jueves, diciembre 27, 2007

Algunas islas imaginarias que se esconden

Quisiera poder escribir todo lo que me va llenando de ganas de ponerme a llorar por cuanto se me ha quedado adentro, intacto, evadido; por todo lo que he ido perdiendo, dejando ir; por todo lo que me ha pertenecido y sin embargo he soltado porque no va bien con mi discurso el asir, y por todo lo que he querido inutilmente y sin esperanza. Quisiera poder, al menos, ponerlo todo en orden, nombrar cada cosa de una por una para poder saber siempre qué son y que están ahí; decir cuánto amor les tengo todavía a algunas personas y sus presentes que irremediablemente se han ido y cuánto lamento no haberlos salvado de convertirse en recuerdos. Quisiera tener más que palabras o al menos que éstas fueran mejores, más nuevas, menos empobrecidas de significados. Pero nada de esto tengo y me estoy acabando de querer. Lo único que me queda cuando lo pienso demasiado es la seguridad de que, adelante, me encontraré con que esto, esta tristeza imposible de decir, esta nostalgia pesada, esta soledad, era lo mejor que iba a tener, que esto era la belleza, yo no sé, no es, pero empiezo a verlo hermoso, quizá esto (eso) era la felicidad.


Emprende el viaje a Ítaca,
pero demórate lo más que puedas, haz muchas escalas
tendiendo siempre presente tu Isla, la que estás buscando.
Al final llegas a Ítaca, y ¿qué vas a descrubrir?
Que la verdadera Ítaca era el viaje.

lunes, diciembre 17, 2007

Solidaridad al año: Nos queremos morir

En 1990 tenía ocho años y la seguridad de que el último día de ese diciembre se iba a acabar el mundo. No iba a tener un perro ni a usar nunca uñas postizas, no estudiaría una carrera ni llegaría a tener 18 años y la vida resuelta, siendo, claro, un adulto en plenitud, como se piensa que se será 10 años después cuando se tienen ocho.

La víspera del año nuevo, no recuerdo, pero aseguro, fue calurosa y dejó esa sensación pegajienta en la piel que provoca el clima tropical, justo como no deben ser las fiestas decembrinas y como, sin embargo, fueron muchas para mí: sin árbol con foquitos y siempre demasiado cerca de la playa. No me acuerdo tampoco si tenía miedo o no. Seguramente sí por pensar en las cruces de sangre y las espadas de fuego y todos los cocos que acompañan a la idea del fin del mundo, pero casi estoy segura que no temía por morirme. Eso estaba bien, si se acababa se acababa y nimodo, ni perro ni uñas ni carreras ni ser nunca adulto mayor, si se acababa se acabó.

Con exactos 70 años más que yo, mi abuelita supone que si sigue viva es porque nunca quiso morirse, y ahora que ya quiere, o quizá, ahora que la muerte le es más inminente que para la mayoría, entre lo más grande que ésta le genera está el miedo.

Lo bueno de pertenecer a la generación que ya viene con el desgano y la desesperanza en la configuración de fábrica es que morirse o permanecer vivo vale más o menos para lo mismo, si acaso un poco de tristeza suavecita, de pudo haber habido para más, pero de miedo o de asombro ya no.

A mí desde hace 17 años se me acaban los mundos y desde hace 24 se me acaban los años, y es tiempo todavía que los fines defines los contemplo sin sorpresa y las muertes sin devoción. Pensando en esto ya no me extraña que la vida se me va sin sobresalto, porque cómo darle interés al mientras tanto si el al fin nunca me preocupó.

Lo bueno de tener ahora 70 años más que la generación de los que de vez en vez pero casi siempre se quieren morir es que el transcurso sirve, tiene sentido, y su final acaso da miedo, acaso respeto, pero nunca nunca da igual.

Quizá es cierto que antes se vivía mejor. Lo malo del antes es que ahora ya no. Y entre lo bueno y lo malo, aunque de lo primero casi no me tocó, pero (en compensación) sí capacidad para dramar lo segundo, de nuevo otro año ya se me acabó, y no se me ocurren más que estas consideraciones inútiles y sabor a nada como despedida, como honor a mi mal generacional, quiero decir, como celebración.


Adiós, año que vino, adiós.

jueves, noviembre 22, 2007

Mi cabeza es tu casa

Por mandato de Miss Eva, si mi mente fuera una morada


En mi mente como morada habría cuartos siempre en construcción, para dar espacio a las memorias con las personas que desde que las encontré no he dejado de vivir ni de amar. Habitaciones iluminadas, con grandes ventanas para tirar por ellas sin problema platos, gritos y, al final, rencores de todas las equivocaciones cometidas y que, seguramente, faltan por cometer.

Habría también cuartos deshabitados que, sin embargo, conservan sus muebles y sus cuadros intactos, para cuando el ausente se decida a regresar, porque a pesar de sus viajes, sus cambios y su distancia, esta siempre será su casa.

Para los que van y vienen a placer, cuartos de paso con pocos adornos pero muchos cajones para guardar entre naftalinas (que, se sabe, es como huele la nostalgia mejor cuidada) los recuerdos que podremos sacar siempre que sea necesaio un poco de pasado para aminorar el peso de un presente que no huele nada bien.

Dos o tres habitaciones muy cerca de la entrada, fáciles de localizar, que mantendría tibias con esperanzas para que los que siempre han estado lejos pero significan tanto puedan llegar en cualquier momento y sentir que en esta casa hay un espacio que sólo a ellos les pertenece.

Muy arriba, donde nadie más que yo alcanza a llegar, un piso para mis padres, mis abuelas, mi mejor tía y dos o tres más; un lugar grande que podría tornarse asfixiante al descubrirse juntas personas tan diferentes, insoportables, a veces, las unas a las otras, y que quién sabe qué perversas fuerzas cósmicas decidieron agrupar. Un piso excedido en salitres y asperezas en apariencia, pero que mantiene un ambiente que me hace sentir segura, un olor a amor incondicional, a bondad elemental.

En todas partes estarían mis dos perras, dueñas inmaculadas de mi reino memorial.

Junto a la puerta principal un cuarto de juegos, para que en algo se entretuvieran aquellos que todavía no tengo muy claro qué hacen aquí o en cuál cuarto se quieren (o se tendrían que) hospedar.

Repartidos en los pisos, en mi mente como morada, habría salitas y jardines, para que no se me ahogen los recuerdos y las personas puedan ir a tomar el té o salir a pasear; les horneo galletas de vez en vez, porque en mi mente como morada a nadie se atiende mal.

Al fondo del último patio, casi escondido, habría un cuarto con fotografías, con la constancia de palabras, años, días o pocas horas de personas que hirieron mucho o que, por el contrario, no fueron sino borrachos que pasaban, y sin embargo se quedan, aunque no lo sepan, aunque no lo quieran, en parte porque de algo me servirá aprender, en parte porque no sé olvidar.

Y si es cierto e inexorable o no eso que dicen sobre la desmemoria de los caballeros, no es mi problema, porque yo soy una dama, y si mi mente fuera una morada, se le imprimiría con certeza en su publicidad:




You can check out any time you like, but you can never leave.



***

Si mi mente fuera una morada, ahora en imagenes:


***

En el corcho de avisos de mi casa como morada, un letrero que dice: "Que lo hagan Isis, Rosángela y Carito, porque es tradición que de una casa ajena llegue la encomienda de hacerlo y después pasarlo, al más puro estilo al que le caiga le hiede, a alguien más".

miércoles, noviembre 21, 2007

Ahí va otra vez

Tell me am i right to think that there could be nothing better
Than making you my bride and slowly growing old together



Afortunadamente y con reiteradas pruebas puedo decir que soy el tipo de persona con la que a otras personas les gustaría estar siempre siempre, hasta vernos envejecer.

Desgraciadamente, soy el tipo de persona con la que a otras personas justo ahora y dadas las circunstancias de lo que hace presente les parece imposible estar. Y esto puedo decirlo también con reiteradas pruebas y absoluta seguridad.



¿La historia de mi vida? Futuros que nunca llegan porque el ahora los mantiene imposiblemente lejanos a punta de despueces, patadas y todavianós.

jueves, noviembre 08, 2007

Cocinando espantos

De Metáforas culinarias inútiles para la vida (parte 1)


Para sernir la harina es necesario ponerla dentro de una lata con fondo de mosquitero diseñada para tal efecto y darle muchas vueltas a la palanca que aplasta el polvo contra la malla. Al gusto puede observársele caer o distraer la vista en algo alrededor.

Habiéndose formado un montículo de harina al que comúnmente se le llama fuente, se le hunde con la mano un agujero en la parte de en medio en el que se ponen huevos, azúcar y gengibre o vainilla al gusto, sólo para que el catador no le acuse de desabrido, tampoco está uno para dejarse ofender así como así. Se amasa y se hornea un rato. Con un poco de suerte se obtienen galletitas o un pastel, dependiendo del royal.

Para sernir sentimientos y obtener algo al final seguramente se debe seguir más o menos el mismo procedimiento, buscando con qué armar la parte real de la metáfora. El problema es que para esto no es tan fácil encontrar el cernidor, y, se sabe, si la harina, es decir, los sentimientos se usan así como así, invariablemente se forman grumos y termina todo mal.

En un ejercicio de suposición ociosa, diría que se pueden buscar los elementos necesarios para hacerse del cedazo anímico/sentimental entre canciones, imagenes, textos y pasados que se han ido olvidando, tanto propios como de la contraparte. Pero no estoy muy segura, después de todo, en la escuela, y aunque más tarde en la vida eso también olvidé, a mí sólo me enseñaron a cocinar.

And so i thought I'd let you know...

I'm glad I didn't die before I met you



*gracias*


sábado, noviembre 03, 2007

*sigh*

Estaba programado seguir consagrándome al azote, la tragedia, el dramonón, la desolación y la desilusion, pero de pronto, esto:




Come on monsters, you don’t have to cry...
we can be happy!



(waaah!)
(yeah!)



Wepa! La toda simplita felicidad.

viernes, noviembre 02, 2007

Para cerrar el

Gran Ciclo Gracielardilla de las Grandes Listas Graciela de las Cosas de quejas varias

se prevé la presentación de mi (seguramente) best seller

Los caballeros las prefieren emo

con consejos para andar por la vida nomás causando lástimas y el secreto para forjar vínculos indestructibles valiéndose de la fuerza del desbordado drama personal.



Such a bloody delight...
Y, claro, la gran gran grandiosa

Gran Lista Graciela de las Cosas enormemente estúpidas que he hecho sólo para fastidiar a un tercero que probablemente ni se enteró que me ofendió y menos se dará cuenta de mi vengativa ofensa.

