Siempre que estoy afuera, lo cual es casi nunca, para qué te miento, veo a las personas viviendo sus vidas, tan como si nada, y me pregunto qué estarán sintiendo. Si se sentirán como yo (pobres, o qué afortunadas, depende) o de otro modo, sorprendente.
Cuando estás mal, física o emocionalmente, se te trata distinto, mejor, con más consideraciones, al menos, pero tienes que estar muy mal en serio, que se te vea. Si sólo dices que te sientes mal, pero no parece, hay que esperar a que te desmayes y te pegues en la cabeza o, mejor, que te mueras, para que se arme la movilización de que ay cabrón sí estaba mal, ahora sí, qué hacemos. Y ni se te ocurra divertirte, hacer un chascarrillo o comerte una nieve, porque enfermo que come y mea, el diablo que se lo crea.
Lo que estaba pensando es que, ¿por qué necesitamos estar mal, pero de verdad muy muy mal, que se vea, para recibir consideraciones, un trato amable, compasivo?
Volviendo a la gente de la calle, a veces me da envidia, porque veo a ese señor caminando tan tranquilo hacia la tienda y me imagino que, a diferencia de mí, a él no le duele nada, que está perfecto, que lo puede todo, pero yo que sé si sólo está interpretando el papel que nos dieron al nacer, el de persona que aguanta, que sigue adelante, que claro que puede y que no se queja, y en realidad siente que se está muriendo. Luego veo a alguien más, hablando por teléfono, riéndose, y creo que seguro no le tiene miedo a nada, que por eso puede vivir tan tranquila, tan contenta, pero al otro día va y se mata. Porque por fuera nos vemos tan enteras, y luego resulta que no era cierto.
Una amiga con fibromialgia me decía que nunca le cuenta a la gente que le está doliendo algo casi siempre porque, o no le creen, pues la ven ahí, tan viviendo, o podrían creer que sólo está buscando compasión. Pero es que ¿quién no busca compasión? ¿Quién no la necesita? Nos la merecemos. Todas y todes y todos. Todo el tiempo.
No hay cosa que me irrite más que decir que me siento mal (normalmente de cosas de la cabeza, que es mi tema) y que me digan "¡Cómo! ¡Si te vi tan tranquila estos días, yo creí que ya estabas bien!". Uta, pues perdón por no poder sostener mi bienestar 24/7 por el resto de mi vida desde que lo alcancé aquel domingo soleado del 93. Y, además, me ves tan tranquila, pero a veces, por dentro, siento que me estoy muriendo. Y me imagino que así todas las personas, con sus vidas, con sus retos.
Me gusta decirle al internet cómo me siento a cada rato, aunque parezca la loca incongruente que a las 9 am está jijijí jajajá, a las 12 le dio un ataque de pánico y ya no quiere vivir, a las 4 siempre sí vivió y se está comiendo un salpicón bien chabocho, a las 6 extraña muchísimo a su papá muerto, a las 8 se echa sus puntadas en el instagram, a las 9 le duele la cabeza horriblemente por la ansiedad y teme que nunca se le vaya a pasar y a las 12 ya está dormida, como un angelito, para después empezar de nuevo. Pero es que así soy. Así somos. Un estado no anula al otro. Y todos son ciertos. Y el internet entiende. Más o menos.
Me gustaría poder ser también así en la vida, allá afuera. Que todos pudiéramos serlo. Que aceptáramos que nadie está mal ni está bien siempre. Que estamos y ya. Y hacemos lo que podemos con lo que tenemos. Que todos nuestros estados son válidos, reales y dignos de amor. Me gustaría poder decir cómo estoy y saber cómo está la gente. Y poder ser más compasiva. Y que lo fueran conmigo.
Normalicen estar bien. Normalicen estar mal. Normalicen estar las dos cosas a lo largo del día, de la vida. Normalicen decir cómo nos sentimos. Normalicen creernos. Normalicen ser compasivos aunque la persona frente a ti no parezca que se está muriendo. O, de hecho, no se esté muriendo. Normalícenme esta.
Y dime cómo te sientes del 1 al 10. Física y mentalmente. Todo el tiempo.
3 comentarios:
Del 1 al 10 me siento como 6. Muy ojerosa, muy cansada y trabajando un sábado mientras mi familia en las tiendas viendo ropa, pantallas, y cositas aunque no puedan comprar. El chiste es ir a mirar nada más.
Gracias por tus escritos y por decirnos cómo te sientes. Te cuidaremos.
Ahoritita me siento como un 5 físicamente porque ayer salí de fiesta, pero como es cosa que nunca hago y realmente me divertí, emocionalmente me siento como un 8 tirándole a 9.
La vida es un vaivén de emociones, para algunos más que para otros. Ya le agarré el modo a estar dentro del grupo de los que más porque neurodivergente. Así es el cableado de mi cerebro y ni modo.
Se disfruta leerte y conectar.
7
- Queso
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