jueves, enero 28, 2021

Para eso son, pero se piden

Aquí hay una historia que seguramente es la historia de 20 de cada 10 mujeres que tuvieron o siguen teniendo su momento de fiestear. 

No es una denuncia ni algo que cuento porque ya no podía más. Es algo de lo que me acordé en estos días de historias que sí son denuncias y que sí son abusos y que sí tenían que salir ya. 

No es que haga mucha diferencia pero, como el que esté libre de vergüenzas que tire la primera arroba, aclaro que esto no pasó ni en mi etapa de malacopa ni en mi etapa de hornycopa, sino en mi etapa de copa y ya. 

Hace unos años estaba en una fiesta y estaba como solía estar en las fiestas en todas las etapas antes mencionadas: hasta el pito, pero como estaba en la etapa copa y ya, y el amigo que me daba ride a mi casa aún seguía fiesteando por allá, me fui a sentar a un sillón a esperar. Hasta la comodidad de mi sillón llegó un señor al que ni conocía ni recuerdo mucho más y se sentó junto a mí. Normal. Se veía tan hasta el pito como yo. Mi hermano de copa, mi semejante borrachera que agarramos. No pasa nada. Pero pasó que de pronto mi hermano, mi semejante, con el que no había cruzado más que un saludo con la cabeza de "sí, amigo, te puedes sentar, es un sillón libre en un país libre, no volvemos a tomar", estiró un brazo y metió su mano entre el sofá y mis nalgas. WHY. 

Ni me pareció grave ni me sentí vejada, porque se nos había enseñado que son misteriosos los caminos de ligar. Como dicen algunas personas en los internets: "se me ofreció una opción", no la acepté, me paré, le dije a mi amigo que ya nos fuéramos y tan-tan. 

Pero ahora pienso que ese tan-tan no se le debe a la normalidad del evento sino a que eran otros tiempos, tiempos en los que todavía no se hablaba tan abiertamente de que lo común no siempre es lo normal. 


Pienso en qué pasaría si la escena, hasta el punto en que estamos dos desconocidos hasta el pito en un sillón, se me repitiera hoy. Me gusta creer que si el señor procediera a agarrarme las nalgas le mentaría la madre: ¿No te llegó el memo de que eso ya ni es común y menos es normal? O, algo mejor, que él ya sabría que ese no es el proceso razonable para ver si alguien quiere coger contigo, que podrías, no sé, ¿sacarle la plática antes, preguntar? 

Quién sabe quién sea ese señor, quién sabe cómo sea y quién sabe dónde está. Pero sí conozco a muchos otros señores que a pesar de todo lo que se ha hablado, de todo lo que se ha advertido señalado corregido regañado, siguen sosteniendo que cada quien se aproxima a las situaciones sexuales como quiere y puede, que el atrevimiento les gusta a algunas y eso debería validarlo para todas, que como mujer debes hacerte responsable de haber tomado y tener nalgas, que por culpa de las feminazis ya no se puede ni ligar. 

Esto, aquí, no se trata de las tonterías (no los delitos ni los abusos, sino esas cosas que vistas desde acá sólo te hacen sentir un profundo WHY) que hicimos y nos hicieron cuando el mundo era otro y no sabíamos que lo común no era lo normal, sino de algo más.
Se trata de tu novio o tu amigo, el que no es un violador pero en este momento sigue viendo y no ve, el que sigue firme en todo lo que creía sobre las interacciones sexuales hace diez años, hace cinco, hace tres, antier, ese es el que te tiene que preocupar. Si me lo preguntas a mí, ese es del que nos tenemos que alejar.

2 comentarios:

The Coffee Lady dijo...

En los últimos años hemos aprendido tanto que creo que parecemos de otra época; como si en "nuestra época" fuera normal el acoso. A mis 24 y después de pasarme de Bailey's (cosa que ha pasado rara vez en mi vida), el hombre (de entoces 40 años) con el que salía consideró buena idea llevarme a un motel a que "se me bajara". Recuerdo la lucha constante para mantener sus manos lejos de mí, la sensación de impotencia ante su sordera al "NO". Después de que logré llamar a mi mamá para decirle que se me habían pasado los Bailey's y que el cuate en cuestión me llevaría a casa, él dejó de insistir y me dijo "pasaste la prueba, quería ver si te resistías aún estando así". Llegué a casa fastidiada, enojada, sorprendida. Seguí saliendo con él por meses sin llegar jamás a nada; se cansó de insistir. Hoy recuerdo el incidente del motel y pienso en cuántas chicas "no pasaron la prueba", en la desventaja que tenía ante ese hombre y en lo estúpida que fui al dejarlo pasar y seguir como si nada. Si ese incidente hubiera ocurrido el año pasado estoy segura de que lo hubiese hecho público con todo y foto del involucrado. Pero en 2005 no había twitter, no había fb y si había movimientos feministas no los conocía, no sabía que mi incidente era una MEGA BANDERA ROJA. Gracias a Dios ahora tenemos más voz y más conocimiento, sin duda nuestros 20's eran "otros tiempos".

Moka dijo...

Tan somos de otra época que a algunas nos da miedo todavía alzar la voz y quitarnos la sensación de que fue por nuestra culpa :'(