Esta podría llevar como subtítulo "(A mi edad) El ventarrón de mi furia ya ni a chiflón llega".
Ya que esté en eso, que no se me olvide sacar a la luz la

Gran Lista Graciela de las Cosas que van a devenir en desgracia

contando en su top top top al concierto de Björk y el 98% de mis relaciones de cualquier tipo actuales y venideras.

Bruja.
Un día, cuando pierda el prejuicio a hacer públicas mis listas, podré poner aquí la

Gran Lista Graciela de las Cosas que cada vez me importan menos y desestimarlas me da placer.

No será hoy.

Pero la lista no para de crecer.

miércoles, octubre 31, 2007

Primera del drama extremaungido

Another sentimental argument and bitter love


Afuera de una casa ajena, en el frío, le digo a una mujer que tiene el valor y la grandeza multiplicados por cada uno de sus muchos años que si pudiera me llenaría la vida con perros y gatos que estuvieran tristes y hambreados y solos y perdidos para volverlos mansos y satisfechos, felices.

Mientras hablo, de cerca me observa la perra a la que hace 15 años le di un nombre, y ya con nombre, cómo no admirarla, cómo no quererla; de cerca me observa hablar de mi magnanimidad; debe acordarse que a ella la regalé y quizá se pregunté, escuchándome, por qué.

Dicen que los perros no tienen memoria a largo plazo, pero sí la tengo yo y en ella guardo que en un cambio, a mi animalita, la dejé atrás. Entiendo que si entendiera, la perra con nombre que de cerca me observa mientras hablo de mi magnanimidad se preguntaría por qué.

La llamo, mi niña, y lenta por todo su tiempo se acerca a mí indultándome de rencores tal vez no concebidos en el acto de hundir serena su cabeza en la mano con la que la acaricio.

La vida debe ser más simple cuando el olvido te deja abierta la posibilidad de cederte blanda a un mimo de quien antes, y aún con razones y justificaciones, te pudo lastimar, y lo hizo.


Y luego, la muerte:

La vida debe ser más simple cuando te mueres antes que todo lo que quieres, y me refiero a personas, y me refiero a animales, y me refiero a ilusiones. Pero, claro, al destino nunca le ha preocupado nuestra comodidad.

Con la oreja suavecita de la perra dejándose rascar agradecida, me reafirmo que todo (es decir sobre todo) lo que quisiera vivo por siempre se va a morir.

Y mis sentimientos ¿qué?



Una cosa lleva a la otra:

Festejar a los muertos para acordarnos de todo lo que nos falta por vivir y lamentarnos por ello. Festejarlos, además, para volver a remarcar una cruz sobre la frente de cada presencia o memoria amada para que al verla tengamos siempre en cuenta que tarde o temprano también se va a ir.

Dramonón de lo finito, tragedia de lo efímero. Bonita festividad.

martes, octubre 30, 2007

Something sacred

y es que siempre leí scared.

Ahora me corrijo y recomienzo.


(Take a bow)


***


Además, se sabe:


Fire is the devil's only friend


Y yo sólo contesto el teléfono y me gusta vivir en paz.


............................................................................¿Qué le vas a hacer?

jueves, octubre 18, 2007

Ya no tengo lengua para los días (try to keep me real)

Cada noche, al salir de la escuela, Indira se iba conmigo hasta la primera estación del tren que me quedaba de paso. A veces, después de horas especialmente largas y espantosas, mientras caminábamos hacia el estacionamiento se detenía para decirme "fue uno de esos días que no debieron existir", y nos reíamos, aunque sabíamos que era verdad.

Siempre me pareció que Indira tenía la gama emocional de una catarina. Manifestaba hambre, frío, sueño, aburrimiento, pero nunca drama o algún tipo de felicidad. Aún así era de mis personas favoritas, porque sabía reírse de lo mínimo, pero sobre todo porque sabía reconocer de entre todos los demás los días que debieron haberse pasado del anterior al siguiente sin pedir ser vividos. El aviso nunca fue oportuno, pero servía para darme cuenta de ellos, para constatarlos. Es (¿era?) importante distinguir.

El problema es que sin personas así los días se van pasando indistintamente, todos iguales, llenos de gente cabizbaja, yo entre ellos, y otros pocos que se levantan con la irresponsable inconsciencia de que en algún momento se van a volver a caer. Se vive demasiado partiendo de absolutamente nada, se pierden de vista las verdaderas grandes tragedias que no acontecen, se maximiza lo nimio hasta hacerlo aplastante.

Sin nadie neutro, nadie que valore como aceptable al día que, al menos, pasó sin sobresaltos mayores, de pronto, cuando menos lo esperas, ya está todo fuera de control, todos los días son días que no debieron existir.

***
Es sólo que extraño tener a alguien con quién no tener que tomarlo todo tan en serio, tan a la tremenda.


Aunque lo digo montada en el drama (como siempre), es demasiada tragedia. Básicamente ya me aburrí.

sábado, octubre 13, 2007

Being in love is totally punk rock (dice en una camiseta)

No es que no sepa que tarde o temprano tendría que recoger mis cosas, ponerme el abrigo y moverme. Tan no es que no lo sepa que cada que lo pienso se me aparece la imagen de una madre (la mía o cualquier otra, imaginaria, funcionan igual) en la posición más cómoda para el reproche (bien conocida -por mí- como cochecitos) diciéndome "no, es que las cosas no se van a hacer solas" y lo sé, pero también me sé muy bien justificar.

Puedo llegar (y lo hago) todas las noche (como esta noche) a casa con una nueva idea que no me cabe de tanta genialidad, abrirme una página en blanco, poner dedos sobre las teclas y creer que esta vez sí: escribir rápido, en automático, nadie lo tiene por qué notar, conseguir un título (¿eso servirá para convertirme en algo? mi vida), llenarme tres maletas e irme de aquí (como si la ciudad, como si esta vida fueran las que no me merecen a mí). Lo demás ya se sabe: la idea que no me cabe de tanta genialidad deviene en muy pocas palabras o a casi nada y al final, como cada vez, es no.

Si al menos todo quedara ahí, en el fracaso que ya me es tan fácil de manejar, y a veces queda, pero de pronto la noche se me deshilacha a partir de ese momento, los hilos se me corren para todos lados y ya ni qué hacer, sólo verlos irse, soltarse haciéndome el ánimo fragil y esperar a que pase el ansia, el miedo, la tristeza y, en ciertas, maravillosas ocasiones, el recuerdo de la felicidad hasta que se haga de día y ya no importe tanto porque todo se me presenta nuevo para gastarlo hasta que llegue en la noche con una idea que no me cabe de tanta genialidad y a ver en dónde termina.

Esta noche fue pensar en que hasta los momentos más felices se me han teñido de tristes (supongo que por eso que no permite alcanzar la perfección para evitar que ésta se devalúe) pero que aún así los atesoro como lo más grande, aunque en su momento y a pregunta expresa no los pueda recordar.

De uno de ellos (el que acudió al llamado de buenostiempos de esta noche) me queda como resumen esta frase, que fue casi confesión: I'm a loser and a user so I don't need no accuser, pero yo no acato advertencias, uso mis fichas de rebeldía en ello y, ahora, en esta noche y sobre el cadáver de mi enésima idea genial, me quedo con mi recuerdo-más-feliz bittersweet, que es con lo único que puedo, sí, pero también lo único con lo que me quiero quedar (well, the pleasure, the privilege is mine).


Pero tal vez para próximas noches sólo necesite (para salvarme de las deshilachadas) buscarme un lugar que me acomode mejor en un softer world.

martes, octubre 09, 2007

Alegrías, edición limitada

Cada que alguien me enseña su myspace, me alegro tanto tanto de tener un blog.


Soy de una generación diferente.






En mis tiempos, las páginas personales no eran así.


***
Update:

Ahora todo está más claro gracias a Luis Ricardo, quien señala: "Es que va por gremio. Si eres escritor o monero, blog. Si eres fotógrafo, flickr. Si eres músico, myspace. Si no eres nadie, Hi5".


Y yo tan cuidadito que tengo lo mío en el Hi5, tssst.

domingo, octubre 07, 2007

Yo no quiero volverme tan loc(a)

(Esto) empieza con la frustración de encontrar/ver/escuchar cosas bonitas que no puedo enseñar a nadie por el riesgo a que me digan ¿eso qué?, o que a algo muy gracioso lo acusen de no serlo y que en realidad la culpa sea toda de que no lo supe contar. ¿Problemas de comunicación? Sí. Habría que conseguirme una máquina procesadora de ideas dispersas para poder compartirlas y que no terminen siempre en mal. Pero bueno, mucha explicación para algo que se suponía era en sí mismo la explicación. (Esto) termina con lo de siempre, pues.





Who cares what cowards think, anyway?
They will understand someday
Someday

sábado, octubre 06, 2007

Greatest hits

Todo parte de que se muere Charlie y hace su lista de Greatest hits y yo me malviajo de tristeza-emoción, porque me vendo a cualquier chantaje sentimental que me ofrezca la televisión, ya soy una dama con modernidad.

Y anoche estaba tan dispuesta a señalar al blog con mi dedo diciéndole que es puto, que duele, que trae el mal, pero la verdad, mirándolo bien y aún tan falso como es, ha traído momentos que no pueden sino agradecérsele.

Quede para el récord personal al menos uno de tantos de algunos de algos de lo que en sus años ha traído el puto, el bueno.

1 La risa antes de que una idea rase los ojos con tristezas, por el vino, por la perra que era rosa, por las casas y las horas, con Laia.

2 Las películas encontradas, los momentos 444, los conceptos ganadores de tan espantosos y los asesinos de la C, todo en un día (y en ese día, toda la vida) con Alex.

4 La ciudad más hermosa en un bar de obsoletos lleno de libros con Mario.

5 Los viajes largos y el frío de una mañana muy corta en Querétaro con Gema.

6 La noche hasta convertirse en día, empática, comprensiva, entendiblemente dando las mismas preguntas a las mismas respuestas siempre con Rosángela.

7 Las flores en el ático y sus demás coincidencias con Isis.

8 Palinuro en las playas de Tijuana y tanto y tanto de Juan Luis Guerra, ese genio, con Pirer.

9 Una casa grande y hermosa y oscura y sola y por unos días totalmente mía con Carlos y Paco.

11 Un café de noche con lluvia invernal en los portales de Puebla con Ricardo y Carito.

12 La empatía, pausa-empatía y vuelta atrás, y, al final, el paso del tiempo con Olaya.

13 Los cigarros cotidianos cuando se dejó de suponer que era bien ñoña para descubrir que, en efecto, soy bien ñoña, pero tengo buen corazón, con el Chiva.

