viernes, mayo 02, 2008

Borusitas Mi Alegría

De la vida me gustan sus fiestas, aunque sean sólo para cubrir al silencio. Porque también me gusta el silencio. El que es dulce, pacífico, verdadero, la zona de confort donde sola o contigo o contigo me tiendo. Lo demás es otra cosa, quizá vacío, y de eso me desentiendo.

De las esperas me gusta que no necesiten asirse del tiempo. Que no desesperen, que no lleven miedo ni incertidumbre, que no presionen y que en su desapego, al final, en un final que no tiene aviso y sin embargo es claro y es, a la vez, comienzo, encuentren lo mejor, lo perfecto.

De la perfección me gusta lo subjetivo, que cada día es diferente, maravillosa, nueva.

De los encuentros me gustan las tardes frescas, las noches que se vuelven días en los que parece ir toda la vida; las casas que se ofrecen, los caminos que se construyen cuando, por lo mejor, se improvisan, las personas que hacen conmigo todo esto.

De las personas me gustan las que se quedan. Nada más fácil que irse; como la muerte, simplemente ocurre o se comete, sin gracia ni esfuerzo. Hay algunos que se van por circunstancias; después, siempre vuelven. Y de los que parten por pie, de esos, si los vi, ni me acuerdo.

Del futuro me gusta su dulzura, cómo se deja malear para trazar el sendero a un destino que, yo creo, inminente. Cómo nos deja causarnos, en equivocaciones y en aciertos acontecernos. De la justicia me gusta que sea inexorable, el pago y el cobro exacto, sin errores ni vueltos, todo lo merecemos.

Y de escribir me gusta, sobre todo, tener todas las palabras para poder hacerlo, para aprehender la vida, mi vida, cuando quiero, para recordar que estuve de fiesta y no lloré lo perdido. Me gusta creer que la poesía se crea y se trascurre, se observa, y que nada hay más corriente que querer forzarla y pronunciarla. Me gusta saber que yo sólo escribo recuerdos.

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