Lo único que me consuela cuando sin buscar encuentro cosas que la gente ha hecho y me las ha mantenido ocultas o contado diferentes o misteriosas es pensar en esa vez que el novio de Bere, mientras ella iba al baño, no hizo que el único camión que pasaría por ahí en todo el día la esperara y la dejó abandonada en un casi-bosque, en la incomunicación. Al regresar, Bere todavía alcanzó a ver al camión yéndose y su novio asomando en una ventana haciéndole señas, remarcando con los labios un "adios, súbete, adiós". Cuando ella logró llegar a casa y hablaron, ante los reclamos de por qué había permitido que se quedara ahí, en la nada, él le dijo con tranquilidad total, así nomás, "Yo te decía que te subieras, y no. Pensé que tenías tus razones".
No-pues-sí. Era un pendejo, pero al menos tenía algo de cierta su justificación.
Ante el abandono de cualquier tipo yo no entiendo nada, y sí me entristezco, pero mejor no.
Tú, ustedes también tendrán sus razones.
Yo elijo quererlos igual.
Tapo: así que esto es mi vida (¿ves cómo sí lo sé ya todo?), uso el free will y el beneficio de la duda por lo mejor.
No-pues-sí. Era un pendejo, pero al menos tenía algo de cierta su justificación.
Ante el abandono de cualquier tipo yo no entiendo nada, y sí me entristezco, pero mejor no.
Tú, ustedes también tendrán sus razones.
Yo elijo quererlos igual.
Tapo: así que esto es mi vida (¿ves cómo sí lo sé ya todo?), uso el free will y el beneficio de la duda por lo mejor.