14 La risa y el drama cotidiano que se guarda en secreto por cuidar construcciones que vienen de antes, por pagar errores que en su momento ni lo fueron, con la chica bajo el velo.

15 La brevedad de un chai casi ficticio con Gema y E.

16 La casa del té con Niche, Tamara, Mario, Ricardo y Raúl.

17, 18, 19, 20 y otras cosas que vienen de muy lejos, borrosas, que por querer dejarme rápido de esto no puedo asir; montones de momentitos que duraron poco o que van durando mucho o que puede que se queden siempre, yo no sé, pero soy fácil de comprar, porque de vez en vez sé embellecer el pasado, perfeccionarlo, verme aquí y, por un rato, tenderme en los laureles de los grandes recuerdos que esto me dio, de los grandes tiempos, y no sólo de eso sino, en algunos casos, del saberme cerca de personas que, sí, otra vez, siempre voy a amar.

Intermedio

Últimamente tengo más palabras que ganas*, y apenas esto digo.

Quiero justo lo que no puedo tener, tengo sólo cosas que quisiera perder, pierdo todo el tiempo, pierdo mi tiempo, siempre pierdo, y no gano para desgracias.

Se sabe: Mi vida es una tragedia.

Y, lo peor, a veces lo paso bien.

Ya me quisiera cansar.

¿Fondo estás ahí?

miércoles, septiembre 26, 2007

Y de los grandes, enormes recuerdos

Màs allà de la admiraciòn (o en el justo centro de ella), es impresionante descubrir(me) que hay personas a las que, estèn o no estèn, cambien o se pierdan, siempre voy a amar.

This is our last dance
this is ourselves
underpressure

Màs de las luces que se apagan

Switch turned to on. ¿Dònde duele? En ninguna parte. Todo viene de la incapacidad de sentir algo que no sea estas ganas de hacerme piso, de estar menos. Duele. Pero no. Yo no sè dònde queda la propia vida cuando lo ùnico que has apendido es a observar la de los demàs. Observar. No es que quiera conocer otro mundo distinto (para què, si tengo el mejor de los mundos posibles -metafòrica y lietaralmente-), es que salen brazos que me jalan y despuès me dejan sola. Desolaciòn. Es otra cosa, es estar perdiendo el tiempo, perdiendo a las personas equivocadas, perdièndome en ganarme o encontrarme lo que no me interesa, quizà, quizà, quizà tener. Para abajo. Y es que veo a quienes estàn tan adentro de sì mismos pero pueden salir y observarse, contarse, mirar al otro (puta, al otro) a los ojos y decirle: mira, estoy tan adentro que no puedo salir a decirte nada de mì. No, no lo digo por Ti. Valiendo madres. Cuidado: no soy lo que quiero ni lo que parezco. Disclaimer. Cosa difìcil lo de los pensamientos indiscriminados, random thoughts, esto de escribir sin parar, esperando una respuesta (a preguntas, claro, nunca hechas) y no encontrar màs que a un pobre perrito corriendo en cìrculos en la persecuciòn de su cola. Luego cometer errores. Quiero decir, cometer acciones (las cuales no pueden sino cometerse, como "el acto") que se convienten en errores. O no. ¿Dònde duele? Duele en el justo punto del ojo que te ve, ese ojo que es tuyo pero putamente te observa desde afuera mientras te quejas de las cosas que te pasan y el lugar el donde estàs (pase lo que pase y estès en donde estès). Despuès viene arrepentirse. Es como si el ciclo no se completara si al final no queda un dolor espantoso y las ganas de no haberlo vivido ni haber estado donde se estuvo con lo que se viviò. Parece increìble pero la gente se muere. ¿Por què no podrè llorar? Creo que un llanto claro y sincero, que me corte la voz mientras hablo las mismas pendejadas cuacuantes de siempre podrìa explicarlo todo a la perfecciòn. Me rìo cuando a alguien me pregunta si no lloro porque tengo un problema en los lagrimales. Me gustan las dudas sinceras. Me gusta, sì, eso de la sincerdidad. Y sin embargo. Morirse (pensè en decir: "jaja, morirse"), pero no. Yo sì me quiero morir. Maldigo todas las cosas en las que creo, esas de las que yo solìa pensar (y lo seguirè haciendo, mañana, despuès de hoy, ya sè) que eran mi salvaciòn, pero no (ahora, aquì, ya sè), no son sino mi jaulita que me guarda, conociendo la sentencia, mientras llega la condena. Hay cosas que no me gustarìa hacer y hago, hay cosas que me gustarìa hacer y no hago. Hay cosas que no me gustan. Lo que pasa despuès de lo que queda. ¿Por què no sè hablar? Me gustarìa tener un amigo imaginario. No me gustan las palabras amor, soledad, suicidio. Y sin ardidez, es que son espantosas. A mì me dan cruda moral. Marmota, Tejòn, Cucurucho. Hermosas. Alegrìa, esa tambièn es buena, vale la pena. ¿Cuànto tiempo tendrìa que pasar con Alegrìa para pensar tanto en ella como para darme cuenta que en realidad no es tan buena? Ya sè que yo no lo sè ver. Soy el problema pero soy lo que tengo. ¿De què lado me voy a poner? Cansada, sì, pero no hay tal cosa como un switch off. Ya no puedo, gracias por todo pero renuncio, quizà quizà (sì, ahì, en alguna parte de la espalda, a veces en la cabeza y extrañamente en algun sitio entre los dedos del pie, està el botòn), vuelvo despuès. Switch turned to off.

Outsiders

It's summertime and I can understand if you still feel sad
It's summertime and though it's hard to see it's true
*possibilities*
When you look inside all you'll see is a self-reflected inner sadness
Look outside, I know that you'll recognize it's summertime

miércoles, septiembre 19, 2007

(F)utilidades

Foutaises. En ver la traducción se puede comprar como si fuera un aime/n'aime pas, pero mejor quedarme con la idea de futilidades. Foutaises. Me gusta la nueva palabra que aprendí. F. Foutaises.

Elle aime son nouveau mot. Elle n'aime pas écrire dans un languaje qu'elle ne connait pas assez (beaucoup).

Siempre he querido hacer una de esas listas de likes and dislikes, poder dar constancia de las cosas buenas y las malas, atraparlas (esa necesidad tuya de asirlo todo, ojos negros, piel canela, que me llegas a desesperar), me gusta la tinta roja sobre papeles viejos apoyados en una mesa de esas maderas cuyas vetas parecen ojos, pero me detiene el qué diré si al final me descubro entre las manos un libro de cabecera. No me gusta Greenaway.

Foutaises: lugar común. Pero las futilidades, por poco (nada) prácticas, son hermosas. Me gusta lo hermoso (pero me da miedo). Temo ser el cliché de quien no quiere ser el cliché de los que hacen listas de likes and dislikes. Sé que les pasa a todos (ea, otra vez me lugacomuneé). La verdad, no me preocupa, pero sé que debería preocuparme y me preocupo por preocuparme y entonces, como sin buscarlo, encuentro el fin de las preocupaciones en la boca de las cosas bellas.

Ray Loriga lo hizo, grande; Jeunet con Dominique Pinon, otra vez, y viéndolos el corazón me va de pequeñito a enorme. Qué sentimiento desproporcionado este de no saber bien a bien qué sentir. Debe ser la belleza.

Y, entonces, me gusta cuando encuentro las palabras y el espacio para decirlas; no me gusta no poder escribir todo lo que quisiera, porque me sobrepasa, pero sobre todo, porque se queda. Perdón, otra vez me voy a desperdiciar, pero algo gané, algo enorme de tan pequeño, la certeza simple de que al final (de entrada y en todo el transcurso, aún cuando de pura cotidianeidad no lo vea) soy sólo una lista, larga y clara, de likes and dislikes. Quizá vale la pena no pasar corriendo e incluso admitir que, bien mirado,

I like the arrival of the words... The End.

martes, septiembre 18, 2007

Segunda historia / cualquier parte / escapo, no escapen

Debe ser esto: el día tiene demasiadas horas como para poder aferrarme a una misma idea, a un sentimiento continuo. Imposible (porque ahora estoy triste) pensar en tener un plan que no parta de mí, me inlcuya, me refleje, me cause, me consecuente y me a mí, porque es lo único que puedo hacer con las horas. Soy lo que tengo, pero por lo(s) demás, siempre queda improvisar. Ya tuve mi fiesta, y tampoco es que me importe tener que enfrentar lo que venga (porque ahora estoy contenta). Agradezco.

En los momentos felices, la corte ñoña (sweet scape, sweet scape) me vende, por ejemplo, canciones que yo no quisiera comprar, pero estoy en barata y hago un descuento (en toda la oferta), por las horas, por los años, por la vida de cariño hacia ustedes, porque siempre están (y con esto estoy feliz).


Y luego, al final, ahorita (cierre de temporada horaria del día, se acaba la tarde, empieza la noche, ¿qué se sentirá?), me queda esa sensación de poder estar yo también siempre, para ellos y para los otros, mis lejanos*, con plena conciencia de lo que se siente aquí adentro, aquí en medio, porque de pronto, cuando todo se aclara (o se mirifica, vaya a saber), nada es más grande que poder saberlos aquí, que lo sepan ustedes, y estar de vez en vez (un poco, poco, me basta) allá.





En este capítulo (feliz) Palinuro visita playas de Tijuana gracias a Pirer.




*Que deben saber quiénes son, y si no se ven aquí, qué grandísimos burros, no han entendido nada pero nada bien.

El resto de las luces sí se apagan

Nadie va a salvar a nadie. Nadie quiere a Milhouse. Ojalá me dieran a escoger, aunque si así fuera no sabría qué preferir, si no tener que dormir nunca o poder dormir siempre. El fastidio está en las transiciones. Primero a darle con lo de dormirse: bueno, ya, es muy tarde, tic tac (yo ya no quiero seguir todas las noches vigilando cuándo voy a dormirme, cuándo), y después de muchos intentos, cuando se consigue, apenas y sólo entonces: despertar, y con lo difícil que es. No tiene sentido alguno, no para mí. Yo quiero vivir de corrido.

¿Dónde está mi fast forward? Entiendo que hay que pasar por las cosas, vivencias, que les llaman, pero por qué no está esa opción que hay cuando se tiene que cruzar un pasillo oscuro y propenso a los monstruos de pasar corriendo, sin sentir, sin ver. Yo quiero vivir de corrido y a veces corriendo.

