viernes, diciembre 29, 2006

Nostalgia popcorn!

Se souvenir des belles choses


Me gustan los recuentos de fin de año, me emocionan. Los disfruto todos, desde en los que puedo buscarme aunque sea un poquito hasta los de cosas que de usal no me interesarían, como los programas deportivos con los mejores goles, las canciones más escuchadas de los canales de banda, los muertos del espectáculo (que eso de usual sí me emociona, parece increíble pero la gente se muere), todo lo veo con la penita de que ya pasó. Sin embargo, yo nunca he hecho uno de esos recuentos. Es difícil hablar de lo que mueve tanto, yo quiero mi pasado presente, se me parte el corazón.

No quiero el pasado inmediato. Puedo contar con detalle en un minuto las cosas bellas del último año. Fue casi todo pérdidas, despedidas, viajes de no retorno y silencios angustiosos. Cierro con números rojos. Pero de un pasado un poco más remoto me vienen todos los recuerdos que me hacen pensar que no ha estado tan mal.

El año pasado fue todo emoción, fueron los viajes, las personas de las que siempre me emocionaré de haber estado alguna vez, tener y perder la escuela, la graduación, ruidosa, hermosa, dejar el trabajo horrendo por un trabajo donde no hacer nada paga cada quincena, el creer, el querer, el hacer (a ti, por ti), mi cuarto en tu casa, tu familia, la gente del diario que nunca cansa (tú, tú, tú, tú sabes que eres tú, que estás aquí), las tardes, las noches, los cafés, los vinos, tu casa para nosotras, para él y para mí, tu tiempo, sus tiempos, todo. Gracias. A veces pienso que todo vale la pena sólo por el tiempo que se fue. Soy fácil de conquistar.

Veo con mi ojo cataratoso a este año y me quedo feliz con el pasado, con los demás.

Igual se acabó. Con suerte año que viene se pone mejor. Sin suerte peor. Igual se acaba y en lontananza es bello. Qué más da.

Y como el niño de Las batallas en el desierto, preocupado porque presente y futuro lo apachurran, tomo como medida de fin de año mi última precaución:



Voy a guardar intacto el recuerdo de este instante
porque todo lo que existe ahora mismo nunca volverá a ser igual

domingo, diciembre 17, 2006

Como veía que resistía...

Her eyes gave him no sign of love or farewell or recognition

Si el general que tenía cien ojos de vidrio me regalara uno, yo lo sostendría entre los dientes y cerraría mi par de ojos de topo para no ver más.

Con el ojo que no ve rodeado de una sonrisa gruñona miraría de soslayo algunos, retadoramente a otros, miraría también lo terrible, a esos perritos callejeros que andan a la espera de que alguien los vaya a atropellar, todo, hasta lo bello.

Entonces no sabría de nada y no temería a las multitudes, al tráfico, a las mariposas, al maloliente que sigue los pasos ajenos, a las mujeres brillantes de tan hermosas.

Viendo con mi ojo entredientes no vería lo que me asusta, lo que me duele, que de todos modos para ver no hay mucho más.

Pero yo sólo tengo mi par de ojos de topo, que ven, que lastiman, qué fastidio. Les regalo un parpadeo para descansar.

Lo que no veo no existe, o tal vez sí, pero sería cuestión de fe y yo ya no estoy para creer.

Poco se salva. Voy dejando casi todo lo visto (vivido) a mis espaldas, donde se pierda, donde desaparezca.

Adivina adivinanza ¿de qué lado estás?

sábado, diciembre 16, 2006

Y está perdida sola en medio de la ciudad

Es como tener un tercer ojo fuera de mí, pegado en su frente. Ver lo que ve.

Que se abra sobre alguien un tercer ojo ajeno no es cualquier cosa, es una carga.

No tiene lugar para estar sin mí.

Se acaban los escondites para los secretos, porque veo en technicolor todas las acciones. A la palabra la calla el hecho. Lo he visto todo.

Es entonces demasiada verdad. Parece preferible cuando sólo me lo contaba, distorsionado, con arreglos y licencias, porque ahora es tan nítido, tan poco creativo, tan recurrente que cansa, que dan ganas de no verlo más.

Ya duermo sin miedo al coco de una asuencia; hasta, click, puedo apagar la luz.




Y un día mi tercer ojo, el ojo que vigila, el ojo universal, ése que va pegado en su frente, blink, se va a cerrar. Y vuelvo conmigo. Yo te acompaño, bicho. Jugaremos, verás, ya verás.

miércoles, noviembre 29, 2006

What lies beneath

Una vez vi a Juan García Ponce cuando se ganó el Rulfo: estaba tullido, era una bolita convulsa en una silla de ruedas, casi ni podía hablar, se le enchuecaba la boca y le temblaba la cabeza. Feo.

Y yo no entiendo para qué la gente quiere conocer a un escritor. Lo maravilloso del texto está en el texto mismo, lejos muy lejos de quien lo escribe, que más allá de lo que ha dado no debe tener gran cosa qué decir distina a la que podrían decir todos los demás (pura tarugada, pues).

No hay escritor, hay obras, y a mí me pone de malas la expectativa que crea ver a un hombrecito sin chiste porque lo que escribe genera admiración. Leer, no ver, para eso la televisión.

Tampoco tiene sentido que un autor hable de lo que escribe, menos que hable de otra cosa. Que se queden callados, que escriban.


Que vayan a escucharlo no les creo, van a ver qué le ven, como si tuviera algo de especial. Si no convierte el agua en vino o se saca diamantes por los lagrimales (sí hay quien, lo vi en Primer Impacto), no hay nada que ver ahí.

Ojalá el texto se escribiera a sí mismo.

Esta es mi queja contra la emoción que genera la FIL, y esto, epígrafe de un texto de Quino, el resumen de lo que quería decir: es como disfrutar del foie gras de oca y un día conocer a la oca.




Lo que yace detrás de las letras, ptrrrrrr.



Odio a la gente. Odio a la FIL. Pero ¿ir a ver al Príncipe Felipe o a Gael García? Sí, hay que ver lo que hay que ver, eso sí.

martes, octubre 31, 2006

Para no olvidar

Yo no quiero que me olviden. A pesar del silencio, la resistencia pasiva y mis constantes intentos por estrecharme contra el rinconcito en donde no me ven, me preocupa la trascendencia*.

Hago pocas cosas pero todavía hablo mucho, con algunos, pocos, pero mucho. A veces no es tanto lo que uno hace, sino lo que uno dice, o al menos lo que uno dice de lo que hace, lo que importa al último.

Lo que se dice es lo que importa, sí, y hablar no es tan difícil, ni que te escuchen. El problema es que ya nadie escucha con atención. A mí no.

Es como un recuerdo que salió de un post de Cerillo. El teléfono descompuesto es como la vida misma. Haces algo, dices algo, cualquer cosita, luego lo cuentas y al que se lo cuentas lo cuenta a otro y al que se lo contó el que se lo contaste se lo cuenta a otro otro diferente y así en adelante. A ver en qué deviene lo que hiciste, el algo, la cualquier cosita; a ver qué termina siendo lo que importa al último, a ver qué eres al final. Sorpresas.

El recuerdo era este: Una vez en la primaria jugábamos al teléfono descompuesto. La primera en la línea dijo en secreto al que estaba a su lado la frase "Quiero mucho a mis amigas", el receptor se la dijo al que seguía y así en adelante, hasta que llegó al último, quien dijo a todos el mensaje que había escuchado en su oído, seguro de haberlo recibido fuerte y claro dijo "Tengo muchas albóndigas". Sorpresas. Como en la vida misma.

Yo no hago mucho, (apenas acciones desesperadas como escribir cualquier cosa para que no se me ausente un mes del archivo; me entristece la discontinuidad), pero bien que intento, y puede que en cualquier momento pase algo, haga algo; mientras, me lo paso contando cosas de lo poco, haciendome cuentitos, contándolos, a ver si alguien me escucha, a ver si alguien me ve, a ver si alguien me recuerda.

