divertido, y casi como guardando luto por la muerte del Napster, dejé las computadoras de lado y me dediqué a otras actividades papamoscas variadas. Tan así fue, que de entonces y hasta la mitad de la carrera mi relación con ellas se manejaba sólo en tres niveles: escribir tareas, googlear las tareas que me daban hueva para hacerlas parecer escritas por mí y jugar solitarios para evadirme de los dos niveles anteriores. Nada más. Luego vino el blog, y vino justo mientras buscaba algún trabajo hecho para no hacerlo yo. Por ese tiempo, además, me conseguí una beca-de-infierno para trabajar en la universidad a cambio de cacahuates, sonrisas y un cheque-insulto que me puso de nuevo frente a la computadora todas las mañanas de todos los días. Lo nuestro, eso terminado en los 90, volvió a comenzar.

El blog era grandioso en sus (y quiero decir, claro, nuestros) inicios. Ya no lo es.

Si me pongo a pensar en esto es porque cuando le enseñé a Carolina el twitter me dijo "pero es como para gente que se la pasa en la computadora" con el mismo desdén con el que me dijo que esa mamada qué cuando le enseñé el blog.

El twitter me deja ese gusto a buena y vana diversión mientras paso todas las horas que paso, y de cualquier forma pasaría, en la computadora, como antes el blog. Tiene ese saborcito a inmediatez, a sinceridad, a simpleza, a estarlo pasando bien.

Sí, es diferente, cuando empecé con esto estaba segura que nadie lo iba a ver jamás, porque no, qué indignidad. Después algunos amigos conocieron el blog y yo conocí por el blog a algunos amigos. El twitter me viene más como un chiste local, como un buen chiste local que me entretiene, que me da el placer voyeurista inmediato y breve de personas sobre las que hace tiempo sé, que de pronto me emociona, que me nostalgia, como ahora, también.

Este Impecable y Diamantina, que su nombre hermosísimo siempre me lo pareció y es lo único que aún sostengo, me dio personas con las que de otro modo no me iba a topar y que ahora agradezco como lo que más, me dio viajes, encuentros, momentitos breves y momentitos más largos, me dio el placer del drama, me entretuvo y todo lo demás que ahora el twitter, pero, y ni siquiera sé cuando, se acartonó. No quiero decir que se acabó (no sería cierto, además, me conozco, me sé).

No sé si valga contar como nostalgia verdadera esto que me viene hacia los tiempos perdidos en la computadora, este sentimiento ante los años del blog. Tal vez sea sólo esa picazón que se despierta ante la parodia del eterno retorno.


Sé que algo es. Sé que algo hay.


El rey ha muerto.

Que viva el rey.

jueves, mayo 15, 2008

Te doctor is in

Que aunque me quejo de que la gente ande por ahí proyectándose en todo, lo hago, por eso de las pajas y las vigas, ¿por qué no? Ni que yo no fuera otra de ustedes, los demás.

Gracias Lucy, eso debe ser.





Lucy: Are you afraid of responsibility? If you are, then you have hypengyophobia.

Charlie Brown: I don't think that's quite it.

Lucy: How about cats? If you're afraid of cats, you have ailurophasia.

Charlie Brown: Well, sort of, but I'm not sure.

Lucy: Are you afraid of staircases? If you are, then you have climacaphobia. Maybe you have thalassophobia. This is fear of the ocean, or gephyrobia, which is the fear of crossing bridges. Or maybe you have pantophobia. Do you think you have pantophobia?

Charlie Brown: What's pantophobia?

Lucy Van Pelt: The fear of everything.

Charlie Brown: THAT'S IT!



***

No tendré una solución, pero tengo un problema, no se podrá decir que no llevo un avance. 50/100.

En más de:

Cosas en las que apesto

* Jugar Resident Evil
* Postear todos los días

Ya, me doy.

Todo mil, yo cero.

lunes, mayo 12, 2008

Antes era chévere (not)

Tenía 16 años y, como toda víctima de la angustia adolescente, escuchaba mucho a Alanis Morissette. Con Unsent siempre me preguntaba si ella, de pocos años más que yo y tan fea (también), habría de verdad tenido tantas relaciones significativas o sólo era una ficción para tener de qué cantar. Entonces me parecía grandiosa su carta no enviada a Jonathan, la idea de una relación así para lamentar. Tenía 16 años y el cazar razones para el lamento me parecía muy chic.