Si me pongo a pensarlo mucho ya ni sé qué me duele; si me asusta lastimar, que me lastimen o que todo sea cierto o que todo sea falso o que sean posibles los términos medios. El problema es que lo que quisiera tener de buena lo tengo de pendeja. Y peor que haré cosas sobre aviso y con qué claridad veo dónde terminaré. Ojalá de menos sirva de algo y a alguien le dé un poquito de gusto mi infelicidad. There she goes, there she goes again.

Pero eso, claro, es sólo si me pongo a pensarlo mucho, lo que también puede ser una perdedera de tiempo. Vamos, vida, que quizá me sorprendes y todo termina bien. Que al final a nadie le duela lo que sea que a mí me esté doliendo justo ahí, en el plexo solar, aunque tal vez, tal vez, no se trata de pedir. Tal vez Graciela tenía razón, siempre la tuvo. Nadie quiere a Milhouse. Tal vez sólo se trata de esperar.


(Pero, ya en serio, ¿dónde putos está mi fast forward?)

sábado, septiembre 15, 2007

Segunda historia / primera parte / antiguedades viejas / todo aquí es novedad

Se me ocurre escribir esto solamente para aquí:

Cuando niña, si el miedo por las noches se volvía insoportable, solía imaginar que estaba aún en el salón de clases, entre todos los niños a los que no les pertenecía, con los que no encajaba, y sin embargo escuchar (imaginar) sus voces, sus risas, saber su presencia me daba tranquilidad.

Quizá nunca ha sido el miedo a los monstruos, quizá siempre la peor amenaza ha sido la soledad.



Pero lo escribí primero en otro lado. Es que yo ya no logro entender. Todo es nuevo. No necesito una historia para contar. Y es que no tengo que aceptar lo malo, porque puedo elegir y esta vez no será I choose not to choose, sabes que te elijo a ti.



Todo tiene la grandeza grave de tu corazón (sí)
pero es demasiado fuerte para alcanzarte a ti (no)
tengo lo que más se parece al amor (es que, vamos, es el amor)
y no sé si realmente es la soledad lo que llevo aquí (no, no lo es)

miércoles, septiembre 12, 2007

Ya voy. Arreglo últimos templete. Osvaldo cosita. Gracias Rosángela. Gracias Alex.

miércoles, agosto 08, 2007

Uno de mí (post utilitario con muchas iniciales)

De entrada, cuando S me preguntó si J ya había hablado conmigo sobre los cambios de horas y días no tuve tiempo para pensar qué contestar o cómo matizar mi respuesta para que no fuera un no tan no, así que mi no fue rotundo y S pensó que cuánta irresponsabilidad-desidia-nosesabequé de J por no haberme dicho aún. Pobre, le llueve sobre su milpita de mala fama. Y es que no, J no había hablado conmigo, pero habría que haberlo justificado ante S con la razón de que J nunca me ve, pues las dos horas que coinciden en nuestros horarios son justo las dos horas que yo llego tarde día con día y que día con día pienso que no-lo-vuelvo-a-hacer. Habría que haber disculpado a J, pero tampoco era cosa de evidenciar mis faltas así nomás. Si a alguien hay que salvar, yo siempre me voy a escoger a mí.

A veces pienso, claro, que debería hacer algo con ese desorden de la minuitaria, que 10 o 15 minutos sí son tarde, y bueno, pero dos, tres horas son un abuso. De verdad que lo pienso, pero después, pronto, me da tristeza la idea de que si me deshago de eso me desharía también de gran parte de lo que soy. Es mucho más largo y aburrido (más) de explicar pero, bah, debería tener otra gracia personalizadora mejor que la impuntualidad.

Pasan cosas horribles con esto y, peor, nadie se da cuenta cómo sufro y en qué medida mi vida es una tragedia con delay. Por ejemplo, el lunes había quedado de ver a L a las 9 porque se iba; a la 1 la llamé (perdón L) para decirle que ya voy, pero ella me dijo que ya me voy y yo me quedé con su libro, mucha pena y más tristeza, porque deporsí hay tan poca gente maravillosa y a la que me encuentro la dejo ir así nomás, sin su libro y sin despedidas dramáticas, como deben ser las despedidas de la gente maravillosa. Pttttr yo.

Una complicación es esa, si cambiarme por otra o quedarme de malas, pero esto ya es antiguo, ahora hay una nueva. Está de moda la preocupación por olvidarme de mis malos recuerdos. Ninguna memoria que se autorrespete mínimamente debería permitirse tal cosa.

Le contaba a I ya-no-me-acuerdo-qué, algo que tenía que ver con cosas de mi vida de hace mucho, y se lo contaba con emoción, esto, esto y lo demás, y de pronto me encuentro pensando (quiero decir, imaginando) que esa infancia mía fue buena, que me gustaba y que lo pasaba bien. No, qué enojo, no. Pero si yo era una niña muy sola y muy triste y muy fuera de foco; que mi contexto fuera feliz no me hacía feliz y está bien feo eso de olvidarme de mí por mirar los adornos y foquitos de alrededor. Es como ver un menú, le dije a I, en las fotos todas las comidas bonitas y brillantes, pero en la realidad son sólo sandwiches chiquitos y medio remojados. Yo no quiero recuerdos lustrosos que me engañen. Yo quiero siempre mi horrible pasado que da valor a lo que soy.

Sepan cuantos vieren (conste en el acta por si luego se me vuelve a querer olvidar): mi vida ha sido buena, fácil, a veces linda, casi hermosa, pero yo me la he pasado seriamente mal. Quede lo dicho, (brevemente, habría que especificar, pero bueh)como una caja de Pandora, con demonios funcionales que me recuerden lo malo, lo triste, lo solo, lo callado que era eso que ya de lejos se ve tan bonito, tan brilloso, cuando empiece a decir por ahí o, peor, a decirme a mí, qué bueno esto o qué lindo aquello de mi pasado. Queden los demonios de mi acardia para ir a callarme la boca, a decirme: nah, qué.


* * *

Mis favoritas eran los abanicos, no sé para qué buscabamos otras conchas si no podían haber más bellas, y recogíamos cosas hermosísimas: culebritas fosforescentes del ancho de un hilo de bordar que hacían caminitos en la arena mojada, estrellas de mar para sentir sus montones de patitas desesperadas sobre las palmas de nuestras manos, espinas de pescado que tenían un cristo en la parte interior. Una vez encontré un pulpo chiquito...

Pero el pulpo se murió en unas horas dentro del frasco de nescafé, las culebritas me daban miedo y me hacían llorar, los peces cristo se rompían fácilmente y las estrellas, todas, las pusimos en cloro, vivas, por eso de la conservación.




Mis años maravillosos. Nah, qué.

martes, julio 24, 2007

Del descaro climático

En Guadalajara primero está la tormenta. La lluvia de arriba a abajo, la lluvia oblicua, la lluvia que moja por todos lados. Quizá sales, no por otra cosa que necesidad, inocentemente resguardado por un paraguas, pero, claro, te lo voltea el viento. Los árboles se llevan los cables de luz en el camino a caer sobre una casa. Afuera, en cualquier lugar, un perrito ensopado le mienta la madre al cielo con ladridos porque se olvidaron de dejarlo entrar a donde pudiera refugiarse. No hay camellones, no hay calles, no hay nada, están bajo el agua que no se va por las alcantarillas, las que, por su parte, sí se tragan a los carros, a la gente. Pero después, de pronto, cuando menos lo esperes, en Guadalajara ya no está la tormenta. Descubriéndose arriba todo azul y con un saldo de menos paraguas funcionales, menos árboles, menos techos, menos autos, menos personas y menos ánimos del perrito ensopado que se deshace de la lluvia con una buena sacudida, el sol aparece. Como si nada hubiera pasado.

domingo, julio 08, 2007

Sentada, mirando al frente



No es que me exija cambiar, pero a veces creo que debería desperdiciar mi vida de una manera distina que ésta: sentada, mirando al frente.

Maneras escandalosas. Robar un banco y gastarme en apuestas. Maneras ridículas. Nos vamos de vacaciones en monopatín. Maneras infinitas. Recorrer el camino en una podadora, deteniéndose a ver pero sin llegar (y lo digo porque yo nunca llegué al final y las historias se detienen hasta donde el ojo las constata). Maneras hermosas. No se me ocurre una manera hermosa que no devenga en lástima.

Pero ocurre a veces (ha ocurrido esta vez) que sentada, mirando al frente, se me cruzan personas enormes, que me duelen de ver, que me recuerdan lo necio de mi compromiso con el nadahacer, esperar, ser el personaje que siempre está un paso atrás.

Debe ser ridículo cuánto puede una admiración romper la seguridad de alguien que desperdicia su vida sentada, mirando al frente, pero es la verdad. Y debe ser ridículo cómo diez deditos pueden más que mis años de esfuerzo por enaltecer mi tiempo perdido, pero pueden.

Peor todavía intentar hacer apología de ello, pero lo hago.

Aunque no me exijo el cambio, para no tener que cerrar los ojos y quedarme sin mirar, me ofrezco una disculpa por caberme en la palma de la mano, tomarme, arrugarme y lanzarme por encima del hombro para irme detrás de ti.

Una manera hermosa, sí. Desperdiciar mi vida sentada, mirando al frente, ocupada en admirar tu grandeza, tu genialidad.




Si yo fuera en la medida de mi admiración, ahora sería infinita.
Me basta pensar.

jueves, junio 28, 2007

"El Juego" (es como nombre de película pitera de terror)

A la salud de la Gato, ea.

1.

Como a los 6 años me gustaba un guey que se llamaba Fumaro y que vivía en un ranchito al que íbamos siempre en vacaciones. Mis papás no me dejaban juntarme con él por piojoso (no despectiva, sino literalmente), y como ya tenía edad suficiente (15 o 16), pronto dejó el pueblo bananero (no despectiva, sino literalmente) para cruzar el border en busca de la dolariza. Nuestro amor no pudo ser, pero cumplió su misión al convertirse en el primer gran drama de mi vida e involucrar a alguien de nombre Fumaro, inaugurandose así la tragedia de mi desgracia (pobre pobre mi desgracia) que, marcada como quedó, siempre sería muy pero muy poco seria.

2.

Una vez fui a Pare de Sufrir.

Estem, no, no paré de sufrir.

3.