Y entonces, quién sabe, de pronto, un día, después de mucho tiempo, después de que haga algunas (tal vez muchas) cosas, de que las cuente y de que a quien se las conté se las cuente a otro y éste a otro otro, puede ser que, después de generaciones y generaciones, le llegue su gran momento a mi trascendencia (esperanza) y dos personas se topen en la calle, una de ellas pregunte por mí y la otra responda "¿Graciela? Sí, he escuchado de ella... dicen que tenía muchas albóndigas" (sorpresas) (desesperanza) (sí me van a olvidar).



A man tells his stories so many times that he becomes the stories.
They live on after him and, in that way, he becomes immortal.

lunes, septiembre 18, 2006

Mi casa es tu casa

Entro en pánico.

Se acaban, se empiezan y yo apenas voy despertando. Es como un temblor fortísimo cinco minutos antes de que suene la alarma para empezar con la rutina; para cuando logres espabilarte por completo ya todo habrá cambiado.

O tal vez no. Todos mienten. Quizá sólo es el sueño de caer en un precipicio y despertar con sobresalto a asegurarse que el lo de siempre sigue en pie.


Para poder explicar por qué me gusta el error necesitaría una regla transparente de 30 centímetros, tijeras de punta chata, varios plumones del mismo color y toda su atención, como nada de esto tengo, me limito a los ejemplos.

Mi monitor pequeño, el rostro de la perra con su ojo afectado mirándome atentamete para convencerme de que le rasque la oreja, dormir días enteros, la tristeza, la sonrisa de dientes chistosos, mi segundo nombre, el amor a una hibakusha, yo. Los prefiero porque son reales, pero que no quieran mentir con que son lo que no son.


Puedo creer en todo, pero mi fe nunca ha tenido el don para materializar esperanzas. Los fines defines y los empiezos no van a llegar.

Apenas voy despertando y ya me sorprende ver cómo todo sigue, tic tac, tic tac, cuánta indiferencia, cuánta tranquilidad.

Aún así entro en pánico.

Salgo en pánico.

Ahí vivo yo.

domingo, septiembre 10, 2006

Fines defines

Irse, dejarlo todo, perder la fe, abandonar la espera, soltar lo último, lo único que se tenía; volver a estar solo, mirar los zapatos lindos, la ropa cuidada, el dinero que hay y deshacerse de eso también; contar el tiempo libre, ver cuánto queda aún y saber que no hay ya en quién usarlo; quedarse sin nada de qué hablar, en qué pensar, y sentarse a mirar los agujeritos por donde se cuela la importancia de todo lo que se hace, por los que se escurrirá la importancia de todo lo que falta por hacer.

Supongo que así es como se debe sentir.

It all came so close to never happening.
This life came so close to never happening.

jueves, agosto 31, 2006

Toda tu sueña está hecha de limonada de fresha

Sittin' on my own / chewin' on a bone / a thousand million / miles from home / when something hit me /somewhere right between the eyes


Si siento que el ánimo ya no me alcanza, que se me hace chiquito algo adentro, que me está creciendo lo triste, que ya me voy a morir, escucho Talk Tonight.


Sleepin' on a plane / you know you can't complain / you took your last chance / once again / landed, stranded / hardly even knew your name


Primero hay pasos, luego la guitarra, el ruido de unos como golpecitos, después la letra que se escribió en minutos en la servilleta de un bar, rimas descaradas, hermosas de tan sencillas, todo el tiempo el insoportable aplauso monótono que se burla del escándalo de mi drama y, al final, un latido con calma, quedito quedito, y entonces yo quiero ser como Talk Tonight: boba, simple, tranquila.


All your dreams are made / of strawberry lemonade / and you make sure / I eat today / you take me walking / to where you played / when you were young


A veces me pongo triste de ver cómo uno se puede quedar tan callado; suerte que mi tragedia es proactiva y, cuando siento que ya me voy a morir, tomo medidas: escucho la canción para imaginarme que un día podría tener con quién hablar y, siendo así, puedo aguantar un poco más.


I'll never say that I / won't ever make you cry / and this I say / I don't know why / I know I'm leavin' /but I'll be back another day


Boba, simple, tranquila solución: pensar, sobrevivir a favor de que, tal vez, después de tanto silencio, esta noche, hablar.


I wanna talk tonight / untill the mornin' light / 'bout how you saved my life / you and me see how we are


(Quiero, pero ya ni pido nada porque sé que nada se me va a dar.)

'Bout how you saved my life / I wanna talk tonight

miércoles, agosto 23, 2006

Compro todo

Creo en la suerte, en el destino, en el karma, en el alma, en Dios, la Virgen y todos los santos, en las plegarias, en el yoga, el reik, el feng shui, la comida macrobiótica, los duendes, las ondinas y el foco tonal. Creo en todo lo que me presenten. De esperanzas compro lo que me vendan.

Alineo todo con el cosmos, hago buenas acciones para guardarlas en mi banco dhármico, dejo que los duendes jueguen con mis cosas, cargo siempre conmigo piedras imantadas por el rayo violeta de Saint Germain, como gallinas engordadas con semillas mágicas, prendo velas, rezo, respiro, espero y nunca pero nunca he visto que me vaya mejor. No me importa.

Lo peor de todo es la gente sin fe. A mí me gusta creer.

Me disculpo ante mi compromiso con la tristeza y el drama. Cuando veo el inventario de todo lo que creo me pongo contenta.


Son cosas que me ayudan a vivir.

martes, agosto 22, 2006

Zafo

Tenía esta compañera en el kínder, Aurora, que era muda y con la que nadie se quería juntar, y no porque fuera muda, sino porque sólo se sabía comunicar a base de pellizcos y coscorrones. Las maestras pedían que no nos enojáramos con ella, que supiéramos que no nos quería lastimar, que ella no podía hablar y se desesperaba porque no la entendíamos.

La explicación tenía sentido entonces, pero ya pensé que qué fácil.

Así es trampa y no vale.

Yo sí puedo hablar, pero de todos modos no me escuchan.

Qué envidia de Aurora.

Yo también quiero un justificante para maltratar a todos los que me generan tensión o me llegan a desesperar.

No me tomen a mal que los agarre a patadas, es que ya saben lo de mi discapacidad...

miércoles, agosto 16, 2006

Yo también voy a Roma

Debe haber muchas formas de hacer una misma cosa, seguro. Posibilidades siempre hay. No es difícil irse, dejarlo todo, reacomodar todas las fichas. Posibilidades hay, si es buena idea o mala idea es otra cosa. Es posible vivir a lo pendejo.

Al principio no estaba muy segura de que no hacer nada fuera también una manera de luchar por algo. Después me convencí de que sí, que es como resistencia pasiva.

Yo sé que se tiene que hacer, pero no sé qué se tiene que hacer, además me cuesta trabajo decidir si ya ha pasado mucho tiempo o poco, si tengo toda la vida por delante o ya se me pasó toda la vida, ¿para cuál lado volteo y me angustio?

No envidio la iniciativa de los demás, sus idas y venidas, su vivir a lo pendejo o su suerte, su mundo. A mí me gusta (aunque el "me gusta" tiene más o menos el mismo peso que el "me da igual") dónde estoy, cómo estoy, al cabo tengo toda la vida por delante. No tengo ganas.

Tal vez sí y ya se me olvidó, pero ahora no recuerdo que alguna vez haya tenido realmente ganas de algo. Esperaba, eso sí. Toda mi fe que cimentaba a la resistencia pasiva estaba puesta en el masterplan. Se suponía que un día iba a llegar de pronto, me iba a dar sentido, pero creo que ya se me pasó toda la vida y no llegó. No tengo fe.

