domingo, enero 28, 2007

Hoy en: No te doy para llevar

En la familia (la mía, pero preferiría decir que le pasó al primo de una amiga, para qué quemar) tenían hace tiempo una fea tradición. La tía con tres hijos, entonces pequeños, con poca diferencia de edad entre uno y otro y otro, solía servirles la comida y permitir que sólo tomaran la que quisieran, sin presión. Al terminar, juntaba todo lo que había quedado en una cazuela y en la noche lo servía de nuevo en porciones iguales a los tres. Esto se llamaba comer "sopa de babas". Si uno lo comía completo, otro un bocado y el tercero ni lo probaba, la cena se volvía a juntar y ser servida al día siguiente. La sopa de babas podía extenderse hasta el infinito. Siempre más mezclada. Era servida hasta que por fin se terminara.

Ellos pronto aprendieron que mejor acabar rápido con eso y evitarse el asco y la pena ajena de tan feo sistema de alimentación. Después crecieron y se fueron a otros lugares e hicieron otras cosas (no sé si algo de esto fue mejor) (creo que no).

Yo me veo a veces, lo que fue y lo que es y lo que empieza a ser (empiezo a hacer) y pienso entonces en la sopa de babas. Parece que sigo sirviendo lo que sobró una y otra vez, con probadas de otros tiempos, de otras personas y otros actos, buenos y malos, erradísimos algunos, todo mezclado.

A veces, sin embargo, creo que ya he terminado, que puedo tomar algo nuevo, servirlo en el plato limpio, pero no, ahí, en el fondo, donde se guarda todo, quedan todavía restitos mugrosones, mil veces repetidos, y por eso me asusto y me escondo. Hay a quienes preferiría no mezclar.

Es por eso. Sálvate, Zep.

Ya no quiero seguir sirviendo mi sopa de babas para llevar.

sábado, enero 27, 2007

Y ya se arregló.

lunes, enero 22, 2007

La felicidad termina donde el gato parlanchín empieza

A veces no puedo dormir.

Si me advirtieran que es la última vez que me puedo quejar de algo, aprovecharía para denunciar a esos gatos renegones porque los dejan en la calle que al maullar parece que hablan.

Ya me di cuenta, no crean, el parece se abolió y ellos están en serio aprendiendo a hablar.

Por lo calladito de las noches ya les había escuchado algún agua, mamá, incluso Laura más de una vez, pero podían ser confusiones, para qué escandalizar.

No eran.

Anoche, callada, trsite y escuchante, lo escuché, fuerte y claro, de hocico del que vive afuera de mi ventana. Mauricio, dijo. Silencio. Urrrgh, miau, Mauricio, repitió.

¿Mauricio? Hasta a mí me cuesta trabajo decirlo. Ahora sí ya nada los va a parar.

* * *

Lo que fatlaba, ahora ya no sólo no contestaré el teléfono por miedo a que me hable un muerto, sino también a que me hable un gato.

Puras desilusiones y desgracias sumo.

Al paso que van, mañana en la noche el gato ya será capaz de preguntarme: Urrrgh, miau, agua, mamá, Laura, Mauricio, ¿pues qué tú no estabas feliz?

Putita felicidad y putitos gatos parlantes.

Así que no se puso mejor, fueron todas falsas alarmas y hasta terminó peor, pero al menos pude festejar y ahora puedo quejarme (quede de consuelo).

Vendan las acciones. Vamos a la baja. No se armó el negocio de ganar.

* * *

(Servicio social) Lauras y Mauricios del mundo, ya no están solos. Un gato afuera de mi ventana los busca con desesperación.

* * *

Y hasta la tira de Liniers de hoy habló sobre esto. Apocalipsis. Fin del mundo. Pandemonium. Sanseacabó.


sábado, enero 20, 2007

Las batallas en el desierto interior

Cuando estoy por comenzar a quejarme de que nada es color de rosa, como si alguien escuchara, de pronto la cosa comienza a ponerse color de hormiga.

Adentro todo es juego y apuestas.

Son las tripas contra el corazón.

El cerebro, parco y solemne como ha sido siempre, piensa "pobres, pobres" mientras pela tres cacahuates para tener contento a su mono.

Yo podría enojarme porque se diviertan a mis costillas (y en mis costillas), pero los dejo. Me conmueven de tan inocentes. Todavía piensan que es posible que alguno gane en las batallas del desierto interior.