Desde hace tiempo llegué a esa edad en la que compré la idea de que los teléfonos sirven sólo para recados y emergencias, de ahí que pasados unos minutos de conversación telefónica me comienzo a angustiar. Sé de las distancias y las imposibilidades, pero no importando cuánto quiera, extrañe, o cualquier otro efecto de la necesidad, a la persona con la que hablo, invariablemente antes del primer quinto de hora ya estoy pensando "¿y qué? ¿como cuándo vamos a colgar?"

4.

Aunque mi mamá asegure que dormir 19 horas continuas es una enfermedad y no un talento, yo digo que sí lo es. Tal vez no me lleve a la tele ni me dé fama mundial como ese señor que se mete a la boca 200 popotes o tres pelotas de beisbol, pero me enorgullezco de lo mío y, lo que es más, seguro que lo paso mucho mejor. Visto así, ¿quién ganó?

5.

Creo que hay duendes en mi cuarto. Algunas noches, cuando los escucho, pienso que es mejor tenerlos contentos ayudándolos en su labor de revolver, esconder y perder mis cosas, así que les prendo la luz. No es por miedo, no, es para verte mejor y un puro acto de solidaridad.

6.

Toda mi fe en la superioridad de la civilización sobre la barbarie se rompe mientras siento los pedacitos todavía calientes de nosequésea cayéndome encima al presenciar un espectáculo de pirotecnia. Es como escupir para arriba, pero con fuego. Nunca aprenderán.

7.

Cuando por algo le digo a alguien que hay miles, millones de cosas peores que la muerte del otro cercano, no hay mayor fastidio que me salgan con el argumento babosón de "lo dices porque nunca se te ha muerto alguien a quien quieras". Qué saben de mis muertes y qué saben de mis amores. Es que es una desvergüenza eso de justificar la fealdad, la inutilidad de la propia vida en una muerte ajena. Valen más otras cosas. Hay mucho mejor que tener vagamente a un vivo y mucho peor que verlo morirse. No me pesa la ausencia irremediable; me queda el amor donde yo me lo quiera poner (aún donde no lo vean los del argumento babosón) y hay campo suficiente para admitir que a mí no estorba un cadáver más.

8.

Para ella, para Graciela, así como la muerte es menos, admirar es mucho más que amar.

miércoles, junio 27, 2007

Si no fuera porque nunca, jamás, he tomado una sola decisión, sino que simplemente he estado ahí cuando las cosas pasan y hasta que me pasan, este sería el momento en el que me daría cuenta de que a mi modelo para armar de la vida lo he ido acomodando muy pero muy mal.

Pero nah.



I'm just sitting here, watching the wheels go round and round

martes, junio 26, 2007

Graciela, the employee with serial personal problems

El mejor medidor de edad es ese que se basa en el humorismo elitista. No hay forma de negar lo evidente cuando se ha llegado a ese momento de la vida en que se encuentra a Dilbert tan gracioso como real.




Nunca pensé que iba a pasar los 25. Y todavía no los paso pero ps, ya vi como que no. A partir del lunes renuncio a mi fe en los sueños premonitorios.

Empiezo una nueva vida.




*Hacer cita con alguien que me lea el tarot*

jueves, junio 14, 2007

01 (Abre los ojos)

Nos rompemos hasta el nombre tratando de encontrar significados, revisando las palabras para, al menos, tener nuevas formas de llamar al vacío, a la ausencia; fingiendo que no vemos el abismo que se abre después del punto final.

Nos rompemos hasta el nombre y la imagen, porque yo soy este par de manos que escriben, que espacian, que generan lo único que puedo dar; soy mis ojos de topo que se niegan a despegarse de las letras para ver que no hay nada más; soy el resto que no piensa y que no piensa porque teme tomar conciencia de que está aquí, inmóvil, lejano, inútil. A solas con todo el mundo.

Tratamos y prometemos decir la verdad. Nos sostenemos de las posibilidades. La fe puesta en la relatividad del tiempo y en algún elemento fantástico que venga a acortar la tierra que divide, que se extiende entre uno y otro más allá de donde la esperanza alcanza.

Y es hermoso el producto de la imaginación. Parece a veces que podemos vivir sólo de pensarlo, pero llega el momento inevitable (este momento) cuando la mirada al fin se levanta y se enfrenta al vacío de tu presencia; todo se rompe cuando se descubren las manos que no tocan y las palabras que, al agotarse, no pueden sino volver a llamar al vacío "vacío" y a la ausencia "tu presencia y la mía", pero no otra cosa sino "ausencia".

Ya sin letras que calmen a los ojos se crea el silencio, y es prudente, porque le hace honor a todo lo que, no quiéraslo tú ni quiéralo yo, se va cayendo en el abismo que se abrió después del punto final.

Tratamos y prometemos decir la verdad. Nos rompemos hasta el nombre y la imagen.




Si conociéramos la Honestidad, admitiríamos que una idea no alcanza para cubrir la soledad.

sábado, junio 09, 2007

Vocación: contrincante derrotable

Dejando de lado el saber que "por esto no salgo de mi casa", me decido a ir afuera, a ver qué hay. Y voy ahí, tranquilita en una avenida, esperando en el alto, cuando señor de adelante en su camionetota blanca decide que es buena idea echarse para atras, y avanza en reversa, y avanza en reversa, y avanza en reversa, y tuc, le pega a mi carro. Yo entro en pánico. Al escuchar el golpe señor de adelante se despega de mi carro haciendo un ruido de "ya te abollé la defensa, te tiré la placa y te volteé el escudo" (algo así como crrrjjj). Yo entro en el segundo círculo del pánico. ¿Qué hago? ¿Me bajo a ver qué le pasó a mi carro? Pongo el freno de mano pero señor de adelante aprovecha que se ha puesto en siga y arranca. Ya en el tercer círculo del pánico me doy cuenta de que eso no se puede quedar así y que, si me bajo a ver qué pasó, señor de adelante se me va a ir por más que yo lo persiga corriendo en zig zag y agitando los brazos en el aire. Quito el freno de mano y en lo que elaboro un plan de venganza, comienzo a seguirlo. Por ahora, improvisar. Por el retrovisor veo que mi placa no quedó ahí tirada, viene conmigo. Primera tranquilidad.

Señor de adelante acelera y yo acelero, señor de adelante cambia de carril y yo hago lo mismo. Después de un rato de persecución me doy cuenta de que, más allá de que eso no va a ningún lado, me está alejando muy estúpidamente de donde quería llegar y que, además, ahí me esperan. Hay que hacer algo ya. Tomo una decisión justo al tiempo que timbra el celular. Es quien espera, me habla de que la película es hasta las 10 y el lugar y las horas y cuánto me falta y "espera, ya casi llego, es que me chocaron y me estoy peleando con el guey", le digo. Quien espera debe imaginarme en una escena de mujer desquiciada por la ira, gritando obscenidades y haciendo llamadas al seguro, a la policía y hasta al periódico "para que todos sepan la clase de animal que eres", pero, aunque me hubiera gustado, no es así.

Ahí voy, en el tercer círculo del pánico, pero también en el del impotente coraje detrás de señor de adelante, decidida a jugarme mi última carta. Me le emparejo, toco el cláxon para que voltee a verme, y entonces lo hago: lo veo con unos ojos muy pero muy iracundos y feos. Y me voy. Segunda y última tranquilidad.

Tschá, viéndolo así, supongo que de haberme tirado la placa seguro hasta le hubiera sacado la lengua.

Entonces, a la conclusión que llegué en el camino de vuelta desde el fin de mi persecución hasta donde yo quería llegar desde el principio y mientras pensaba y pensaba qué otra cosa pude haber hecho, fue que puedo no ser la más deseada para muchas cosas, pero es indudable que si alguien tiene que pelear con otra persona, yo, como perro que de tanto enojo se priva y no puede ladrar, soy esa contra la que cualquiera se quisiera enfrentar.

Gran consuelo de utilidad.

martes, junio 05, 2007

Felicidad tonal (primer paréntesis en mi prematura crisis de los 30)

Tengo dos días escribiendo y borrando un mismo post sobre burbujas y calles y campos y todo, pero a veces las situaciones me desbordan y ya no puedo sino sentarme a verlas ocurrir, conmigo, ya no sólo frente a mí.

No sé si los deseos se rijan bajo los mismos términos que los sueños y si los cuento se malogren, pero corro el riesgo para testimoniar que ante la oportunidad única e indespericiable de hacerle a Dios (a través de un medio de comunicación wireless de alta velocidad) una petición concreta que en su cumplimiento no podía fallar, yo le pedí felicidad (ái nomás) y, como aseguró Don Púrpura (quién es Don Púrpura y la crónica completa de cómo llegamos al punto donde Dios y el hombre se hablan de tú sólo aquí), ya se concedió. Dijo que sería al día siguiente y fueron dos, pero, meh, nimiedades. Pudieron hasta haber sido tres, para no romper la cábala, pero, meh, más nimiedades.

El caso es que qué felicidad y qué simpleza de decirlo. Mucho contento. Ustedes, Eric, Mariana, Elisa, Eric, Arón, Carito, Eric, Laia, Saint Germain y tú, tú, tú (tres veces tú mismo, único clavicordio), me encantan. Todo el amor del mundo.

Gracias.


Creo que aquí, con el corazón grandísimo y el asombro y la incapacidad de expresar lo que pasa, es cuando se empieza a vivir.




Still glowing

martes, mayo 29, 2007

El mundo mis pies

No el mundo a mis pies. Camino y los miro. Derecho / izquierdo / derecho / izquierdo. Avanzan. Siempre la mirada puesta sobre ellos que se mueven con poca gracia entre la arena en la que se hunden y salen / se hunden y salen / derecho / izquierdo. Me detengo. Levanto la vista. A un lado el mar demasiado azul, azul cielo, aunque ese cielo es un poco gris. Al frente algunas piedras. Al otro lado gente, gritos, latas. Así que aquí estoy, así que esto hay, (así que esta es mi vida). No sé si sigue siendo bello o si me entristecen sus huecos, su naturaleza de maqueta, su suciedad art déco. Termino pensando, como cada vez que me detengo a ver, que hay tantas cosas que ya no sé con qué ojos mirar. Me asusto me confundo me parto y mejor vuelvo a caminar. Inmediatamente los ojos regresan sobre los pies que se mueven entre la arena todavía muy blanca pero ya no suave como la recordaba, ya no limpia, y ahí se quedan.

Cuando levanto la vista nada es hermoso como lo recuerdo, como lo imagino. Tal vez por eso, con la esperanza encogida de hombros, ya siempre voy con la mirada clavada en mis pasos.