Debe haber muchas formas de hacer una misma cosa. Vienen y me dicen que haga algo, y sé que hay que hacer, pero no sé qué hay que hacer. Aunque tal vez da lo mismo, tal vez tarde o temprano voy a llegar ahí.

(Luis Ricardo)


* Por lo menos ya tomé una decisión que podría ser el primer paso de mi estrategia ofensiva: al próximo que me venga a decir que haga y que por qué estoy aquí y así le voy a pedir que me traiga ganas, y fe, y un tecito para el insomnio, con azúcar, por favor.

sábado, agosto 05, 2006

Segunda llamada, segunda

Es chiquitito lo que pasa y pasa, insignificante, como si fuera broma, nimiedad, pero cada vez dan menos ganas de insistir, de tender puentes. La desesperación de las primeras veces ya ha dejado su lugar al encogimiento de hombros. Es lo mismo de siempre pero si lo miras bien verás que se está encogiendo, que es cada vez más parco, más breve, más simple, menos dramático. Lo que antes eran diez ahora es un dos tres y nos vamos. Aunque volvemos, cualquier noche los duendes nos mueven de lugar y al día siguiente alguno ya no está ahí. Es una posibilidad, pero, se sabe, es sólo una amenaza, como siempre. Peor para mí. Claro que no me voy. Ni que tuviera a dónde. Sigamos adelante con esto. Te va.

Amargas: Tokyo nunca me quiso

Pinche gente culera, ahora sí que ya me pusieron de malas, y mira que yo aguanto vara. ¿Por qué nunca me dejaron estar adentro? Si yo sí quería tener un millón de amigos y preocuparme por ser bonita y tener todas esas conversaciones que tienen ellos y entrar con emoción en la dinámica del qué cuentan los novios y saber qué responder a ¿qué tipo de música te gusta? y no quedarme con cara de idiota pensando ¿por qué todo mundo me tiene que salir con esa pregunta pendeja? La polka y el fandango. Si yo bien que hubiera querido. O ya de menos ser como el que nadie conocía pero apareció tirado en la caja de una camioneta en Ciudad Guzmán y cuando despertó y se bajó, tras inclinarse 45 grados a la derecha, dió a todos los presentes el inesperado notición: "ando bien pingo loco, bien mariguano, bien de todo" y, a pesar de que nadie lo conocía, antes de que llegara al suelo lo arrastraron a un sillón. Pero a mí no me quisieron dejar estar adentro ni, aunque yo nunca haya estado bien pinga loca bien mariguana bien de todo, ningún desconocido me arrastró hasta el sillón a dormir la mona ¿verdad? Pues ahora sí que ya me puse de malas, pinche gente culera. Además qué expresión tan horrenda es esa de "dormir la mona". ¿Quién inventa esas cosas? y, peor, ¿quién las usa y las hace populares? ¿Cuál es el problema con la gente? Es como decir "Lucha tiene jiricua". Nadie que no sea un loro debería llamarse o permitir que le llamaran Lucha, y luego "jiricua", ¿qué clase de palabra asquerosa es "jiricua"? En serio ¿quién las inventa y las hace populares? Creo que jiricua ni es popular. ¿Por qué yo no seré popular? Si tengo todo para serlo. En la secundaria estudié Cuidado y conservación de la casa y Cuidado y conservación de la ropa. Soy experta en CCcasa y CCropa, tráguense eso. Pero no me dejaron integrarme nunca, ¿verdad? Ya qué, mal rollo, pinches putos, ni quién quiera. Mañana voy a ir a la Gandhi a ver si Tokyo ya no nos quiere, aunque igual a mí nunca me quiso, seguro porque no soy popular. Aquí no se puede vivir. Me voy a ir caminando, con suerte y me atropellan en el paso a desnivel de Mariano Otero y me vuelvo nota de Seguridad, capaz de que hasta me dictan en la Agencia y cierro mi participación en el asunto este con una nota en Metro que bien la podrían cabecear "Asustada y destripada" y luego seguir con "No sabiendo para dónde correr, su vida terminó igual como transcurrió: como perro en periférico". Ha de estar bien gacho morirse atropellado en un paso a desnivel, poca luz para los morbosos que quieran verte, qué espectáculo de tres pesos, es que es como la vida misma. Que me devuelvan mi dinero. Total que yo ni me quiero morir, nomás es que ya me puse de malas, pinche gente culera. Al cabo que ni quería, yo ni quería venir. Y sepan cuantos este post vieren o leyeren (todos, que no falte uno) que es posible que desaparezca de pronto, y que el que diga que desaparecer posts es de putos es puto. Y ya. Graciela is in da house. Putos.

domingo, julio 23, 2006

Además, todavía queda la noche

Sorry for herself, feeling stupid feeling small
Wishing she had never left at all

El silencio no necesariamente significa que me he dado por vencida, pero me canso de intentar, de inventar razones. Es que todo a veces se vuelve como un cuarto pintado con esos pincelines que tenían uno blanco que desdibujaba sobre los de otros colores. El cuarto se incendia y yo pinto en las paredes salidas de escape con el plumón mágico y salgo, pero sigue otro cuarto igual y otro y otro. Por eso mejor me dibujé un sofá y me senté en él, a no hacer nada, a ver si alguien hace algo, a ver si alguien juega mis canicas por mí. No sé si se pueda ganar, pero, aunque me va bien y es congruente con mi discurso, yo ya no quiero perder.

Estoy con las piernas encogidas y la cabeza en las manos, pero sin irme. Eso es lo que puedo ofrecer. Yo no me voy a cansar de esperar. Además, todavía queda la noche.

lunes, julio 03, 2006

Las voces están regresando

Hasta hace tres segundos, en lugar de cualquier blog aparecía una página de un hombre que, partiendo de un clip rojo, hará trueques hasta obtener una casa, y no había nadie en el msn para preguntarle si lo veía también, y salí a fumar, y pasó un avión volando muy bajito, y comenzó a llover, y saqué una moneda de 5 pesos de mi cartera que cuando la quise poner en la maquinita de cafés ya se había convertido en una de 2, y todo fue una confusión.

Ojalá que al menos lo del clip lo haya visto alguien más.

Están regresando las voces que me dicen que queme.

viernes, junio 30, 2006

Hombre de hojalata: te regalo mi corazón...

...Se está poniendo blando y eso a mí no me gusta

Título opcional para la mitad del post: Corazón tan blando

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Yo jamás lloro, pero por hoy llorar fue como respirar, algo que no se piensa, que ni se siente, que sólo pasa y que es irreprimible.

(Desperté llorando, salí llorando, regresé llorando, me bañé llorando, me maquillé llorando -y eso es algo bien difícil-, me vestí llorando, contesté e hice llamadas llorando, respondí preguntas llorando, concerté citas llorando y al final, para cumplirlas, dejé de llorar.)

Después de siete horas seguidas de llanto sin parar más de cuatro segundos, apenas lo necesario para tomar aire (el llanto requiere una larga y continua exhalación, ya vi), me dolía la cabeza, el cuello, el estómago y, lo peor, terminé con un ojo cheche (mis favoritos), pero aún con la mitad del día llorada, los dolores varios y el ojo cheche, salí e hice lo que había que hacer (but I still have to face the hours, don't I?); soy fuerte y admirable.

La verdad sí lo soy. La verdad yo sí me admiro.

Lo que pasa es que nadie se fija mucho en mí, pero si me vieran, si alguien se fijara, ahí los querría ver. Como sea no lo van a hacer.

Y también como sea, ya pasó, y ahora sigue ver cómo me va en mi nuevo año con esta actitud que me he propuesto seguir, basada en la frase aquella de:

“Yo nada más les pido una cosa: los que se vayan a ir que se vayan y los que se vayan a quedar que se queden”.