I used to be attracted to boys who would lie to me
and think solely about themselves
and you were plenty self-destructive for my taste at the time
I used to say 'the more tragic the better'

Ahora que me reencuentro con Unsent, puedo decir probadamente que aquel deseo al cumplirse no es ni grandioso ni chic, que tiene de bueno solamente el hecho de hacer las únicas despedidas que sí son una fiesta, y que, incluso, la idea de que alguien wouldn't let me get away with kicking my own ass que entonces me parecía tan ñoña ahora es bien deseable.

Ha de ser la edad.

(Claramente mi adolescente iracundo se asquearía de mi adulto contemporáneo si tuvieran que encontrarse. Me alivia que se mantengan uniformemente distantes, que no se pruebe la alta traición.)

jueves, mayo 08, 2008

Y, se sabe, los fines de semana no cuentan como días y cualquier nimiedad sí cuenta como post

miércoles, mayo 07, 2008

Pero nunca dije que los diarios serían en tiempo real

martes, mayo 06, 2008

Sólo que sea por eso (??? mode on)

Voy al oxxo a comprar cigarros. En el mostrador un borrachito y uno de los gemelos dependientes debaten con tono de mucha seriedad sobre la Biblia.

Borrachito: pero lo que yo le digo es, si la Biblia es una traducción, ¿cómo sabemos que nos están diciendo la verdad los que tradujeron ese idioma antiguo que nosotros ni conocemos?
Dependiente: ah, claro, es que para eso está el Nuevo Testamento

Y el borrachito se queda muy lacio, como digiriendo una no tan clara pero pesada verdad que está muy dispuesto a aceptar, con la frente apuntando hacia los tequilas baratos de medio litro y la mirada perdida atravesando al dependiente.

Yo me regreso al trabajo con mis cigarros, lacia como el borrachito, pero sin ninguna comprensión.


Ha de ser que todo es más fácil cuando el absurdo se asimilia con naturalidad. Eso ya lo perdí. Y ahí voy, sintiéndome como las luces de la calle que aparecieron en una foto de Isis cual señal divina de algo (pero ¿de qué? ¿de qué?).





No entiendo.

Ya no.

lunes, mayo 05, 2008

De motivos (desmotivos)

Extraño por necedad y escribo por envidia.

Tendría que reformular mis motivos. Ponerme a leer o (¿y/o?) a vivir, pero mnah. Me obstino.

Nada me parece más vulgar que escribir sobre escribir. Quizá escribir sobre la vulgaridad de escribir sobre escribir. Ad nauseam.

Y extraño. Por necedad, por ocio o por vicio.

Y escribo. Por envidia, por cobardía o por comodidad.

Igual extraño e igual escribo (aunque ni de eso ni de esto hablo; tengo principios).

Y extraño. Cuando no están o se van los que estaban y veo huecos y reconozco ausencias y fabulo espantos.

Y escribo.

Me sé. Qué necia, ociosa, enviciada, envidiosa, cobarde y comodona. Sin novedad.

domingo, mayo 04, 2008

El fin de la parálisis

Lo que hubiera comentado a un post de aquel blog que sí está pero ya no existe; lo que ya no pude decir, porque en mi casa no reviven los muertos:



La vida no es un ensayo, aunque tratemos muchas cosas; no es un cuento, aunque inventemos muchas cosas; no es un poema, aunque soñemos muchas cosas. El ensayo del cuento del poema de la vida es un movimiento perpetuo; eso es, un movimiento perpetuo.

Augusto Monterroso



Y entonces es recordarlo todo, revivir la emoción de los primeros encuentros con esos paraderos. Volver a pararme plena de inocencia frente a la literatura (que me arde de pena ajena y propia nomás de nombrarla por lo que hablar de eso implica) y ver lo que es, lo que abre, lo que representa: las letras que no sólo reúnen nombrando lo que hay, sino que son, que explican, que (re)hacen la vida.