Puedo viajar, puedo ir lejos de casa (no del hogar), pero de un tiempo a acá sólo conozco la tierra que piso y nada más. Quizá así es mejor. Sigo andando, manos en los bolsillos, el mundo mis pies. Todavía me queda imaginar.

lunes, mayo 28, 2007

Campechano

En 1991 estaba de moda decir "¡qué padre!".

Ahora lo que se usa es decir "es lo que te digo", aunque en realidad no te estén diciendo nada. Puede usarse así suelto, tras realizar una acción cualquiera (abrir una puerta o estornudar), o al final de una frase.

Yo, por más que me esfuerzo por estar en onda, jamás encuentro cuándo decirlo.

¡Qué padre! Siempre seré una dama sin modernidad.

Es lo que les digo.

* * *

Checkmate

Pensará usted que nos faltó tiempo. En realidad tiempo sobró. El usted no es por respeto, es porque a partir de ahora me es absolutamente ajeno. Me gastó la espera. Me aburrió el juego tan falto de esfuerzo. En adelante todo será mentira. Váyase y no vuelva. Si voltea para atrás, las palabras y los sentimientos se convertirán en estatuas de sal. Los mitos siempre. El amor jamás. Game over.

domingo, mayo 20, 2007

Como realidad que cruza por mi fantasía

A mí, como a Libertad, me gusta la gente simple, de ésa que no quiere correr en círculos agitando los brazos para demostrar su felicidad o que vive de darse azotes con el látigo de un drama que, casi siempre, tiene más de inventado que de real.

Me gusta la gente limpia, la gente buena, la que no lleva sal ni azúcar, como esos panes que dan en la iglesia en Semana Santa.

Me gusta también dar primeros pasos, aunque sepa o intuya con asombrosa seguridad que no me llevarán a ningún lugar. Me enternecen los comienzos esperanzados casi tanto como ver lo mala que soy para inventar pretextos, siendo que lo que quiero es tan puro y simple (como el hambre de Libertad): abrir una puerta que por una vez no dé al paroxismo (o a la tristeza, aunque el arquitecto la abra hacia el pasillo), sino a un lugar donde habite alguien que sea simple, limpio, bueno como el pan.

Me gustaría, sin embargo, que por una vez mi intuición con asombrosa seguridad se equivocara, que se me diera lo que quiero.

Ahora, como cuando niña al pedirle un juguete a mis papás, miro a todos lados (para donde sea que esté lo que me lo pueda conceder) y lo pido haciendo esta sacrificada oferta: "Y nunca jamás en la vida te vuelvo a pedir nada, ¿sí?"

Porque la gente simple vale más que mil cosas que se puedan desear.



*Ojalá*

domingo, mayo 13, 2007

¿Es usted idiota o algo?

A Carito
A Rosángela
A Pirer
A mí

Una vez en el cine, por escuchar ruiditos de envoltura de comida, volteé con quien estaba a mi lado y le dije "¿qué comen? Dame", a lo que atentamente me respondió sacándose un chicle de la boca y presionándolo en la palma de mi mano. "Guacala", pensé, "pero eso me saco". ¿Por qué después de 10 años de conocerlo espero recibir ante tal oportunidad una luneta o un pandita y no algo moquiento o baboso, como pasó, había pasado antes y seguro volverá a pasar?

Es como en la vida misma. No es muy difícil conocer a las personas, pero insistimos en ver en ellas sólo lo que queremos, nos obstinamos en esperar, siendo que bastaría un "apenas", un "no quiero" para empezar de otra manera el día. Pero ahí vamos a pedir y, nunca falla, recibimos justo lo que no queríamos, aunque sabíamos desde el primer momento que sería.

Como de lo malo, lo peor, el defecto de poner las esperanzas donde no servirán no sólo es hacia el otro, sino también hacia uno mismo.

El otro día, ante algo que nadie quería hacer, pero alguno tenía que, alguien me jugó en un piedra, papel o tijera la decisión. Yo gané. "No se vale. Yo siempre pierdo en esto", alegó. Entonces, ¿por qué, sabiéndolo, aceptó mi (maduro y por demás civilizado) método para resolver el conflicto? "A ver si esta vez sí", supongo. "Va la buena, va la buena", pero no. A decir verdad, yo lo hubiera hecho igual. Lo hago todo el tiempo (y siempre es no).

Y así habemos quienes nos pasamos la vida extendiendo la mano para recibir algo sucio, feo o masticado (un chicle o un corazón) y jugándonoslo todo en un piedra papel o tijera predestinado a perder...

Bueno, ¿es usted idiota o qué?

domingo, abril 29, 2007

Almighty

La verdad, lo bueno de tener un blog es que cuando me emputo con la vida puedo venir acá, borrar el template y sentir que tengo el poder de desaparecer algo.

Lindo, sí, muy lindo, porque la gente también emputa y sin embargo uno se tiene que aguantar su presencia siempre, sus regresos, sus fastidios, sus nunca irse, siempre. Bueno, caramba, nomás falta que sí vengan con un botón de delete y sólo a mí no me lo hayan querido enseñar.

Pero como sea, mientras tenga esto, guardo el culposo placer de que aún existe algo que está bajo mi control, a mi merced. Menuda victoria para mis instintos incendiarios, pero a falta de algo mejor.



Ah, pinche pinche gente, ¿por qué no pueden ser menos como ustedes y más como un blog?

martes, abril 10, 2007

Me verbo y me adjetivo

El sustantivo es aquello que existe realmente en sí mismo.


Quizá antes lo único que quería era tener una historia para contar.

Será que me estoy quedando sin interlocutores y ya no tengo necesidad de tener algo de qué hablar, será que ya no me quiero conformar con lo único que puedo tener, pero ahora quiero que alguien nunca pueda degradarme a pasado, quiero ser aquello que existe realmente en un continuo hacerse (como el verbo) y aquello que existe realmente en alguien -algo- más (como el adjetivo).

Quiero ser la historia que otro cuenta.

Pero todos se quedan tan callados.

¿Va a doler?

Va.

Retrovértigo

Aunque tal vez, si me fuera dado elegir, preferiría de nuevo una historia para contar. Pero esta vez diferente: una historia única, robada de otras vidas, trágicas, pero hermosas.

Renarrarme con una Historia que fuera todas las historias, donde todo recayera en un mismo personaje. Sólo uno: origen y destino. Aunque ni siquiera haya quien la escuche, se bastaría a sí misma para poder contarla, junto con mi vida, de principio a fin.


Un rostro frente a tus ojos que lo miran y por favor: que no haya mirar sin ver.

miércoles, abril 04, 2007

And this is why I'm so god damn better than you


Yo no digo que vengas, que estés ya aquí, que has venido.
Pero me niego a negar la espera de tu venida.
Déjame esperarte. He nacido para esto.
He caído en la trampa de esta espera y sin duda soy feliz.

En cierta forma (pero esto es falso, en realidad es en todas las formas, en la única forma), me gusta que lo que quiero esté lejos. Que se anuncie, pero que nunca termine de llegar. Así, siendo distante la posibilidad de tenerlo, se afianza la seguridad (que es, en principio, necesidad) de no perderlo.


Muy valiente no soy.

Es como en el final de El amor en los tiempos del cólera:

-¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo?-le preguntó.
-Toda la vida-dijo

Si pisamos tierra, es posible que sobrevenga la calamidad.

Sabiendo que siempre voy a perder, sobre ciertas cosas, prefiero que se queden en el deseo. Yo elijo no arriesgar. Las posibilidades son mi felicidad.

domingo, abril 01, 2007

Otras cosas hay

Del 3 de enero de 1960 en el diario de Alejandra Pizarnik:

Profunda tortura cuando camino por Santa Fe entre el 1200 y el 1800, donde transitan, no comprendo por qué, las mujeres más bellas de Bs. As. Las miro (...) y sólo yo sé cuánto y cómo me fascinan los rostros bellos, y qué culpable me siento, inexplicablemente, de andar con mi ropa vieja, toda yo desarreglada, despeinada, triste, asexuada, cargada de libros, con mi expresión tensa, dolorida, neurótica, obscura, y mi ropa ambigua, mis zapatos polvorientos, en medio de mujeres como flores, como luces, como ángeles. Está dicho: una mujer tiene que ser hermosa. Y no hay excepciones válidas: aunque escriba como Tolstoi, Joyce y Homero juntos.

Parece entenderlo muy bien. Parece entender la vergüenza de estar.

Alguna vez se lo dije a Carito: amar a una mujer que no es hermosa es aberrante, como desear a un caballo o una coliflor.

Me molesta esa insistencia en la subjetividad. La belleza no puede, no es algo relativo.

Pero nos queda, Graciela, ser. Nos queda, Alejandra, la admiración, otras cosas hay.

El amor jamás.

sábado, marzo 31, 2007

Las mujeres son golpeadas por el basquetbol



Es como que todos se organicen para un partido de basquetbol. Es terrible, da miedo y realmente no quiero jugar.

Pero se siente muy feo ver cómo todo se va acomodando y nadie me pide que esté en su equipo.


Aunque no quiera estar.



I am saying, Vanessa, that even crazy people like to be asked.

lunes, marzo 19, 2007

El café del fin del mundo

I was at a funeral the day I realised
I wanted to spend my life with you

Había un capítulo de La hora marcada llamado así. Me emociona el nombre. El fin del mundo es mi lugar común preferido.

Si me pongo a pensar en cosas que he olvidado, recuerdo que hace unos años la pura onda era, en lugar de cortinas, poner persianas horizontales de metal, que se sostenían por unos listones que las hacían subir y bajar. Eran pesadas, ruidosas, se atoraban casi siempre al descender y tratando de desatorarlas te ganabas cortadas en los dedos cuatro veces al día. Eran feas y fastidiosas, pero eran también las mejores cubiertas de ventana para espiar. Como eran muy flexibles, se podía levantar con un dedo el caber de un ojo en la lámina y observar sin que desde afuera se notara violado el hermetismo visual de la ventana.

Me imagino que así era la persiana tras de la que se escondía el espía espiado de Morirás lejos. Me imagino también que con este sistema podría hacer lo que he querido desde que recuerdo querer cosas pero siempre había pensado imposible, porque era mucha amenaza y yo no soy de arriesgar: ver, que no me vean y escapar del castigo.

Lo que yo quiero y he querido siempre ver es la calamidad previa al juicio final, pero me detenía la historia esa, que me emociona también, de que, cuando el apocalipsis venga, el que se guarde en casa se salva, pero el que no, y no sólo el insurrecto que rete a la profecía y se quede afuera, sino también el que se atreva a mirar (el fisgón morbosón), se lo cargan los jinetes o lo parte en dos (o en siete, mejor) la espada de fuego y se lo lleva el diablo.

