Mientras la roomate hurga en el desastre que ella misma causó buscando unos papeles que todavía no encuentra, yo termino mi café y canto mientras la compongo una canción sobre cómo ya vamos casi dos horas tarde a nuestros respectivos trabajos.
"Hay que prometer que cuando tengamos 30 nos volveremos personas reales", me dice.
Me río. Me despido. Me voy.
No puedo prometer eso. No quiero.
Tal vez madurar no es volverse persona, sino aceptarse como personaje, construirse, aprovecharse.
Prometan que nunca se volverán personas. Que nunca me pedirán que yo lo haga.
Nos necesito como personajes.
2 comentarios:
Es que si no fuésemos alguna vez personajes, nada seria divertido ¿no crees?
Por cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita
<3
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