Ahora veo que tiene tanto sentido que actuaré en adelante con eso como escudo, y a los tibios, los que no puedan decidir por sí mismos o los que sí pueden decidir, pero no actuar, ya yo me encargaré de sacarlos a gritos y escobazos.

Ése es el plan. Ya no hace falta improvisar.

Y sí, así es, al final de “el día más miserable de mi vida” me ha vuelto el ánima y el ánimo, y todo gracias a unos zapatos condenadamente hermosos que me compré. Rojos, toditos forrados de diamantina, irrisorios para los que los vieron pero perfectos para chocar los talones tres veces, salir de acá y poder estar mejor.

Gracias principalmente a los zapatos (qué raro agradecerle a unos zapatos) (pero a falta de algo mejor) (aunque también está difícil que haya algo mejor) (es que hay que verlos, tan rojos, tan diamantinos, hermosos), gracias porque otra vez ya pasó, y yo me voy, pues, me voy, me voy a ver al mago, al mágico mago de Oz.

Parece que tenemos un ganador

A veces me da pena el largo lamento que es este blog y por eso lo quito. Luego me doy cuenta que ya no tengo dónde lamentarme y entonces se me empiezan a amontonar los lamentos y ya no sé qué hacer con ellos, y me aterrorizo, y lo devuelvo.

Se me ocurre, por ejemplo, ahora: ¿dónde si no aquí voy a decir que he tenido el día más miserable de mi vida?

Lo tengo cada año, cada año se supera, cada año se impone un nuevo récord en la categoría "el día más miserable de mi vida".

Y el ganador es: ese día de junio del 2006 por no pude evocar ni un sólo momento feliz, me descubrí terriblemente sola, lloré descontroladamente y esperé esperé y tu casa derribaré.

Clap, clap, clap.

Pero bueno, ya pasó.

¿Qué calamitosas sorpresas nos esperarán el próximo año en "el día más miserable de mi vida"?

¡Esté pendiente! ¡No se lo pierda!

Ya se empieza a generar la expectativa. ¿Qué será, será?

miércoles, junio 28, 2006

De saber que vendrías te tendría un pastel, un pastel, un pastel

No pasó, pero bien que me hubiera gustado ser feliz.

Total que ya no tengo ni voz ni ganas ni nada, total que no llegó, total que me importa tanto que no me importa.

*Es tan malo que hasta es bueno.*

Qué pinchetristeza la de estos días, la de mañana.

Suelto todo lo que tenía agarrado, acepto que se vayan (que se vaya) (que te vayas), yo me quedo donde siempre, en lo mismo.

No lo quiero pero lo aguanto. (Valiente valiente.)

Yo quería ser feliz.

No lo fui.

Pero bien que me hubiera gustado.




Solita va solita irá venciendo al miedo.





*Felicidades, mi niña*

jueves, junio 22, 2006

Desde la tripa: Asco que me das, amor

Escribo desde la tripa porque no me sobrevivió cabeza al coraje y la desesperación. Escribo porque no hay otra cosa que pueda hacer para calmarme las manos temblorosas que no se han detenido ni un puto momento desde la tarde. Escribo porque no te tengo enfrente para romperte un florero lleno de margaritas en la cabeza. Escribo porque me lleva la chingada y no debería ser así: yo antes los veía desde mi balcón partiéndose la madre con sus desgracias de amores, pero terminé ahí abajo, recogiendo pedaceras, formándole una estatua a mi fe con lo que sobró.

Esto es mi amor: una colcha hecha de retazos (de secretitos y acciones traicioneras que no son importantes) con la que me he estado cobijando todos los días.

Escribo desde la tripa nada más para decir que no necesito bajar a recoger tus ganas de no sentir más soledad, que puedo volverme a mi palco, que prefiero sentir frío sin la metáfora pendeja de la colcha de retazos al asquerso sudor casi imperceptible que provocaba su cobijo.

Y desde la tripa lo digo: Asco que me das, amor.

miércoles, junio 14, 2006

Por eso tengo un blog (la conclusión de la conclusión)

1.- Problemas con el reloj biológico
No es que no me dé cuenta qué hora es, en mi casa hay más relojes que cuartos y en mi cuarto más relojes que ganas, los veo y los comprendo, de números y de manecillas, todos los manejo, pero siempre creo que aún estoy a tiempo, aún estoy a tiempo, aún estoy a tiempo y de sopetón ya es muy tarde, por eso nunca estoy a la hora que debo sino mucho después. Lo que pasa es que traigo mal aceitado el reloj biológico, se le atoran los engranes, tengo descompuesta la glándula que secreta los minutos. Es patológico lo mío. Debo ser tratada en mi impuntualidad con amor y respeto como cualquier enfermo.

2.- Culpo a los chinos
Complicado despertar, pero complicado también dormir. De un tiempo acá ya no duermo sino hasta que no sale el sol, pero no es mi culpa, es culpa del reloj biológico mal aceitado y de quien decidió pasar la novela china (coreana) a las 5:00 a.m. Ésta se trata de dos chinos enamorados de una china, la china quiere a uno, pero él es famoso así que no puede estar con ella; esos chinos y todos los demás chinos ahí tienen muchos problemas, y claro, cómo no iban a tenerlos si son chinos. En la novela todo es drama, pero uno no les cree porque lo que implique chinos suele ser poco serio. También lo que implique la palabra "pollo". Yo igual veo la novela y como el pollo.

3.- Chimulco, agua, pura diversión
El otro día soñé que me encontraba en la calle con el niño que rapeaba el jingle de Chimulco. Al principio no lo reconocía sin los lentes oscuros, pero cuando me daba cuenta de quién era realizaba mi gran ilusión de demostrarle a alguien a quien le pudiera importar que yo me acuerdo de la canción completa. Me desperté todavía con el eco de la gloriosa parte final: Chi-mul-coooo, Chi-mul-cooo. Después recordé que nunca he ido a Tobolandia y sólo una vez pasé por ahí; parecía un lugar de 3x3 metros donde 40 toboganes daban a una misma alberca. Quién sabe si todavía existe. Si ya no, seguro fue porque les pasó lo que a Martin cuando construye una alberca en el jardín de su casa para volverse popular. A veces sueño con el niño de Chimulco, a veces con Roberto Madrazo. Tal vez por eso me es tan difícil dormir.

4.- Nadie me regala cosas bonitas
Bueno, sí, a veces, pero deberían regalarme más cosas bonitas, las merezco. Me gusta el papel de víctima. Ay de mí. Ininterrumpidamente he vivido 23 cumpleaños que han sido un tragedión. Quiero que en éste me den muchas cosas bonitas, pero para eso tendría primero que tener un millón de amigos. Sé que lo puedo conseguir si: dejo de llegar tarde y modorra a todo, entiendo que la novela de los chinos no es un tema interesante de conversación, dejo de hacerle notar a las personas que me sé la canción completa del comercial de Chimulco y construyo una alberca en el jardín de mi casa.

5.- Great! Now offering! Last chance!: La conclusión
No tengo jardín, no tengo casa. Nunca seré popular.

miércoles, junio 07, 2006

Tremendo fracaso del lujía

Lunes noche Shamú-mu y yo pensamos que estaría bueno vivir un día de lujo, donde nos diéramos toda clase de gustos, como decir cosas sin sentido pero que siempre tuvimos ganas de decir o comer una galletita a la hora absurda; de lo mínimo a lo aparatoso, cualquier cosa bella que de usual no se encontraba dónde acomodar tendría lugar en nuestro día de lujo, en nuestro lujía.

Lunes noche Shamú-mu y yo pensamos que el día de lujo teníamos que vivirlo lo más pronto posible, de manera que -inocentes, ternuritas- creímos que martes todo el día viviríamos el lujía.

Así pues, se echó a andar martes, del cual mañana y tarde más bien normal, que es mal, pero, bueno, uno se acostumbra y podría estar peor, cómo no, así se que se agradece la estabilidad. Martes andante sin novedad pero todavía con esperanza para el lujía -además, todavía queda la noche-.