Yo no quiero que me lleve el diablo pero ahora lo sé: puedo ver y que no me vean, persianas metálicas es mi solución. Supongo que por eso se fueron para no volver y ya sólo podemos elegir entre las acusadoras verticales, que abren grandes espacios al separar una de otra, o las cortinas, que captan cualquier movimiento.

Antes podían estar de moda las persianas metálicas, había tiempo, ahora ya no, seguro está ya cerca el fin del mundo y lo saben y nos quieren coartar los medios para evadirlo. You can run but you can't hide.

Pero yo sé dónde están guardadas las persianas ochenteras, yo las tengo y, además, tengo un plan. Todo calculado. Veré lo que quiero y siempre quise ver. Por primera vez voy a estar en el lugar y momento correctos.

Todo va muy bien, pero queda una cosa más. Siempre pienso sólo en mí, quizá si esta vez eso cambiara e invitara a alguien a mi bunker voyeurista, hasta el nombre que me emociona tedría sentido, y entonces la perfección. Cuando me canse de ver la sangre, el desmembramiento, el terror, los días como noches, el poder destructor del frío y la angustia, podría dejar mi ventana e ir dulcemente con dos tazas en mano hasta la mesita de centro, bellísima, limpísima, sería de cristal:

-¿Un café?

Y hablar. Olvidarnos un poco, un poco más, olvidar que se acaba. Aunque se acabe. Un café y olvidar. Para no sentir más soledad. Fin del mundo, sí, pero ¿otro café? No se me ocurre un mejor final.

martes, marzo 13, 2007

El libro de las bastardillas

Bastardillas. Qué nombre maravilloso para un tipo de letra.



Escribiré en bastardillas todas las infamias de mi vida.

Grandes volúmenes llenos de sucesos inconexos y nombres que en el estilo llevarán su condena.

Incluirá tomos en blanco para que el lector lo complemente con sus propias desgracias y lo pase a alguien más, quien hará lo mismo, hasta que el mundo entero, su historia, sus promesas de futuro y cada persona que vive o vivió esté contenido en El libro de las bastardillas.



La hora de señalar llegó.


Teman.




They think they've got us beat, but revenge is going to be so sweet

domingo, marzo 04, 2007

Uno (espantos de marzo)

De nada serviría dar razón de por qué jamás me asomo de noche por una ventana o nunca contesto el teléfono de casa o evito constantemente mirar al cielo en las noches claras o no contemplo fijamente cuadros e imagenes religiosas o tantas cosas que hago o dejo de hacer movida por el miedo irracional y único de ver un espanto, un duende, un alien, un niño rata o alguna de esas cosas que de un susto me puedan matar. Inutil sería dar razón. Inutil también hablar de eso, pero lo hago para no sentirme sola, para dar constancia. Ellos han empezado a contar.

Por mucho tiempo, desde niña, al no poder dormir pensaba en todas las cosas horribles que podría ver y escuchar, lo que no representaba lo más terrible de mis ideas, sino el saber que al día siguiente lo contaría y nadie me iba a creer. Supongo que por eso el miedo a los espantos es más fuerte en soledad, pues encima de todo no habrá nadie que sustente el horror; además de saberse uno mismo endemoniado, los demás te supondrán loco, qué podría faltar.

Otra cosa terrible con esto de la malahora es la incertudumbre. Nunca se sabe de dónde ni cuándo vendran los monstruos, hay que estar siempre en estado de alerta (como el gato) y tener constante temor. Pasa incluso con los espantos de casa, con los que uno ha vivido siempre, esos que se saben ahí, agazapados, haciendo algunos ruidos, moviendo sutilmente cosas; uno se acostumbra a ellos, pero tarde o temprano tendrán que hacer algo grande, saldar sus cuentas, contar su historia. Ni los espantos hogareños son de fiar.

En una casa que es más mía que la mía, donde viví alguna vez y siempre he estado más tiempo que en ningún otro lugar, hay uno de esos fantasmas tranquilos, que se escuchan bajito bajito, que de pasada se ven, que se sientan en la cama, abren las puertas, cierran las ventanas y realizan todas esas labores simples de espantos de ciudad.

Hace tiempo reveló en un sueño que su nombre es Efraín; primer movimiento tosco. Él, que solía ser tan sutil, ahora hasta su nombre nos daba. No la escuchábamos, pero desde entonces comenzó la alarma a sonar.

Anoche dijo algo al oído de quien duerme en el cuarto donde está la cama en la que él se sienta a descansar de no sé sabe qué trajines. Anoche, durante una vigilia, habló.

Efraín ha dicho una cosa terrible, imagino la peor que un espanto tranquilo puede comunicarle a sus otros. Efraín al fin abre puertas de entrada y cierra ventanas para que no podamos escapar. Ha dicho fuerte y claro en el oído de alguien: "Uno". Él ya ha empezado a contar.

En adelante, estando en esa casa buscaré siempre el ruido, miraré lo menos posible y, con la espalda siempre pegada a la pared, esperaré resignada a ver qué va a pasar.

Escalofríos. Efraín dijo "Uno"...

Pánico, horror. Miedo infantil e irracional, lo sé, pero escalofríos. Inutil dar razón.





¿Qué cuenta comienzas? ¿Qué va a empezar o, peor, a terminar?



Uno, dos, tres, punto y coma... el que no se esconda se embroma.




No, yo no quiero jugar.

jueves, marzo 01, 2007

Aquel antiguo sentimiento, aquella idea de que no importaba que O'Brien fuera un amigo o un enemigo, había vuelto a apoderarse de él. O'Brien era una persona con quien se podía hablar. Quizá uno no deseara ser amado tanto como ser comprendido. O'Brien lo había torturado casi hasta enloquecerle y en un momento le haría matar, pero eso no importaba, porque en cierto sentido, más allá de la amistad, había intimidad. De un modo u otro y aunque las palabras que lo explicaran todo no hubieran de ser pronunciadas jamás, había un lugar donde podrían reunirse y hablar.
(1984)

sábado, febrero 24, 2007

Posesiones demoníacas! Sangre! Conejos violentos! Sensacional!

(No es cierto. Publicidad engañosa, que le dicen.)

Anoche venía caminando de regreso a casa, alerta de los gatos, como hago siempre, para prevenir que me espanten saliendo de entre los arbustos o me caigan de una rama directo en la cabeza, como ya ha pasado, cuando vi una cosa peluda y blanca que puse en la categoría de gato sin más preocupación, porque estaba oscuro y todo lo que hay por aquí son gatos, pero entonces la cosa peluda y blanca dio tres saltitos adelante *plink* *plink* *plink* y se puso en un lugar más iluminado, donde pude ver que tal vez no era un gato, sino un un conejo, con sus orejas de conejo y sus saltitos de conejo. Me acerqué "para verte mejor" y, en efecto, era un conejo. Pensé, claro, "¿por qué hay un conejo en la calle? ¿adónde vamos aparar? esto ya no es lo que era", pero luego le di otra oportunidad, "como en el cuento, un conejo blanco es guía". Me acerqué más, *plink* brincó, más cerca, *plink* *plink* brincó brincó, se echó a correr y yo lo seguí, por supuesto que lo seguí, y por supuesto que mientras lo seguía, no fuera yo todo un lugar común, recordaba el primer encuentro de Alicia después de caer y su conflicto sobre cómo hablarle al ratón (Alicia pensó que ésta era la forma correcta de dirigirse a un ratón. Nunca lo había hecho, pero recordaba haber visto en el libro de gramática latina de su hermano: "un ratón - de un ratón - para un ratón - a un ratón - ¡oh, raton!") y yo pensé que lo había visto en aquella clase y que qué bueno recordarlo todo cuando voy siguiendo a un conejo blanco, qué emoción.

Entonces, tenía que pasar, me detuve, di la vuelta y regresé al camino para mi casa, porque sabía, sé, sabré siempre que mejor cortar esos momentos justo antes de descubrir que realmente no van a llevar a nada. Mejor guardarlos sin conclusión para poder contarlo y agregarle el qué pudo pasar en lugar del bobo lo que pasó. Entré a mi casa y le dije a mi mamá, tras hacer ruidos con la puerta, las llaves y todo lo que pudiera parecer casual para hacerla despertar, "ahí abajo hay un conejo, es blanco", y ella contestó "mññseguro es un gato, duérmetemñññ", y no había nadie más en ninguna parte para contarle y, aunque hubiera, a nadie le iba a interesar. Todos están ocupados, a nadie le importa ya lo maravilloso.

Como desahogo, al menos aquí lo puedo contar.


Para conveniencia del interlocutor diario, me acordé con esto de que hace mucho tuve un par de conejos que se endemoniaron y se peleaban y mordían y ensagrentaban las paredes, luego se detenían y se metían medio muertos a sus casas de caja para seguir la masacre al día siguiente. Durante un tiempo no pudimos salir al patio de la casa porque los conejos estaban ahí y tenían el demonio adentro, hasta que mi mamá les echó agua a presión mientras peleaban para apendejarlos y mi papá los capturó en cazuelas y se los llevaron lejos y ya no supe qué les pasó, seguro no se los comieron, porque no es bien visto comer cosas que tienen el diablo adentro, pero ahí terminó su reinado del terror.

Eso sí lo podré contar y eso sí me lo van a escuchar, porque los conejos rabiosos sí prenden. Lo maravilloso ya no.

domingo, febrero 04, 2007

I won't have trouble in getting to Solla Sollew

And I learned there are troubles
of more than one kind.
Some come from ahead
and some come from behind.


A veces pienso que no hay cosa que me guste más en la vida que esas bancas techadas a mitad de la carretera para esperar el camión.


En la primaria, el mejor premio que se podía ganar alguien por portarse bien era llevarse a casa este libro del Dr. Seuss, I had trouble in getting to Solla Sollew. Un día enterito para leerlo, para tenerlo, todo tuyo; era la recompensa mayor.

En el libro había un monito manipeludo que, harto de la complicación, decidía dejarlo todo para viajar a Solla Sollew, el lugar donde no existen los problemas, pero veía que el camino para llegar era dificilísimo, como la vida. Al final el manipelido ganaba, claro. Aunque perdía, como en la vida.