(Aunque tal vez.- Cerebro y mono)

(Ojalá.- Tripas))

(((¿Alguien da más?.- Corazón)))

sábado, enero 06, 2007

La vida según Goldmann o Las grandes verdades de Edmundo Sanfiageno

Y, bueno, como en un mismo día pasé de estar dormida a estar modorra, a estar emocionada, a estar nerviosa, a estar bien, a estar desilusionada, a estar contenta, a estar triste, a estar en neutral, a estar enojada, a estar de buenas, a estar preocupada, a estar feliz, a estar tranquila, a estar cansada, hasta dormir otra vez, me acordé de la teroría del péndulo, del vaivén de la lietaratura que contaba Lavinia.

Vinieron otros recuerdos, como el de la misma maestra meciendo su mano chirrisca por la artritis al tiempo de decirle al estudiante coreano "Giong, me encanta tu nombre, es tan musical... kiooooonnnng, kioooooonnnng" imitando el sonidito metálico de una campana abollada.

Y todos los recuerdos aparecieron porque Carito me dijo "hablemos de literatura", así, sin más me lo dijo, tan directo que asustó.

...Así que todavía hay quién quiere hablar de eso.

Me preguntó por las voces diversas de la narración y yo saqué mi diccionario de Retórica y poética de la autora que seguro no es del color de las pastas ni tampoco una osa con gorra de baño, aunque así la pensamos alguna vez, y pese a que no resolví su duda, sí le metí otras muchas. "Es la isotopía, ¿te acuerdas de la isotopía? (volvió, en forma de fichas)".

Nos dimos cuenta entonces (gran, iluminador descubrimiento, quién lo hubiera pensado) que lo aprendido sólo sirvió para analizar mil veces Sombras suele vestir y olvidarlo inmediatamente después.

Porque aquí, en la vida real, no les aplicamos a los días el Método de Reyes, porque vemos, leemos, escuchamos, y sólo podemos decir que es bonito, que es feo, que es bien triste, y así nos divertimos mejor.

Es más bello todo cuando no tienes que andar hablando subido en el monociclo de Saussure, cuando no desentrañas la obra (todas las obras) con las claves lingüísticas de Mounin, cuando ni siquiera sabes ya quién era o qué hizo Greimas.

Yo sólo suelto nombres que me vienen de lejos. Como dice Althusser (...no, así no le dice...), aprendí para olvidar.

"Está bien culero afuera, todas las calles inundadas, está lloviendo fuertísimo". Alquien corrije "Fortísimo, se dice. Está lloviendo fortísimo". "Eshta lloviendo fortíshimo", repito yo haciendo gestos, porque me enoja que les enoje, porque hablar mal está bien, porque le dan en la madre a la competencia lingüística con tanta correción, porque qué aburrida es la gente que cualquier día, en un momento simple y familiar, no tiene lagañas ni come brócoli o, incluso, hasta llama a los mariaches para ponerse a cantar.

Sí, uso adjetivos a lo bruto, me refiero a la entropía sin saber qué es, leo sin poder acordarme qué con la diégesis y la metadiégesis y la blabla, desconozco los estudios, califico sin fundamento ni seriedad y, la mayor parte del tiempo, hablo por hablar. Lo peor de todo es que aún habiendo sabido y ahora olvidado, no lo paso mal.

Tal vez es verdad que El mundo es ancho y ajeno (o, como alguien prefirió escuchar, Edmundo Sanfiageno) , pero esto (todo) es la vida, y a veces la teoría la insulta.

Aunque el mundo sea una gran naranja azul, al menos yo no vivo según Goldmann.

martes, enero 02, 2007

El aviso de ocasión

¿Camiones apestosos con carísimas tarifas? Pfff, de nacos. ¿El complicado sistema de Tren Ligero que sólo va derecho, camino adelante, pasando por los lugares a los que nadie quiere llegar? Olvídate de eso. ¿Quieres gozar del horrible tráfico de la ciudad sintiéndote protagonista de él? ¡Ésta es tu oportunidad!

Carro noventero, lámina picada, un asiento roto, guantera chorreada de café de hace como dos años, llantas nuevecitas marca libre del Wal-Mart y un sinfín de papeles, periódicos, libros, bolsas de plástico, cajetillas vacías de cigarros, bolas de pelusa y sabrá Dios cuántas sorpresas más.

¡Hazlo tuyo! Sólo tienes que ir por él (prevenido con una grúa, porque no sirve) y robarlo. El secreto está en que la cerradura de la puerta del volante chafea, creo que se abre hasta con un pasador.

Como a mí se me descompuso en la víspera de año nuevo, lo tomo como una señal de que mi propósito para este año sea andarme por la vida a base de rides.

Now! Offering! Great! Last chance! Ahí por Plaza Patria está.





Así que ahí se queda, hasta que se lo roben, me pague por él el seguro y todo sea papeliza y felicidad.

Relax-o-vision