Martes noche sigue normal, pero de golpe y porrazo -pum paf- viene crisis. Angustia, desesperación y esas ganas pierdes ganas de despellejar-me-a-mí. Nadie se queda y nadie escucha, qué solita la pobrecita, carajo caraja -y qué sola y qué tierna de espanto, qué mía-. Pero pasa pasa y al final todo termina en risas irracionales -es tan malo que hasta es bueno- las que, a sugerencia de Shamú-mu, dedico a los nosotros de ayer -inocentes, ternuritas- que creíamos que martes todo el día -o en cualquiera de sus momentos y de súbito e improviso fsssum fsssum- sería el lujía.

Menos mal y qué bueno que yo mantengo a raya la desesperanza, así que pienso que cualquier día -de golpe y porrazo pum paf- puede convertirse en el lujía.

A pleno miércoles madrugada me voy a acostar con semblante deforme pero simpaticón -resultado de una mezcla de gracia, pánico y pena- topogigescamente cantando unos versitos de consuelo y ánimo para antes de dormir antes de dormir antes de dormir.

...porque mañana será otro lujía, hay que vivirlo con alegría...

viernes, junio 02, 2006

Por qué me tengo que comprar un sombrero (Revelación)

Hasta hace poco yo quería la cabeza sangrante de E. clavada en una estaca en mi jardín, y eso que casi no me alcanza el ánimo para odiar a nadie, sin embargo a él le profesaba un odio genuino y desesperado. Ahora le escribo un correo de infinita gratitud porque me ha tenido una gran consideración.

Resulta pues que el burlesco infame de pronto se mostró noble, llevándose con eso al carajo mi lista completa de personas que conozco y que tengo clasificadas en "los buenos" y "los malos". ¿Dónde quedan los infranqueables abismos si en cualquier momento el malo se vuelve bueno y uno ya no sabe ni qué pensar? Ya no hay respeto a las etiquetas. Así que todo puede cambiar de pronto.

Otra prueba en el mismo día. It's possible to die o Aunque parezca increíble, la gente se muere, vi y leí. Creo que hace mucho que yo no me quiero morir. Antes sí quería, todo el tiempo (pero hay que entender, yo estaba en el Anahuac). Ahora ya no, al menos no esas ganas muerteeeeevenamígrooooaaaaarrrr (al decir esto hay que agitar los brazos en el aire y, de ser posible, que cada ojo vea para diferente lado). Quizá algunos días, espaciados, cuando es demasiado hartazgo o cansancio, pero ni entonces. Me da igual. Otro día y otro día y otro día y puedo morirme o no morirme, para mí está bien cualquiera, gracias, como apetezca el Sino. Nunca he tenido asuntos pendientes, ni ganas, ni nada, así que por eso siempre que me preguntaba ¿me podría morir ahorita? la respuesta era sí. Pero todo puede cambiar de pronto.

Yo estaba viendo la novela de en la noche y en un comercial pensé ¿me podría morir ahorita? / pues sí, ya / ... / pero me moriría sin haberlo vuelto a ver / ... / entonces me espero, un poquito más, la novela volvió y dejé de pensar.

Qué escándalo. De golpe, paf, todo puede volverse distinto. Los malos se hacen buenos y seguro que los buenos podemos despertar un día (o dormir una noche o cualquiera otra de las posibles combinaciones) siendo malos, y ahora mismo morirse y no morirse sí representan cosas diferentes. De golpe, paf, hay matices, hay razones. Qué terror, qué espanto.


Y yo antes ni siquiera veía telenovelas. Lo peor.

jueves, junio 01, 2006

Por qué me tengo que comprar un sombrero (Conclusión)

No sé por qué nunca me he comprado un sombrero. No que haya querido usar uno alguna vez, pero no entiendo por qué nunca he comprado un sombrero. Quién quita y entre tanto caos hasta lo necesito.

Mañana me compro un sombrero, antes de que todo (los buenos, los malos, la vida misma y hasta el amor, esa palabra) se termine de desorganizar.

Por qué me tengo que comprar un sombrero (Aclaración)

No soporto esas ganas que me quedan siempre al final de aclarar qué tiene que ver el tal con el cual.

miércoles, mayo 24, 2006

Carrie: un estado de ánimo













No me siento como emoticón triste. No estoy desilusionada. No estoy enojada.

Estoy Carrie.

domingo, mayo 21, 2006

Entropía

Primero desaparecieron los comments. Se llevaron la constancia de Pirer, las aclaratorias de Juanpe Rot, la confesión del anónimo que no se bañó y la premonición de la Exquisita Criatura.

Después desapareció el post.

¿Qué sigue?

El Blog La computadora La escribiente Guadalajara El mundo El universo La idea.

Proximanente.

* * *

La explicación:

Josafat descubre que la futilidad sólo es una aberración cromática de la entropía y mediante un cambio hiperbólico en la realidad puede eliminarla. Construye una máquina para tal fin y cuando lo hace funcionar él, su invento, la Tierra, la humanidad, el universo entero, este cuento, quien lo escribe, desaparecen.
José Luis Zárate Herrera

domingo, abril 30, 2006

Reconsideraciones generales sobre absolutamente todo lo que una mujer sola puede pensar un domingo a las 5:30 de la mañana después de que al que...

...esperaba nunca llegó


Del vacío de la ausencia al vacío de tu presencia hay una distancia real de catorce pasos dados por un par de pies femeninos de tamaño mayor al promedio, con algunas marcas de heridas y disimuladas deformidades en cada uno de los dedos.

Actualmente se teoriza que la distancia del vacío de la ausencia al vacío de tu presencia se alargaría hasta volverse insondable si fuera recorrida por un par de pies femeninos de tamaño menor al promedio, en perfectas condiciones y con cada uno de los dedos hermosos y delicadamente delineados.

Aunque tiene todas las trazas de cierta, esta teoría aún no está comprobada.


El grado de injerencia que tiene la relatividad en donde uno se ficciona y hace de lo feo metáfora (para que al menos dicho no suene tan mal) es alto.


Con la observación de diferentes casos se ha logrado desmitificar lo relativo de la fealdad y la belleza, conceptos que por mucho tiempo permanecieron sometidos a la idea oscurantista de que todo depende del cristal con que se mira.

Lo feo es feo y lo bello es bello lo mire quien lo mire (el ver a lo uno como lo otro sería, en todo caso, problema del observador) y estas categorías estéticas son el verdadero y único centro alrededor del cual giran distancias, actores, hechos, causas y consecuencias, los que, ahora sí, son totalmente relativos y dependen únicamente del cristal con que se miran o de la vara con que se midan o de cualquier otro dicho popular.


Apostillas:

* Un texto lleno de farronería (pero escrito con corrección) donde uno aglutine (y para esto no hace falta que tenga sentido) las dos o tres ideas que le bailan en la cabeza, es la forma ideal para utilizar palabras que uno siempre ha querido usar pero nunca encuentra momento para hacerlo, como es el caso de "apostillas", "aglutine" y la especialmente bella "fanfarronería", por mencionar algunos ejemplos.

* Habrá cosas que resultarán ciertas en el discurso y verdades involucradas en el proceso de ficcionarse: La distancia comprobada que recorren mis pies del vacío de la ausencia al vacío de tu presencia es de catorce pasos. Reniego de la compañía y sin embargo toda la noche (toda una vida) te estuve esperando. Sabía que no ibas a llegar, pero me quedé porque estoy segura de que uno nunca debe atenerse a sus certezas. Y no llegaste. El vacío de tu ausencia se empalmó con el vacío que dejaron las ganas de tener el vacío de tu presencia y entre tanto hueco yo me voy a caer.Paf.