Pocas cosas como el escalofrío de una frase que abre un hueco en el transcurso del tiempo, donde las palabras son algo determinante, revelador. Pocas cosas como la fuerza de un "eso es", ojos que al fin ven; todo lo detenido vuelve a caminar con la libertad de la comprensión.

Eso es, un movimiento perpetuo.

sábado, mayo 03, 2008

La fe que no me tengo

Y nada más porque apenas van tres días de mayo y nunca había empezado tan a tiempo (porque el post que cubrió abril en realidad fue del primero de mayo; maravillosa la trampa del presente versátil la del blog) va un post diario hasta que se acabe el mes.

Porque sé que no puedo.

Sólo por eso.

viernes, mayo 02, 2008

Borusitas Mi Alegría

De la vida me gustan sus fiestas, aunque sean sólo para cubrir al silencio. Porque también me gusta el silencio. El que es dulce, pacífico, verdadero, la zona de confort donde sola o contigo o contigo me tiendo. Lo demás es otra cosa, quizá vacío, y de eso me desentiendo.

De las esperas me gusta que no necesiten asirse del tiempo. Que no desesperen, que no lleven miedo ni incertidumbre, que no presionen y que en su desapego, al final, en un final que no tiene aviso y sin embargo es claro y es, a la vez, comienzo, encuentren lo mejor, lo perfecto.

De la perfección me gusta lo subjetivo, que cada día es diferente, maravillosa, nueva.

De los encuentros me gustan las tardes frescas, las noches que se vuelven días en los que parece ir toda la vida; las casas que se ofrecen, los caminos que se construyen cuando, por lo mejor, se improvisan, las personas que hacen conmigo todo esto.

De las personas me gustan las que se quedan. Nada más fácil que irse; como la muerte, simplemente ocurre o se comete, sin gracia ni esfuerzo. Hay algunos que se van por circunstancias; después, siempre vuelven. Y de los que parten por pie, de esos, si los vi, ni me acuerdo.

Del futuro me gusta su dulzura, cómo se deja malear para trazar el sendero a un destino que, yo creo, inminente. Cómo nos deja causarnos, en equivocaciones y en aciertos acontecernos. De la justicia me gusta que sea inexorable, el pago y el cobro exacto, sin errores ni vueltos, todo lo merecemos.

Y de escribir me gusta, sobre todo, tener todas las palabras para poder hacerlo, para aprehender la vida, mi vida, cuando quiero, para recordar que estuve de fiesta y no lloré lo perdido. Me gusta creer que la poesía se crea y se trascurre, se observa, y que nada hay más corriente que querer forzarla y pronunciarla. Me gusta saber que yo sólo escribo recuerdos.

miércoles, abril 30, 2008

Transmitiendo desde el primero de mayo

Ahora sí:

¿quién me ha robado el mes de abril?

viernes, marzo 21, 2008

Me ofende la campechanía con la que me dicen que ya pasé del invierno a la primavera.

Ciertas cosas no son como la vida.

Como la vida.

sábado, marzo 15, 2008

Otras formas de combatir la gran tragedia


Tome todos los días un baño con Sandro como observador, quien que desde su posición desafiante le dirá "qué pues qué pues? qué pasó mi valedora? si aaal finaaal la vida sigue iguaaal... eh!"




eficacia comprobada
el todos en "todos los días" es relativo

Diagnosticando ando

Depresión post parida

Hope junkie (enjuague, exprima y extienda)

The mask I polish in the evening by the morning looks like shit

Una poetisa (seguramente) llorosa y lastimera escribió como nota suicida: Estoy tan bonita que es una lástima, y a mí (seguramente) llorosa y lastimera (aunque, por fortuna, no poetisa) la frase me explicó la vida hasta entonces vivida.

Yo lo pensaba cuando tenía 15, y 16, y 17. Y aunque ya no persistentemente, cada que me derrotan lo vuelvo a sentir igual.

Ante tal situación se me ocurre una única solución: dejar atrás la sensación de que merezco más. No es la certeza, no es el conocimiento, sólo la idea constante que me pregunta siempre que por qué, que hasta cuándo, que quién entonces, si nunca es yo.

