domingo, marzo 18, 2012

happythankyoumoreplease

No sé cuándo me volví una persona despreciable. Todas las personas despreciables. Todas las que yo despreciaba. Las que no ponen atención. Las que no se equivocan. Las que nunca pierden justamente. Las que son centro y, con la vista hacia adentro, jamás miran a su alrededor. Las que deberían ser recordadas aun sin hacer nada. Las que no recuerdan a nadie aunque hayan hecho todo por ellas. Perdón, perdón por todo. Perdón por ser despreciable. Perdón por haberlo sido. No lo vuelvo a ser. Y gracias. Gracias por llegar a mí. Y por permanecer. Y por todo. Gracias. Siempre.

2 comentarios:

solo era un ojo dijo...

Yo nunca quise usar uniforme, ni tener los zapatos pulcros, no sé en que momento la vida se volvió tan infame.

...Mi crisis de los 30 ya parece catástrofe.

diamandina dijo...

Tu crisis de los 30 está en auge como desde los 23, así que no esperaba menos. Ya recuperé la alegría de vivir (en el blog), hay que regresar, ándale, te conmino.