Bonus especial:

Sin fines de lucro y para evitar que se desperdicie, queda el vacío (de las ganas, de la ausencia, de la presencia, de la relatividad y de todo lo otro que se pueda enumerar) convertido en el pozo de los deseos:

*Que no le llamen pajilla al popote ni mantequilla de maní a la crema de cacahuate nunca jamás.*

jueves, abril 20, 2006

Esto se llama la belleza





No tiene sentido, da miedo, es hermoso, hermosísimo.

domingo, abril 16, 2006

Puedo

En la primaria, entre clases, podíamos escoger entre jugar "pido" o "estuche".

En "pido" tenías que abrir una revista y poner rápido tu dedo sobre la imagen de una persona muy bella. La idea era que no te ganaran a la más bonita de la página.

"Estuche" trataba de intercambiar éste con alguien y sacar tres cosas del que tenías, después regresarlo a su dueño y si él no recordaba qué era lo que le hacía falta tú te lo quedabas. Era simple y predecible, siempre te quitaban tus lápices transparentes de Kitty o tus estampas de Beverly Hills que salían en unos chicles durísimos e incomibles. Nunca nadie tomaba los sacapuntas cuadrados o los borradores rojo/azul.

Hay cosas que uno quiere y cosas que uno no quiere.

Otra cosa es el poder.

Por ejemplo, yo ahora puedo poner aquí que lo peor de todo no es que estoy bien, que (qué riesgo decirlo, qué alocado, soy una chica de extremos) soy feliz, que creo en lo bueno, lo bello y lo verdadero, que no tengo miedo, que todo está en orden, que te amo, que soy fuerte, que no me lastiman, que tengo razones, que lo hago lo mejor que puedo, que lo hice bien; lo peor de todo es que puedo decirlo y lo digo porque es cierto.

Puedo agradecer por todo el año de casi 50 días (algunas cosas duran lo que duran y otras no, duran menos, pero menos es más), las horas, la familia, los cuidados, la paciencia, la comprensión, el pueblo, el golf, el glorioso puesto de copiloto.

Puedo dejarme caer sobre la cursilería sin dolerme del golpe y, por el contrario, disfrutarlo.



Puedo ver que, aunque dure poquitito y mañana otra vez haya mucha tristeza, vale la pena, tiene sentido.

Me encanta el poder.

Me encanta saber que sólo voy pasando por aquí.







Se siente bien ser (estar) feliz.


(así de feliz)


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viernes, abril 07, 2006

Los nonsenses como caramelos con forma de corazones o La tragedia como forma de vida

Duermes siempre tranquilo pero hay veces que despiertas en la madrugada con este angustioso pensamiento (casi revelación): Ahí iba mi última oportunidad.

En el fondo lo sabes (hace falta ser realmente idiota para no, al menos, sospecharlo): pasó durante el día y luego estuvo esperando toda la noche; pero en la superficie (esa superficie tuya taimada por complejos y bien practicada, aunque falsa, estupidez) te convences de que no te diste cuenta. Mejor el sueño y despertar. Ahí iba, carajo, esta noche sí tenía que haberla tomado. Mañana ya no va a estar (la muy putita sensibilera).

Al día siguiente es de nuevo no percatarse de nada. En blanco, son días en blanco (en vano, creo). Elegir el sueño. Despertar: Ahí iba (peor que golpearse con la mesa en un dedito, qué pinche angustia de la madrugada) estoy seguro que esta vez sí ahí iba.

Hasta donde se puede constatar (ahora), todos los días son lo mismo. Todos los días no ha pasado aunque parece que ya la perdiste (pero no). Por ahí está, agazapada.

Hoy sí, hoy sí, apuesto a que hoy sí.

Con ganas de que ya pase la infeliz para apoltronarte agusto en la desesperanza.

Hasta aquí hablo de mí, no de ti.

Tú prefieres el sueño cómodo, tranquilo, las noches completas, el desinterés de si (la muy putita, la infeliz) ya pasó, si la perdiste ya. Prefieres la evasión.

Yo prefiero pasarme las noches esperando a Nadezhna (la que nunca apareció, prefiero despertar), quedarme otro día pensando que todavía puede venir. Al menos me da razones, y son ésas de las que yo necesito más.

Anoche fue otra vez, sentirla y el odio

Ahí va / Ahí va /Ahí / Perderla / La última / Lo que yo necesito más / Pero no viene /La hijadeputa no viene / Lo que yo necesito más

Sentirla y el odio... sentirla y el odio... sentirla... ojos negros, piel canela, que me llegan a desesperar.

domingo, abril 02, 2006

miércoles, marzo 29, 2006

Elocuencias sobre marzo

Marzo. Marzo inicia con M, como mayo. Marzo es el único mes del año que lleva una Z. Por lo general, marzo viene después de febrero y justo antes de abril. Pasado el 27 de febrero, marzo puede llegar en cualquier momento, ya sea tras el 28 ó el 29. En marzo pasan muchas cosas importantes: es cumpleaños de mi primo Luis, de mi amiga Gaby Quintero y de Benito Juárez. En marzo mataron a Selena y también a Colosio, y con este último en mi casa lloraron mucho, apenas un poco menos que cuando mataron a Paco Stanley. En marzo llega la primavera y en las primarias se hacen festivales y en los pueblos se hacen fiestas y eligen reinas, en las escuelas no se estudia y en los trabajos no se trabaja. También en marzo caen unas lluvias chiquitas chiquitas que se llaman cabañuelas y que son un fastidio porque ni mojan bien y nomás hacen lodo el polvo que uno trae sobre el carro. Hay un dicho que dice: febrero loco y marzo otro poco. Marzo empieza el 1 y se acaba el 31. Ahora es marzo, pero en dos días ya no será marzo, por eso me apuro, entro corriendo a marzo para decir que yo, con éste, he vivido 23 marzos, que no han sido muy diferentes los unos de los otros (todos vinieron después de febrero, antes de abril, empezaron con m y llevaron una z), pero a pesar de la tendencia de marzo a repetirse a sí mismo, en la historia del marzo personal cuento el segundo con la seguridad de que si no es para los dos ningún lugar me va a gustar.

miércoles, marzo 22, 2006

Idea de doble vista

Cuando algo va mal, lo bueno es saber que con el tiempo perderá magnitud, luego vigencia, luego importancia, y tal vez hasta se olvidará.

Cuando algo va bien, lo malo es saber que con el tiempo perderá magnitud, luego vigencia, luego importancia, y tal vez hasta se olvidará.

Tarde o temprano todo se vuelve neutral.

Todo inasible. Todo perecedero.

Yo así ya no quiero jugar.

Pero, bueno,
al menos me quedo

pago por ver.

miércoles, marzo 08, 2006

Mundo mentiritas

Qué tonta. Desde hace 21 horas (las conté) me he estado chupando el labio por reprimir las ganas de un cigarro (se me va a hacer una herida). No puedo ver una película donde alguien fuma desesperadamente sin sentir la necesidad de hacerlo yo también. La influenica de los medios, creo. Pero yo hace mucho que no veo nada. Lo bueno de la televisión es que todo existe al mismo tiempo que todo es de a mentiras.

Me gustaba jugar a las barbies porque eran hermosos sus mundos posibles. La historia nunca importó mucho (ya sé, y que yo me caía y que tú te acercabas / bueno, sí, y que yo te decía "hola" / sí, sale / "hola"...), lo emocionante era tener muchas sillitas y mesitas y camitas y estufitas y escaleritas y cositas y construír el lugar donde ellas (una era doctora, una era surfista, una era rockstar...) iban a vivir: todo palpable, todo de a mentiras. Pasaba horas haciéndoles el escenario, viendo que todo fuera correcto y congruente y bello. Era tanto el tiempo invertido en eso que para cuando terminaba estaba cansada y no quería jugar ya, pero siempre valía la pena sólo por estar en esos mundos posibles que yo acomodaba cada vez hasta la más subjetiva perfección.

