lunes, agosto 15, 2005

Las despedidas no son una fiesta

Se me había olvidado que hacía tanto calor en Guadalajara. También lo pequeña que es mi casa. También el placer de descubrirme en una calle conocida. También. Soy capaz de olvidar tantas cosas en un tiempo tan corto.


Al mundo olvida y el mundo la olvidó.
El eterno resplandor de la mente inmaculada
acepta todas las plegarias y renuncia a todos los deseos.


Mi cabello es oscuro y casi siempre lo llevo suelto, pero.

...en medio de la multitud palpitante, Trencitas rubias, muerta, sigue bailando.

Y luego, despertar. Ese mareo que es como para quedarse en silencio. Disculpe, tuve que alejarme. No pude soportarlo. Si le hablo de usted es porque lo respeto. No vaya a pensar. Que no me digan chaparrita. Que no me toquen. Que la señora desconocida no me pida explicaciones: No soy la amante, soy la hija; no soy la hermana, soy la media hermana; no me gusta la leche entera; prefiero el café descafeinado; guarde las cosas en el refrigerador o tírelas a la basura, yo ya me voy, me da igual. A fin de cuentas yo siempre me voy y siempre me da igual.


Esto ha sido el relato de los últimos días, que son los únicos que tengo por esa tendencia a olvidar. Así se ha cumplido todo. Tic tac, tic tac. Soy una dama sin orden. Choco tres veces los tacones de mis zapatillas rojas y sólo para decirte: Adiós, tengo prisa. (Aunque al tiempo repita entre dientes: no hay lugar como el hogar, no hay lugar como el hogar, no hay lugar como el hogar...)

Después de toda la sangre...

...Es bueno estar de nuevo en casa.


Cómo me gusta el orden, la limpieza. Creo que lo llaman serenidad.


Corre al saber que tu ser quedará
sin hablar, sin tocar, sin amar.
Tiempo de sal, de jugar, niña de mar.

martes, agosto 09, 2005

No soy la que tú buscas

Toc, toc. ¿Sí?, responde y al mismo tiempo pregunta una vocesita dentro de mí.
Voz externa dice ¿Graciela? No sé, responde de nuevo una vocesita más aguda que mi voz. ¿Nachieli? No sé, yo tampoco la encuentro por más que pregunto. Entre ellas dos no hay confusión. Entre ellas dos y yo sí la hay. Lo único que puede unirnos son las recientes manchitas cafés que nos están saliendo en el pecho y nada más.

¿Lupus? No lo creo, aunque Graciela insiste en que podría ser, esa enfermedad ya la padecí hace algún tiempo.
¿Ovnis? Podría ser la marca de que entre tanta gente confundida, ellos también hayan creído que ella y yo somos la misma cosa encantadora.
¿Malformación? Posiblemente, tal vez pronto seremos en realidad una misma y nos ofrezcan trabajo en las ferias, junto al niño que se pregunta "¿dónde está mi cuerpo?"

¿Qué se preguntarán ustedes? Este... ¿con quién te vas, con melón o con sandía?

martes, agosto 02, 2005

La vida: instrucciones de -mal- uso

Hay en toda vida una palanquita para destruír lo propio. Esta destrucción no debe entenderse como desintegración (ya quisiéramos) sino como la seguridad de que todos los días venideros serán irremediablemente feos y caóticos.

No hace falta tirar fuerte de la palanquita, basta con sólo tocarla.

Inútil prevenir. La gente tira de la palanquita todos los días y en todos los lugares (una vez por cada persona, valga aclarar) aunque bien se sabe lo que viene después.

Inútil prevenir y ya mejor sólo aconsejar: Cuando la destrucción (aunque creo que más bien es construcción destructiva) haya dado comienzo, no hay que moverse mucho, no luchar, no nada. Lo único que queda por hacer, lo único que se ha hecho siempre: sentarse a esperar.

*** Eso sí: No dramatice, no sea puto.

Yo ya tiré de la palanquita (tal vez sea botón, los instructivos de la vida suelen ser confusos en los detalles), por eso me instalo una sonrisa autocompasiva y espero, espero. Tic, tac, tic, tac...