domingo, mayo 03, 2009

Adiós, súbete

Lo único que me consuela cuando sin buscar encuentro cosas que la gente ha hecho y me las ha mantenido ocultas o contado diferentes o misteriosas es pensar en esa vez que el novio de Bere, mientras ella iba al baño, no hizo que el único camión que pasaría por ahí en todo el día la esperara y la dejó abandonada en un casi-bosque, en la incomunicación. Al regresar, Bere todavía alcanzó a ver al camión yéndose y su novio asomando en una ventana haciéndole señas, remarcando con los labios un "adios, súbete, adiós". Cuando ella logró llegar a casa y hablaron, ante los reclamos de por qué había permitido que se quedara ahí, en la nada, él le dijo con tranquilidad total, así nomás, "Yo te decía que te subieras, y no. Pensé que tenías tus razones".

No-pues-sí. Era un pendejo, pero al menos tenía algo de cierta su justificación.

Ante el abandono de cualquier tipo yo no entiendo nada, y sí me entristezco, pero mejor no.

Tú, ustedes también tendrán sus razones.

Yo elijo quererlos igual.

Tapo: así que esto es mi vida (¿ves cómo sí lo sé ya todo?), uso el free will y el beneficio de la duda por lo mejor.

Fausta

Este fue el primer post que leí en mi vida . Ayer le decía a Queque que al verlo pensé: "tendré un blog, como él, a ver si me pasan cosas así, como a él". En realidad había que tener un blog para ver si podía en adelante ver la vida así, remarcable en nimiedades y breve de contar. Quizá antes pude, quizá no, pero, en todo caso, ahora menos.

Un poquito más (menos) que tú siempre y hasta el infinito.

No es que me gusten estos textos como estertores, pero algo se tiene que hacer entre que se muere y que no.

Lo que pasaba en 2004 que ya no pasa ahora es que entonces todavía no creía saberlo todo. Lo que pasa en 2009 es que ya lo creo. No datos duros (como los ocho mil ochocientos -mil ocho mil- kilómetros de litorales en el país) sino La Vida. Perdón, qué mal, pero lo he visto todo (lo he sentido, lo he entendido y ódiame, por favor, yo te lo pido).

Creo en creer, pero la peor creencia es esta terrible de que no queda nada por aprender que no sea accesorio o artificial, que sólo queda seguir endureciéndose ante lo que pasa, todo lo que pasa. Falta mucho, pero no queda nada. Sin esperanza y sin novedad.

No creo que sea soberbia, pero ojalá lo sea. En estas cosas siempre es un placer no tener razón.

Finalmente:

Hola mayo (hola calor espantoso, hola cucarachas), a ti es a quien menos voy a extrañar.