A mí me gustaría vivir en la tele porque ahí las cosas siempre son correctas y no tienen más allá. La vida de un personaje es muy simple y envidiable (y que tú me decías "no te voy a dejar" / sale, sale: "no te voy a dejar" / ya sé, y que sí me dejabas / bueno / "¿me quieres?" / "adiós"...), sus sentimientos son de utilería, la tristeza es tablaroca y las alegrías modelos a escala. Una fea se quita los lentes y se convierte en Rachel Leigh Cook. Simple como verlos dormir en cuartos limpios y con la iluminación perfecta y envidiable como el humito del reconfortante café que se toma al despertar y vuelve correcto el peor de los días.

Quiero que en mi vida todo esté en orden, que todo lo que me rodee sólo tenga vista de un lado (si acaso tiene dimensión), que lo aparente esté vacío y que no haya afuera.

Qué tonta. Desde hace 14 horas (las conté) me he estado chupando el labio por reprimir las ganas de ser personaje y vivir en la televisión, ponerme una sonrisa, zapatillas de rubí, un pandero de latón, querer-te-, caminar por las calles (quien pise raya se vuelve araña), no aburrirme ni enfadarme ni sentir-te- y ser personaje que baila bajo la lluvia y jamás llega a resfriarse (se me va a hacer costumbre recogerme mis pedacitos empolvados de dignidad y dejar de rogar).

Qué tonta.

Yo ya no aguanté. Personaje que soy, me quedo contenta (de tablaroca y a escala) en mi mundo mentiritas y me marcho (cigarro encendido en mano), sin mirar-te-, por la calle llovida con corrección mientras los créditos pasan sobre mí.


Raindrops keep falling on my head

but that doesn't mean my eyes will soon be turning red.

Crying's not for me

cause I'm never gonna stop the rain by complaining.

Because I'm free.

Nothing's worrying me.

Fade to white

martes, febrero 14, 2006

Me divertí mejor sin ti

Laura era una de esas niñas flacas y anormalmente larguiruchas para los doce años que tenía, era también bonachona, le parecía que había hecho un nuevo amigo en cada persona que le dedicaba unos minutos de conversación y siempre usaba sobre el uniforme una sudadera blanca que decía "Pepsi". Es de las pocas personas cuyos apellidos no recuerdo, ni siquiera uno de ellos (en mi memoria se guardan muchos más nombres completos que conocimiento general). Laura estaba conmigo en la secundaria. Sólo tengo un recuerdo de ella durante esa etapa, en ningún otro evento de los dos años que estudiamos juntas la puedo recuperar.

Una vez, cuando estábamos en segundo, una maestra me sacó del salón para decirme que tenía que ir a un concurso de inglés, de esos que se hacen entre secundarias de la zona, porque a la de tercero que iban a mandar le había pasado no sé yo qué cosa y alguien tenía que ir en su lugar (gracias, qué amables). Me fui. Cuando regresé encontré metido en una esquina de mi cuaderno un papelito que decía

Hola, Graciela,
me senté en tu banca, usé tu pluma, y me divertí mejor sin ti.
Atentamente
Laura (la niña Pepsi)


Todo fue una confusión. No eramos amigas, ¿por qué me dejaba recaditos confianzudos? ¿La niña Pepsi? Nadie jamás le había dicho así. ¿Quién se anda poniendo autoapodos por las cosas raras que hace, como usar todos los días una sudadera de Pepsi? Además, cuando a uno le dejan tan claro que lo pasaron mejor en su ausencia se siente mal, pero al final de la nota había una carita feliz, eso lo volvió todo más confuso, aún así Laura me cayó muy bien desde ese momento por su última frase, tan mal construída pero que sonaba tan bonita y verdadera.

En la prepa, mientras esperaba para cruzar la calle, un camión se paró frente a mí. Desde adentro una mujer flaca y larguirucha me vio, y me sonrió, y me saludó, y yo la vi, y le sonreí, y la saludé sin saber quién era. Me quedé pensando y entonces la recordé. Claro, era Laura, la niña Pepsi, era "me divertí mejor sin ti". Esa fue la segunda vez que pensé en la frase, y desde entonces en adelante han sido muchas más.

Tan útil y tan simple resumen de un montón de cosas que a veces uno no sabe cómo decir: "me divertí mejor sin ti".

domingo, febrero 12, 2006

(...) El sentido del mundo está en caminar, en el movimiento, en el cambio: fue hecho sólo para deslizarse en instantes irrecuperables, para nacer y morir en un parpadeo. En cambio la literatura, (...) como el amor, desde el inicio se encuentra condenada al fracaso. (...) Te escribo porque he decidio lanzarme al vacío: al menos en este caso no me atrapa la inercia. Lo peor es que te escribo y ni siquiera sé si te conozco. ¿Te amé? ¿A quién amamos? No a las personas, sin duda, sino a sus imágenes, las nebulosas siluetas que hacemos de ellas: a sus residuos. A fin de cuentas -el dolor lo prueba- sólo existimos para quienes nos aman o nos odian. Por desgracia esa temible existencia que nos otorgan los otros no se parece a nuestra amargura. De ahí que el amor más profundo sea el que tiene por objeto a un desconocido; así lo poseemos sin decepcionarnos de la idea que tenemos de él comparada con su cuerpo. Cuando convivimos con el ser amado, cuando lo vemos a diario, cuando somos capaces de adivinar sus pensamientos, el amor se desvanece y nos damos cuenta de que el otro no ha sido más que un pretexto. Pero no me importa, a estas alturas me da igual que seas una invención mía y no vayas a leer esta carta: de cualquier modo voy a escribírtela. Que el azar me pruebe en este viaje absurdo, yo probaré en él mi suerte. Muy poco me resta de ti: apenas una remembraanza amarga, un espasmo, jamás una mirada, una palabra, una caricia tuya. Todo se desvaneció; ni siquiera tu nombre significa algo, pues, ¿a cuál de tus figuras, estados de ánimo, sentimientos he de dirigirme? ¿Cuál de todos esos ojos, mejillas, llantos, insultos eres tú? Sólo que, pese a la irracionalidad que entraña, te amo intensamente, mi destino depende de un murmullo de tus labios, de una seña de tu mano. Es la paradoja: no puedo dejar de decirte ya nada. Nada puede hacer que te oculte lo que por ti y para ti es en mí. Nada me puede contener, ni el temor de herirte (...), me posee el amor a ti. (...) Te toco, te veo, te toco y te veo en mí: yo soy de ti, fuera de ti no soy: déjame que me defienda de morirme. Deja que por un instante vuelva a hacerme de ti, que lo intente. (...) Te he hablado, te hablo sin pudor, brutalmente. (...) Estoy llorando como nunca he llorado. Toda mi vida está llorando por ti. Perdóname, fui yo quien te destruyó, no el tiempo. Debía olvidarte, asesinarte, apartarte de mi cabeza. Tú y yo. Y vencí: de pronto dejaste de importarme. Quise entonces excluír de mi alma los sentimientos, siniestras llaves de puertas no deseadas, ápices de debilidad. Ellos nunca me explicarían el mundo. Me refugié en la inteligencia, ese frío tumor: con ella fabriqué un universo contingente, con leyes precisas, donde no hacías falta. El azar estaba prohibido; el amor, proscrito. (...) Infinidad de veces repetí que había que arrancarle al mundo los escasos jirones de verdad que nos muestra: ahora me veo precisado a desprender el más importante, el que puede justificar los demás, el que puede dar sentido al tedio y al dolor, a las risas necias y los olvidos puntillosos, a tu amor desvanecido y a esta carta que se pierde con mi sangre.
Amada, estás presente a pesar del oscuro silencio,

Lo poco que queda de mí

No soy de esas personas que le caen muy bien a la gente, pero tampoco de las que caen muy mal. No muchos me quieren, pero tampoco muchos me desprecian. Para la mayoría siempre he sido solamente "la que se sienta aquí", "ella", "tú", "oye","pst", y hasta ahora no había sido cosa que me hubiera preocupado.

