sábado, febrero 24, 2007

Posesiones demoníacas! Sangre! Conejos violentos! Sensacional!

(No es cierto. Publicidad engañosa, que le dicen.)

Anoche venía caminando de regreso a casa, alerta de los gatos, como hago siempre, para prevenir que me espanten saliendo de entre los arbustos o me caigan de una rama directo en la cabeza, como ya ha pasado, cuando vi una cosa peluda y blanca que puse en la categoría de gato sin más preocupación, porque estaba oscuro y todo lo que hay por aquí son gatos, pero entonces la cosa peluda y blanca dio tres saltitos adelante *plink* *plink* *plink* y se puso en un lugar más iluminado, donde pude ver que tal vez no era un gato, sino un un conejo, con sus orejas de conejo y sus saltitos de conejo. Me acerqué "para verte mejor" y, en efecto, era un conejo. Pensé, claro, "¿por qué hay un conejo en la calle? ¿adónde vamos aparar? esto ya no es lo que era", pero luego le di otra oportunidad, "como en el cuento, un conejo blanco es guía". Me acerqué más, *plink* brincó, más cerca, *plink* *plink* brincó brincó, se echó a correr y yo lo seguí, por supuesto que lo seguí, y por supuesto que mientras lo seguía, no fuera yo todo un lugar común, recordaba el primer encuentro de Alicia después de caer y su conflicto sobre cómo hablarle al ratón (Alicia pensó que ésta era la forma correcta de dirigirse a un ratón. Nunca lo había hecho, pero recordaba haber visto en el libro de gramática latina de su hermano: "un ratón - de un ratón - para un ratón - a un ratón - ¡oh, raton!") y yo pensé que lo había visto en aquella clase y que qué bueno recordarlo todo cuando voy siguiendo a un conejo blanco, qué emoción.

Entonces, tenía que pasar, me detuve, di la vuelta y regresé al camino para mi casa, porque sabía, sé, sabré siempre que mejor cortar esos momentos justo antes de descubrir que realmente no van a llevar a nada. Mejor guardarlos sin conclusión para poder contarlo y agregarle el qué pudo pasar en lugar del bobo lo que pasó. Entré a mi casa y le dije a mi mamá, tras hacer ruidos con la puerta, las llaves y todo lo que pudiera parecer casual para hacerla despertar, "ahí abajo hay un conejo, es blanco", y ella contestó "mññseguro es un gato, duérmetemñññ", y no había nadie más en ninguna parte para contarle y, aunque hubiera, a nadie le iba a interesar. Todos están ocupados, a nadie le importa ya lo maravilloso.

Como desahogo, al menos aquí lo puedo contar.


Para conveniencia del interlocutor diario, me acordé con esto de que hace mucho tuve un par de conejos que se endemoniaron y se peleaban y mordían y ensagrentaban las paredes, luego se detenían y se metían medio muertos a sus casas de caja para seguir la masacre al día siguiente. Durante un tiempo no pudimos salir al patio de la casa porque los conejos estaban ahí y tenían el demonio adentro, hasta que mi mamá les echó agua a presión mientras peleaban para apendejarlos y mi papá los capturó en cazuelas y se los llevaron lejos y ya no supe qué les pasó, seguro no se los comieron, porque no es bien visto comer cosas que tienen el diablo adentro, pero ahí terminó su reinado del terror.

Eso sí lo podré contar y eso sí me lo van a escuchar, porque los conejos rabiosos sí prenden. Lo maravilloso ya no.

domingo, febrero 04, 2007

I won't have trouble in getting to Solla Sollew

And I learned there are troubles
of more than one kind.
Some come from ahead
and some come from behind.


A veces pienso que no hay cosa que me guste más en la vida que esas bancas techadas a mitad de la carretera para esperar el camión.


En la primaria, el mejor premio que se podía ganar alguien por portarse bien era llevarse a casa este libro del Dr. Seuss, I had trouble in getting to Solla Sollew. Un día enterito para leerlo, para tenerlo, todo tuyo; era la recompensa mayor.

En el libro había un monito manipeludo que, harto de la complicación, decidía dejarlo todo para viajar a Solla Sollew, el lugar donde no existen los problemas, pero veía que el camino para llegar era dificilísimo, como la vida. Al final el manipelido ganaba, claro. Aunque perdía, como en la vida.

El libro lo olvidé al salir de ahí y hace un año lo compré. Tenerlo se sintió como recuperar algo importante, pero eso es otra cosa. Antes de recuperarlo, el único recuerdo que me quedaba de lo entonces leído, era el momento en el que el manipeludo, después de caminar bajo la lluvia buscando no tener problemas, llegaba hasta una de esas paradas de autobús a mitad del camino y esperaba y esperaba y se hacía de noche. Solo y con miedo, el manipeludo se quedaba dormido y soñaba que iba a un granero con almohadas suaves como bombones donde podía guarecerse del frío y la tragedia. Qué felicidad encontrarlo, qué recompensa de todo el drama llegar a un lugar así para descansar, al menos.

La imagen era hermosa, todavía lo es. Siempre será la mejor, porque le pasa en medio de lo más terrible: Then I dreamed I was sleeping on billowy billows / of soft silk and satin marshmallow-stuffed pillows. / I dreamed I was sleeping in Solla Sollew / on the banks of the beautiful River Wah-Hoo / where they never have troubles. At least, very few.

Por eso no hay nada que me guste más en la vida que esas bancas techadas a mitad de la carretera para esperar el camión. Hoy vi muchas, además llovía, y me emocioné, como entonces, como siempre.

Me gusta que existan esas paradas más que nada en la vida porque pienso que cualquier día de todos los que camino bajo la lluvia y entre la desgracia, podría sentarme a esperar ahí.

Este recuerdo es mi granero con almohadas suaves como bombones, y me basta para guarecerme del frío y la tragedia. Y es, como el libro hace años, cuando me lo ganaba, toditita para mí.



But I’ve bought a big bat.
I’m all ready, you see.
Now my troubles are going
to have troubles with me!