El libro lo olvidé al salir de ahí y hace un año lo compré. Tenerlo se sintió como recuperar algo importante, pero eso es otra cosa. Antes de recuperarlo, el único recuerdo que me quedaba de lo entonces leído, era el momento en el que el manipeludo, después de caminar bajo la lluvia buscando no tener problemas, llegaba hasta una de esas paradas de autobús a mitad del camino y esperaba y esperaba y se hacía de noche. Solo y con miedo, el manipeludo se quedaba dormido y soñaba que iba a un granero con almohadas suaves como bombones donde podía guarecerse del frío y la tragedia. Qué felicidad encontrarlo, qué recompensa de todo el drama llegar a un lugar así para descansar, al menos.

La imagen era hermosa, todavía lo es. Siempre será la mejor, porque le pasa en medio de lo más terrible: Then I dreamed I was sleeping on billowy billows / of soft silk and satin marshmallow-stuffed pillows. / I dreamed I was sleeping in Solla Sollew / on the banks of the beautiful River Wah-Hoo / where they never have troubles. At least, very few.

Por eso no hay nada que me guste más en la vida que esas bancas techadas a mitad de la carretera para esperar el camión. Hoy vi muchas, además llovía, y me emocioné, como entonces, como siempre.

Me gusta que existan esas paradas más que nada en la vida porque pienso que cualquier día de todos los que camino bajo la lluvia y entre la desgracia, podría sentarme a esperar ahí.

Este recuerdo es mi granero con almohadas suaves como bombones, y me basta para guarecerme del frío y la tragedia. Y es, como el libro hace años, cuando me lo ganaba, toditita para mí.



But I’ve bought a big bat.
I’m all ready, you see.
Now my troubles are going
to have troubles with me!

domingo, enero 28, 2007

Hoy en: No te doy para llevar

En la familia (la mía, pero preferiría decir que le pasó al primo de una amiga, para qué quemar) tenían hace tiempo una fea tradición. La tía con tres hijos, entonces pequeños, con poca diferencia de edad entre uno y otro y otro, solía servirles la comida y permitir que sólo tomaran la que quisieran, sin presión. Al terminar, juntaba todo lo que había quedado en una cazuela y en la noche lo servía de nuevo en porciones iguales a los tres. Esto se llamaba comer "sopa de babas". Si uno lo comía completo, otro un bocado y el tercero ni lo probaba, la cena se volvía a juntar y ser servida al día siguiente. La sopa de babas podía extenderse hasta el infinito. Siempre más mezclada. Era servida hasta que por fin se terminara.

Ellos pronto aprendieron que mejor acabar rápido con eso y evitarse el asco y la pena ajena de tan feo sistema de alimentación. Después crecieron y se fueron a otros lugares e hicieron otras cosas (no sé si algo de esto fue mejor) (creo que no).

Yo me veo a veces, lo que fue y lo que es y lo que empieza a ser (empiezo a hacer) y pienso entonces en la sopa de babas. Parece que sigo sirviendo lo que sobró una y otra vez, con probadas de otros tiempos, de otras personas y otros actos, buenos y malos, erradísimos algunos, todo mezclado.

A veces, sin embargo, creo que ya he terminado, que puedo tomar algo nuevo, servirlo en el plato limpio, pero no, ahí, en el fondo, donde se guarda todo, quedan todavía restitos mugrosones, mil veces repetidos, y por eso me asusto y me escondo. Hay a quienes preferiría no mezclar.

Es por eso. Sálvate, Zep.

Ya no quiero seguir sirviendo mi sopa de babas para llevar.

sábado, enero 27, 2007

Y ya se arregló.

lunes, enero 22, 2007

La felicidad termina donde el gato parlanchín empieza

A veces no puedo dormir.

Si me advirtieran que es la última vez que me puedo quejar de algo, aprovecharía para denunciar a esos gatos renegones porque los dejan en la calle que al maullar parece que hablan.

Ya me di cuenta, no crean, el parece se abolió y ellos están en serio aprendiendo a hablar.

Por lo calladito de las noches ya les había escuchado algún agua, mamá, incluso Laura más de una vez, pero podían ser confusiones, para qué escandalizar.

No eran.

Anoche, callada, trsite y escuchante, lo escuché, fuerte y claro, de hocico del que vive afuera de mi ventana. Mauricio, dijo. Silencio. Urrrgh, miau, Mauricio, repitió.

¿Mauricio? Hasta a mí me cuesta trabajo decirlo. Ahora sí ya nada los va a parar.

* * *

Lo que fatlaba, ahora ya no sólo no contestaré el teléfono por miedo a que me hable un muerto, sino también a que me hable un gato.

Puras desilusiones y desgracias sumo.

Al paso que van, mañana en la noche el gato ya será capaz de preguntarme: Urrrgh, miau, agua, mamá, Laura, Mauricio, ¿pues qué tú no estabas feliz?

Putita felicidad y putitos gatos parlantes.

Así que no se puso mejor, fueron todas falsas alarmas y hasta terminó peor, pero al menos pude festejar y ahora puedo quejarme (quede de consuelo).

Vendan las acciones. Vamos a la baja. No se armó el negocio de ganar.

* * *

(Servicio social) Lauras y Mauricios del mundo, ya no están solos. Un gato afuera de mi ventana los busca con desesperación.

* * *

Y hasta la tira de Liniers de hoy habló sobre esto. Apocalipsis. Fin del mundo. Pandemonium. Sanseacabó.


sábado, enero 20, 2007

Las batallas en el desierto interior

Cuando estoy por comenzar a quejarme de que nada es color de rosa, como si alguien escuchara, de pronto la cosa comienza a ponerse color de hormiga.

Adentro todo es juego y apuestas.

Son las tripas contra el corazón.

El cerebro, parco y solemne como ha sido siempre, piensa "pobres, pobres" mientras pela tres cacahuates para tener contento a su mono.

Yo podría enojarme porque se diviertan a mis costillas (y en mis costillas), pero los dejo. Me conmueven de tan inocentes. Todavía piensan que es posible que alguno gane en las batallas del desierto interior.

(Aunque tal vez.- Cerebro y mono)

(Ojalá.- Tripas))

(((¿Alguien da más?.- Corazón)))

sábado, enero 06, 2007

La vida según Goldmann o Las grandes verdades de Edmundo Sanfiageno

Y, bueno, como en un mismo día pasé de estar dormida a estar modorra, a estar emocionada, a estar nerviosa, a estar bien, a estar desilusionada, a estar contenta, a estar triste, a estar en neutral, a estar enojada, a estar de buenas, a estar preocupada, a estar feliz, a estar tranquila, a estar cansada, hasta dormir otra vez, me acordé de la teroría del péndulo, del vaivén de la lietaratura que contaba Lavinia.

Vinieron otros recuerdos, como el de la misma maestra meciendo su mano chirrisca por la artritis al tiempo de decirle al estudiante coreano "Giong, me encanta tu nombre, es tan musical... kiooooonnnng, kioooooonnnng" imitando el sonidito metálico de una campana abollada.

Y todos los recuerdos aparecieron porque Carito me dijo "hablemos de literatura", así, sin más me lo dijo, tan directo que asustó.

...Así que todavía hay quién quiere hablar de eso.

Me preguntó por las voces diversas de la narración y yo saqué mi diccionario de Retórica y poética de la autora que seguro no es del color de las pastas ni tampoco una osa con gorra de baño, aunque así la pensamos alguna vez, y pese a que no resolví su duda, sí le metí otras muchas. "Es la isotopía, ¿te acuerdas de la isotopía? (volvió, en forma de fichas)".

Nos dimos cuenta entonces (gran, iluminador descubrimiento, quién lo hubiera pensado) que lo aprendido sólo sirvió para analizar mil veces Sombras suele vestir y olvidarlo inmediatamente después.

Porque aquí, en la vida real, no les aplicamos a los días el Método de Reyes, porque vemos, leemos, escuchamos, y sólo podemos decir que es bonito, que es feo, que es bien triste, y así nos divertimos mejor.

Es más bello todo cuando no tienes que andar hablando subido en el monociclo de Saussure, cuando no desentrañas la obra (todas las obras) con las claves lingüísticas de Mounin, cuando ni siquiera sabes ya quién era o qué hizo Greimas.

Yo sólo suelto nombres que me vienen de lejos. Como dice Althusser (...no, así no le dice...), aprendí para olvidar.

"Está bien culero afuera, todas las calles inundadas, está lloviendo fuertísimo". Alquien corrije "Fortísimo, se dice. Está lloviendo fortísimo". "Eshta lloviendo fortíshimo", repito yo haciendo gestos, porque me enoja que les enoje, porque hablar mal está bien, porque le dan en la madre a la competencia lingüística con tanta correción, porque qué aburrida es la gente que cualquier día, en un momento simple y familiar, no tiene lagañas ni come brócoli o, incluso, hasta llama a los mariaches para ponerse a cantar.

Sí, uso adjetivos a lo bruto, me refiero a la entropía sin saber qué es, leo sin poder acordarme qué con la diégesis y la metadiégesis y la blabla, desconozco los estudios, califico sin fundamento ni seriedad y, la mayor parte del tiempo, hablo por hablar. Lo peor de todo es que aún habiendo sabido y ahora olvidado, no lo paso mal.

Tal vez es verdad que El mundo es ancho y ajeno (o, como alguien prefirió escuchar, Edmundo Sanfiageno) , pero esto (todo) es la vida, y a veces la teoría la insulta.

Aunque el mundo sea una gran naranja azul, al menos yo no vivo según Goldmann.

martes, enero 02, 2007

El aviso de ocasión

¿Camiones apestosos con carísimas tarifas? Pfff, de nacos. ¿El complicado sistema de Tren Ligero que sólo va derecho, camino adelante, pasando por los lugares a los que nadie quiere llegar? Olvídate de eso. ¿Quieres gozar del horrible tráfico de la ciudad sintiéndote protagonista de él? ¡Ésta es tu oportunidad!

Carro noventero, lámina picada, un asiento roto, guantera chorreada de café de hace como dos años, llantas nuevecitas marca libre del Wal-Mart y un sinfín de papeles, periódicos, libros, bolsas de plástico, cajetillas vacías de cigarros, bolas de pelusa y sabrá Dios cuántas sorpresas más.

¡Hazlo tuyo! Sólo tienes que ir por él (prevenido con una grúa, porque no sirve) y robarlo. El secreto está en que la cerradura de la puerta del volante chafea, creo que se abre hasta con un pasador.

Como a mí se me descompuso en la víspera de año nuevo, lo tomo como una señal de que mi propósito para este año sea andarme por la vida a base de rides.

Now! Offering! Great! Last chance! Ahí por Plaza Patria está.





Así que ahí se queda, hasta que se lo roben, me pague por él el seguro y todo sea papeliza y felicidad.

Relax-o-vision