Anoche leí "A fin de cuentas -el dolor lo prueba- sólo existimos para quienes nos aman o nos odian", y sentí tanta tristeza al darme cuenta, entonces, de lo poquitito que me ha tocado existir.

Y yo que me consolaba pensando que, al menos, eso de la existencia sí era para mí. Bah.

viernes, febrero 03, 2006

Bondades de la hiperactividad

Alguien es feliz. Hasta hace poco supe cómo se llama. M., su nombre es M. Mi amiga que ya no es mi amiga y yo nos referíamos a él como "El Souvenir". Es como un recuerdito, una muestra gratis de otra persona. M. es pequeño y siempre está brincando y palmoteando. Si hiciera soniditos como chuic chuic chuic entre palabras o al caminar, apostaría mi fortuna a que es un muñeco de cuerda.

Los tres fumábamos. F. se quejaba de su trabajo y sus enfermedades; yo, incluyente, me quejaba de la vida en general. M., brincando y palmoteando, nos escuchaba, tan hiperactivo, tan sonriente. Le pregunté "¿Eres feliz?". M. dijo "Sí". Clarito se le veia que sí lo es. Nos fuimos.

F. y yo caminábamos hacia el carro, despacio, las manos en los bolsillos, arrastrando los pies, muy despacio, él se seguía quejando de su trabajo y sus enfermedades, luego se interrumpió para decirme "Sí es feliz", y vino a mi mente la imagen de M. brincado y palmoteando, tan hiperactivo, tan sonriente, y nosotros tan lentos, tan pasivos. De pronto fue obvio: "Ha de ser porque se mueve mucho".

Así llegué a la brillantísima conclusión de que la felicidad es algo motriz, una consecuencia del movimiento, como el calor, como la elasticidad. Yo nunca voy a ser feliz.

Y ya en casa tuve este otro pensamiento grande e importante:

No me gustaría salir con un hombre que oliera a gelatina de limón.

domingo, enero 22, 2006

Mis recuerdos olvidados

De un tiempo a acá me viene la preocupación de que se me olviden las cosas de las que no me quiero olvidar. Recuerdos de unos días, de viajes, de encuentros que yo quisiera tener siempre atrapados pero que se me empiezan a ir y ya tengo que darles resanadas de imaginación aunque hayan pasado hace unos meses, un año.

En cambio, hay momentos vividos que tengo tan nítidos por más que preferiría que ya no estuvieran ahí.

Cuando estaba en primero de secundaria escuché una conversación entre las que se sentaban atrás de mí:

-¿Y eso?
-Es que en la mañana encontré un pajarito muerto afuera de mi casa, y se lo saqué, y me lo traje.

Volteé hacia donde estaban las que hablaban y vi que Violeta tenía entre sus manos una bolsa de plástico transparente llena de un líquido (agua o alcohol, no sé) que ya se había teñido de café amarillento y, flotando en él, un corazón pequeñito.

Violeta era buena y, sin embargo, por culpa de ese corazón pequeñito que no se me borra (“...se lo saqué, y me lo traje”), 11 años después su nombre me sigue remitiendo a una figura perversa.

En lugar de guardar lo más querido, la mente se empeña en el almacenaje de las cosas que mejor sería olvidar, como el drama, la vergüenza, el corazón embolsado de un pajarito.

¿Luego por qué uno es como es?

viernes, enero 20, 2006

De consuelos (desconsuelos)

Qué bueno que nunca he tenido muchas oportunidades, así no siento que he dejado ir cosas que pudieron haber sido grandes en mi vida.

Qué bueno que nunca le he gustado mucho a la gente, así no siento que me estoy quedando sola.

Qué bueno que nunca he sido muy buena en algo, ni he viajado mucho, ni he sido bonita, ni he sido feliz. Qué bueno y qué suerte, de la de cosas que me habré salvado.

Bienaventurados los jodidos de antemano, pues.

* * *

Total, que cuando ya todo esté insoportablemente mal, siempre queda la opción de darse un golpe bien fuerte en la cabeza, quedar en blanco y volver a empezar.

* * *

Lo mío, mi vida, es algo así como una historia que tiene un agujero en medio: me da miedo caerme y que al salir ya no te vuelva a encontrar.




serenidad para que no se corte mi respiración
serenidad
para tomarte de la mano
y no llorar

miércoles, enero 04, 2006

El sueño de Finnegan (antes del despertar)

Mira, es simple, todo comienza con un descuido.

Dejar que la ropa fina se arrugue un día más en la canasta, que el carro derrame cada noche una gota de aceite, que en el lavatrastes se acumulen dos tenedores, una cazuela, un vaso aún con leche.

No importa porque la ropa no se necesita por el momento, el carro sigue avanzando y queda todavía mucha vajilla por ensuciar.

Así, una mañana no dan ganas de contestar la llamada y, como cumplirse ese capricho es fácil, no se contesta. Más tarde, cuando el ausente está ahí (presente), se le mira pero nada se le dice, ya por miedo, ya porque de pronto no dan ganas de hablar. Después las despedidas se van volviendo menos dolorosas, menos emocionantes. Luego se acaba la expectativa de los regresos. Al final el ausente vuelve pero ya no se le reconoce, simplemente se le mira con extrañeza y quien lo esperaba ansiosamente la noche previa a la mañana en que no dieron ganas de contestar la llamada se marcha, ya sin siquiera acordarse de qué estaba haciendo ahí.

Es simple, te digo, porque todo empieza con un descuido; pero la ropa se quedó con arrugas implanchables que se volvieron grietitas en la tela y la echaron a perder, el carro siguió caminando tras un arreglo (tampoco hay por qué caer en el tremendismo) pero el suelo quedó manchado por un montón de gotas de aceite que, la tarde en que llovió, formaron un charquito en el que un insecto (una mariposa o un grillo) fue a ahogarse, los trastes limpios se terminaron y el olor agrio de la leche descompuesta en los vasos llenó toda la casa.

Y lo peor, ¿sabes?, es que cuando la desgracia está instalada uno ya no se puede acordar de que en el principio todo fue tan simple, que todo empezó con un descuido.

No, no lo sabes. Quizá ya ni siquiera te acuerdes de qué estabas haciendo aquí.


And her eyes gave him no sign of love or farewell or recognition.

lunes, enero 02, 2006

Autodestructible (mañana ya no)

Al final siempre me pongo triste. Nadezhna no resultó ser quien yo creía (otra vez).

Pero bueno, baste decir

Sin saber realmente por qué, el chico dejó que sus brazos se deslizaran alrededor del cuerpo frío de Trencitas Rubias y la estrechó. Notó el líquido pegajoso de la sangre que le había empapado el vestido, notó los pezones completamente endurecidos apretarle la camiseta, y notó el hielo de ese cuello en el que, a su pesar, sin saber por qué, estaba hundiendo la cara mojada por las lágrimas. Lloraba porque Trencitas Rubias estaba muerta pero seguía bailando, arrastrada por el ritmo general y la tempestad áspera y furiosa de la música. Lloraba, sollozaba porque Trencitas Rubias había sido tan bonita y ahora estaba tan vacía, sus intestinos se habían escurrido por la gran raja abierta en la barriga como la parodia de una vagina, de un sexo suplementario e inútil.

de ahí que al final siempre me ponga triste.


Después todo vuelve a empezar y simplemente se sigue bailando.


Y yo


tap tap tap



También un poco de Ja ja.



Y sobre todo reía porque Trencitas Rubias, a pesar de la raja en el vientre, seguía bailando con él.



Una vez leí:


"Carajo, la risa es la que jode."


(Es un gran final)






JA