La tristeza no radica en lo perdido, en la contemplación de todo lo que se destruyó. La tristeza, la mía, está en saber que no se necesitaría cambiar más que algunas palabras, un movimiento, llevar acabo alguna simple acción que lo salvaría todo. Si es tan fácil, casi fortuito, si el camino está hecho; la idea persistente, la sensación de que merezco más no deja de preguntarme por qué por qué por qué no.

Salgo para quitarme el sentimiento, para ver si dejo de esperar esas palabras, ese movimiento, la simple acción. Algunos pasillos son más largos que otros. Mis puertas se abren todas a la decepción, pero puedo pensar, y lo pienso, que esto es demasiado, y después de todo es imposible pararse sobre esa idea con la seguridad de estarse sosteniendo en lo cierto. ¿Cómo tomar en serio que una puerta dé a la tristeza cuando el arquitecto la abre al pasillo? Además, ¿cuánto tiempo puedo estar afuera? ¿Qué tan lejos puedo caminar, hasta dónde que no me acompañe la desolación del no?

Al regreso sólo me queda un "hasta aquí dejo de creer en las segundas personas". Pero lo digo como cuando sé que no digo una verdad. Si lo único que he aprendido es a confiar, a esperar. Ya sé que es inmortal, y que si somos algo, somos esperanza de algo.

Este es mi dolor: lo único que tengo es lo único que aún puede detonar mi tragedia personal, incontrolable, incluso aburrida, siempre la misma.

Mis carencias, mis derrotas, mis desprecios, mis olvidos: esto es lo que soy.

Antes quería ser feliz, ahora quiero dejar de querer ser feliz. ¿Hasta cuándo voy a poder creer que está bien estar destruída, sentir que todo está perdido y ver como verdad que me desperdicio buscando salvarme a mí, salvar a alguien, salvar algo que me dé razón en pensar que la vida que se escucha en los rumores es una posibilidad? Yo ya sólo quiero perder la fuerza, los ánimos, el ánima, la fe en las personas. Yo quiero desesperanza, yo quiero no querer, yo quiero no creer.

Se sabe: me acabo con este vicio de la esperanza, y sin embargo, nunca voy a dejar de caer. Mañana todo va a estar bien y luego se repite otra vez.



And I'm not sure what the trouble was that started all of this
The reasons all have run away, but the feeling never did
It's not something I would recommend, but it is one way to live
Cause what is simple in the moonlight by the morning never is

viernes, marzo 14, 2008

Conejos en la lavadora

If there's no one beside you when your soul embarks...


Si algo me enseñó este viaje

fue que las ardillas no pueden estar más obsoletas.


Los conejos vienen muy fuerte para esta temporada.


Me disculpo por la culpa cargada sobre el año rata.
Y dejo de confiar en desconfiar.

miércoles, marzo 12, 2008

Mejor que un intérprete

Profesión: Sobreintérprete

El futuro de la comunicación.

lunes, marzo 10, 2008

Paré de sufrir

De verdad.

Soy mucho mejor persona de lo que creen, de lo que parezco, de lo que me esfuerzo, de lo que probablemente alguna vez verán. Pero lo soy.

No fui a Pare de sufrir, pero ya paré de sufrir.

***

Well, I don't think that I ever loved you more / than when you turned away, when you slammed the door, / when you stole the car and drove towards Mexico. / And you wrote bad checks just to fill your arm, / I was young enough, I still believed in war.

I'm glad you got away but I'm still stuck out here...

And I never thought this life was possible. / You're the yellow bird that I've been waiting for.

The end of paralysis, I was a statuette, / now I'm drunk as hell on a piano bench / and when I press the keys it all gets reversed. / The sound of loneliness makes me happier.

Quién quitase y Dios quisiese

Posiblemente me azoto más de lo justo. Posiblemente me siento muy agredida donde nadie me está agrediendo. Posiblemente las personas piensan que me azoto más de lo que me azoto en realidad. Posiblemente las mismas no se dan cuenta de lo muy agredida que me siento cuando ni siquiera me están agrediendo, posiblemente.

