En el 2007, después de que Mario nos hiciera de su agujerada y verde tarjeta, a Laia se le reveló con claridad que hemos entrado irremediablemente en el mundo del tarjetismo, aquel donde cualquier persona que se presenta, extiende al tiempo un cartoncito con su nombre y su quehacer, respecto al cual deberá recibir las exigencias, atenciones o pleitesías correspondientes.
Con lo aprendido el año pasado (y no me refiero al tarjetismo, sino a las desgracias), y como ya estoy en edad y todavía sigo intentando dejar de ser una dama sin modernidad, entre los propósitos para el 2008 estará hacerme una tarjeta de presentación a repartir todo el año a cuanta persona se deje, en la que se lea sin garigol y con toda determinación:
Graciela Romero
No me chinguen
A ver si funciona.
(Yo también quiero tener de dónde comparar el principio con el final: diciembre dirá.)
1 comentario:
No sé si al comentar en este post esté desoyendo la petición de tu tarjeta.
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