Tengo en la mano los últimos tres pesos que me quedan de confianza en las personas. Decido lanzarlos al aire frente a un pequeño grupo para ver quién los atrapa y amorosamente se hace cargo de ellos. Como si hubieran sido tirados al grito de "¡al que le caiga le hiede!", todos se esfuerzan por esquivarlos. Los últimos tres pesos que me quedan de confianza en las personas caen al suelo y, como ya los besó el diablo, ni quién quiera recogerlos.
¿Vio con qué simpática analogía pude explicar que yo ya no pido ni quiero ni espero nada de nadie? ¿Vio?
A mí ya me anda valiendo madres todo. Que al cabo que ni quería.
¿Vio con qué simpática analogía pude explicar que yo ya no pido ni quiero ni espero nada de nadie? ¿Vio?
A mí ya me anda valiendo madres todo. Que al cabo que ni quería.