Pero todo esto es cosa de probabilidad. Capaz que sí me agreden y capaz que no me azoto lo suficiente.

(aquí noté que no sé la diferencia entre lo probable y lo posible, o que probablemente no tengan diferencia)

Otra que tal.

Creo en el poder de la mente sobre las enfermedades virales pasajeras: si pienso con mucha fuerza que no están, no se agravan y terminarán por irse antes de que me acaben por no cuidarlas. Si ya sobreviví al frío de la noche anterior (vi una rata y vi la muerte, y por más que me concentré en los mensajes mentales, nunca llegaron hasta la Luz para que encendiera el Calentador).

En lo literal y en la metáfora: Ya tengo muy poca Voz.

Grandes anfitriones y grandes compañías, pero justo en este momento no sé por qué se siente todo tan dado a la tragedia, al desperdicio, al caso perdido. Debe ser El Mal. O, probablemente, debe ser que sí sé, debe ser que simplemente
maybe *evidentemente* I'm just trying too hard

jueves, febrero 21, 2008

El fin de la fiesta

... los que somos tristes llegamos a tomar esa conciencia, entendemos que estamos solos, que todo lo que hagamos por dejar de sentirlo son sólo fiestas para cubrir el silencio. Sin embargo, yo, siendo triste y sabiéndome sola, tengo aún la esperanza puesta en, y es casi la seguridad de que, por justicia, tiene que haber algo más, aunque sea momentáneo, aunque sea de horas, brevísimo, fugaz, un instante terriblemente dulce donde no estemos solos, un instante de hablar, uno que valga por todo el tiempo de vacío, de descontextualización, de sentir que nunca nadie entendió nada. Tiene que haber, al menos la esperanza. Son cosas que te ayudan a vivir.

El presente no lastima, se le vive y nada más, pero de pronto, en alguna tarde desocupada, caen sobre el pecho los recuerdos, lo aplastan, es verdad que algunas veces es más difícil respirar el aire de siempre, el de los días tan acostumbrados a pasar con naturalidad. Todo se detiene.

No me alcanzan los brazos estirados para medir el dolor, no me alcanzan las palabras para lamentar tanto amor desperdiciado.

Es una lástima por la fe y las ganas de creer muertas y enterradas en tierra árida, donde ni los cadáveres florecerán.

Al volverlo a pensar, la idea, de tan triste, de tan inútil, me supera y me impide incluso los intentos por vengar todo lo dicho que demasiado pronto se descompuso, que no sirvió.

No me alcanza la tragedia para cubrir la imposibilidad de que por una vez algo sea verdad.

Invariablemente la fiesta se acaba.

Y tiendo mi luto sobre la honestidad, sobre la fe, sobre el amor, sobre las palabras burladas por la única verdad (que toda otra verdad no es sino un hablar por hablar).

El resto es silencio.

martes, febrero 19, 2008

miércoles, febrero 13, 2008

Nadie encendió las lámparas*

Veo un foco y es como la vida.

Me acuerdo de una parte del cuento de Felisberto Hernández (Nadie encendía las lámparas)

Los invitados empezaron a irse. Y los que quedamos hablábamos en voz cada vez más baja a medida que la luz se iba. Nadie encendía las lámparas.

Yo me iba entre los últimos, tropezando con los muebles.


que leí por algo de Vila Matas (el único con la -ridícula- osadía de usar en serio la frase esa sobre la vida)

A veces juego a pensar que nadie en mi casa enciende las lámparas. A partir de hoy, tras haber recuperado la memoria del cuento incompleto de Felisberto, jugaré también a irme el último tropezando con los muebles. Me gustan mis fiestas de hombre solo. Son como la vida misma, como cualquier cuento de Felisberto: una fiesta incompleta, pero una fiesta de verdad.

Después, una cosa lleva a la otra y ésta a otra y otra hasta que llego al tope. Ahora es el momento en que (siendo casi un no constante, dejándome incompleta, sabiéndome la de las fiestas sola, la que siempre -en la vida- se va entre los últimos, tropezando con los muebles) si pudiera llorar, lloraría.

Y si ya llorando me preguntaran razones

no podría decir si es de tristeza

o de felicidad

o nada más por no dejar.

