Escribo desde la tripa porque no me sobrevivió cabeza al coraje y la desesperación. Escribo porque no hay otra cosa que pueda hacer para calmarme las manos temblorosas que no se han detenido ni un puto momento desde la tarde. Escribo porque no te tengo enfrente para romperte un florero lleno de margaritas en la cabeza. Escribo porque me lleva la chingada y no debería ser así: yo antes los veía desde mi balcón partiéndose la madre con sus desgracias de amores, pero terminé ahí abajo, recogiendo pedaceras, formándole una estatua a mi fe con lo que sobró.
Esto es mi amor: una colcha hecha de retazos (de secretitos y acciones traicioneras que no son importantes) con la que me he estado cobijando todos los días.
Escribo desde la tripa nada más para decir que no necesito bajar a recoger tus ganas de no sentir más soledad, que puedo volverme a mi palco, que prefiero sentir frío sin la metáfora pendeja de la colcha de retazos al asquerso sudor casi imperceptible que provocaba su cobijo.
Y desde la tripa lo digo: Asco que me das, amor.
Esto es mi amor: una colcha hecha de retazos (de secretitos y acciones traicioneras que no son importantes) con la que me he estado cobijando todos los días.
Escribo desde la tripa nada más para decir que no necesito bajar a recoger tus ganas de no sentir más soledad, que puedo volverme a mi palco, que prefiero sentir frío sin la metáfora pendeja de la colcha de retazos al asquerso sudor casi imperceptible que provocaba su cobijo.
Y desde la tripa lo digo: Asco que me das, amor.
2 comentarios:
Ese balcón está situado en el mero epicentro de tu furia.
Uno tiene dos opciones... o le agarra cariño a la colcha o...
A veces uno ni siquiera piensa en las opciones, simplemente aprietas los cuadritos entre tus dedos, tratando de no pensar en nada mas.
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