*pero hay luces que nunca se van a apagar

sábado, febrero 02, 2008

You're the yellow bird that I've been waiting for

Y para que nada se rompa, que nadie se mueva nunca.

Déjame que te siga viendo pasar con las tardes, que nunca nos doblegue la osadía, que siempre lo evidente se tape de silencio. Cede conmigo a la inacción, a la servilidad ante el poder de lo casual, así, sin palabras que expliquen, sin forzar. Ven y mira. Obviemos.

Ven y mira, que esto es lo que hay que mirar: obviando no perdemos nada; obviando nos ganamos.

Pero si algo hay que hacer, porque hay que hacer algo, juguemos estatuas y actitudes: pediré estatuas porque sé mantenerme quieta, y estando ya en lo de pedir, pediré también que tú nunca interpretes la tristeza ('cause I don't shine if you don't shine).

Obviemos para que a nosotros no nos llegue el final del juego (porque vivir es jugar, y yo quiero seguir jugando).

No nos hagamos del drama ni nos malvendamos a las lágrimas lastimeras, no dejemos de ser esto que somos.

Y lo único que pido, y lo único que espero, es que siempre, siempre, cuando todo se haya movido y no obstante tú y yo sigamos aquí, sobreviva entre nosotros (también inamovible, callada pero definitiva, como tú, como yo) la posibilidad de ver lo que queda, lo que hay como algo diferente, mejor, sin tragedia, sin findelmundo, pandemonium,

con el humor





con-el-a-mor

porque you're the yellow bird that I've waiting for.

La Isla de las Buenas Noticias

donde los habitantes, conscientes de que en el mundo no todo es tribulación y adversidad y no sólo ocurren asesinatos, asaltos de bancos, naufragios, violaciones, bombas, secuestros y otras tragedias y desgracias innumerables; conscientes de que todos los días nacen millones de niños, perros y flores normales y millones de personas celebran sus bodas de plata y de cristal, sus cinco años de jubilados o sus diez mil días de vida, y otros millones más transcurren por la mañana, la tarde y la noche sin que les roben la cartera, sin enfermarse, sin resbalarse con una cáscara de pólvora, sin llorar a sus muertos, sin perder el empleo, sin que les dé una embolia, sin pelearse y sin tener, en fin, ningún percance especial, infortunio o contratiempo graves; conscientes de que en cientos de ciudades y regiones no hay terremotos, inundaciones, sequías, guerra civil o cualquier otra clase de siniestros, cataclismos y hecatombes, decidieron editar un periódico y un noticiero por cada hogar, de manera que los habitantes de cada casa, después de abrir los ojos y enterarse de que no sólo ellos sino también el universo está vivo, pudieran conocer todo lo bueno que sucedió en la sala, en el comedor y en la cama, las buenas noticias de la llegada en punto del lechero, la buena noticia de que no se quemó la sopa, y no se rompió ningún vaso y a ninguno de la familia le dieron punzadas en el hígado o le dolió una muela, y no se murió el canario y nadie tuvo pesadillas y no se descompuso la plancha y nadie le pidió dinero prestado a nadie, y la tía cumplió años y todos los demás cumplieron no-cumpleaños y llegaron dos cartas y tres tarjetas postales y llegó, en punto, el periódico exterior con todas las cifras, resumidas, de todos los millones de personas en el mundo a quienes no les sucedió nada trágico, fatal o irremediable, y sí muchas cosas buenas y agradables o simplemente fantásticas.

Del Viaje de Palinuro por las Agencias de Publicidad y otras Islas Imaginarias en Palinuro de México de Fernando del Paso.

martes, enero 29, 2008

Lo prometido es broma (al parecer)

Una vez mi mamá atendió una niña con un dolor de estómago asesino. Al preguntarle qué había comido en el día, la niña, después de enumerarle los alimentos, agregó con naturalidad

- y me tomé una botella de salsa Valentina
- ¿cómo? ¿se la pusiste a unas papas o algo?
- no, sola
- ¿pero un poquito?
- no, toda

Hacer cosas muy estúpidas es el deporsí de los niños, pero al parecer la costumbre se queda. La gente actúa estúpidamente todo el tiempo y después se lamenta, ay ay ay, por qué por qué por qué a mí? Ya no creo en la posibilidad de tragedias que no sean autoprovocadas y, por tanto, inmerecidas.

A mí me duele el todo porque me tomé (sola y toda) una botella de fe en el hombre y en las palabras, cuando todos claramente me decían cuidadito y me decían que no y que no.

Al menos no me lamento (tanto). Aguanto (vara). Y me siento (de sentar) a esperar que pase el dolor, el derrumbe.

Pero mientras me siento (de sentar) inevitablemente me siento (de sentir) enormemente pendeja. Tan inocente pobre amiga. Tan como en las telenovelas.

Gracielita, esa pobre campesina.

jueves, enero 24, 2008

(Re)volver la vida - for what it's worth

Son recuerdos que me superan, que se vuelven indecibles, pero son casi todo lo que soy. Tal vez por eso me quedo tan callada.

Habría que atreverse a recuperar su música para acompañar una explicación que sería larga; perderme en minucias y esperar que a alguien le interesaran. Reconstruir cuando el mar era muy verde por lo mejor, a veces gris, en partes manso y a la distancia siempre enfurecido. La arena dorada, suave, a veces invisible debajo de piedras pequeñas pero continuas, calientes de día, que hacían doloroso caminar. Decir que la tierra nunca estaba quieta, que era polvo que se levantaba sin importarle la humedad, que había bichos y conchas irrecuperables, que las almendras se arrancaban del árbol para abrirles a golpe de piedras la carne, y que el café, por encima de su semilla, era rojo, dulce y todas las mañanas se desprendía de una rama para desayunar.

Decir que viví con comejenes, con tejones, con garrobos, animales con nombres hermosos, y que aprendí la belleza de las palabras.

Era muy chica y hablaba muy poco, como ahora, pero entonces porque todo de lo que hoy tendría que hablar y no me alcanza estaba ahí, y yo sólo podía verlo, aprehenderlo, ponérmelo en alguna parte no demasiado expuesta para no cambiarlo, para no olvidarlo, para nunca dejarlo ir, porque si todo es algo (y ese algo es personal) son esos años, esa vida, ese lugar.



Nadie sabe (y a nadie le importa) que aprendí a medir hasta dónde topa la marea conforme se va poniendo el sol.



Después, todo se cayó (en la metáfora y en lo literal), pero yo sé de las pertenencias, sé que aunque se rompan, se cambien, se entierren bajo lo nuevo, no se pierden; el suelo es bastión y su recuerdo arraigo.


Sé que, sin que nadie lo sepa ni a nadie le importe, ése lugar es mío.

Sobre todo lo que se deshaga, mi valle bonito me guarda.


Andando sin buscarlo voy a regresar.

Comienza por el principio y, cuando termines, te callas

* El Hang in there, baby! era indesperdiciable, hasta me dio un poco de pena quitarlo. Ya volverá. Ahora ya no se prevé el regreso de blog, sino de la plantilla de berrinche, cosas de la modernidad.


* No sé cuándo se volvió tan difícil escribir en este blog. It used to feel so nice, it used to be so good.


* El concepto de "archive, agrupe ¡y encuentre sus correos con facilidad!" de Gmail no podría estar más torcido. Ya no supe a dónde se fue mi templete. Mientras descubro dónde se archiva lo archivado (seguramente en el archivo y el que lo desarchive buen desarchivador será) uso este, que es viejo como el caldo de pollo. Emoción volver a ver a Flavia la gata, debe haberse aburrido mucho en el limbo de las cibercosas que se quitan pero no se borran. Y es así como los ceros y unos aprenden sobre la vida real.


* De pronto me dan ganas de tratar temas de actualidad: ¿Por qué se murió Heath Ledger y no Jude Law o el guerito insoportable ese de Coldplay? Aj.


* Lo que me recuerda



* Luego: cosas mejores.

martes, enero 22, 2008

domingo, enero 13, 2008

Follow the leader

En el sueño era la víspera del fin del mundo. Los que quedaban se habían dividido en dos grupos con ideas diferentes sobre cómo salvarse. Aparentemtente, si se presentaba necesario había que deshacerse de los otros para asegurar la propia salvación. Sin tener muy claro cuál era mi papel, a mí me tocaba ir a hablar con el bando contrario. Entonces me daba cuenta que su líder era Alexis Ayala. Sobrevenía la tranquilidad: lo teníamos ganado. Se sabe como regla universal: nadie vence al fin del mundo formando parte de las huestes del mero mero villanazo de Yo amo a Juan querendón.


Se siente bien (al menos en sueños) ganar.



During a zombie attack, please follow me





Guess who will lead you to a softer world





* Hoy en "visite a": Visite a Isis, quien me hizo el avatar.

sábado, enero 12, 2008

Monitos que explican todo

Me gustaría que la vida fuera más exploding dog y menos toothpaste for dinner, pero, como las cosas nunca son como se quisieran, bien mirada creo que la mayoría de las veces es sólo Natalie Dee, lo que no está tan bien, pero tampoco tan mal. Así que tome a su white ninja de preferencia, porque no sacamos nada en claro pero algo se tiene que hacer, y ahora vamos a bailar*.


*el baile de ponernos nombres, ponérselos a cuanto hay, y empezar a pintarle cuernos a todo y todos los que están de más.



¡Wepa!

miércoles, enero 09, 2008

Es que es como el verbo, como la vida misma

Que la frase "es que la gente es muy hija de puta" es aquella que existe en un continuo hacerse.

Dramón que se acaba (pero no se termina) de corroborar.

Reconsideraciones del mismo lamento de siempre que parece que se va pero luego vuelve y prudentes agradecimientos de medio tiempo

Lo malo no es que siempre me imagino lo peor, lo peor es que (casi) siempre tengo razón.

Lo bueno es que siempre queda lo que me grite desde donde esté, lo suficientemente fuerte para ser audible hasta el centro profundo del drama, que, aunque se caiga esto y aunque se caiga aquello, sigue valiendo la pena conservar intacta la esperanza.

Sí, la desgracia y todo, de nuevo me sobran los motivos, pero también me sobran (porque las que tengo me bastan y son enormes) las razones para aguantar.




Worst cover version

Ninguna novedad pero funciona en muchos niveles y aprovecho, porque aquí se apoya por sobre todas las cosas al ardillismo y a la genialidad, y qué mejor si estos vienen juntos.



La genialidad: Sing you a song about all the sad imitations that got it so wrong...






El ardillismo: Like an own-brand box of Corn Flakes, he's gonna let you down, my friend.


All-in-one. Such a bloody delight.

(No entiendo quién es el que canta después de Bjork, se parece a Emmanuel, pero yo creo que no.)

martes, enero 08, 2008

De consuelos (desconsuelos) II

Lo bueno de ser yo a estas alturas es el tener la seguridad de que todo lo malo que me haga o me hagan no es lo peor que me pasará, y muy probablemente tampoco lo peor que me ha pasado.

Es como tener un vale de descuento o un pase para salir de la cárcel del Turista para las tragedias.

Cómo ¿ya la desgracia otra vez? ¿Tan pronto? ¿Sí?

Utilizo mi gecetrón.


Tenga para que se entretenga.

lunes, enero 07, 2008

domingo, enero 06, 2008

Dosmilochomil

En el 2007, después de que Mario nos hiciera de su agujerada y verde tarjeta, a Laia se le reveló con claridad que hemos entrado irremediablemente en el mundo del tarjetismo, aquel donde cualquier persona que se presenta, extiende al tiempo un cartoncito con su nombre y su quehacer, respecto al cual deberá recibir las exigencias, atenciones o pleitesías correspondientes.

Con lo aprendido el año pasado (y no me refiero al tarjetismo, sino a las desgracias), y como ya estoy en edad y todavía sigo intentando dejar de ser una dama sin modernidad, entre los propósitos para el 2008 estará hacerme una tarjeta de presentación a repartir todo el año a cuanta persona se deje, en la que se lea sin garigol y con toda determinación:




Graciela Romero
No me chinguen




A ver si funciona.

(Yo también quiero tener de dónde comparar el principio con el final: diciembre dirá.)