Tuve en la mano un cuchillito listo para cortar. Yo por eso no-saber, no-hablar, no-estar.
Y de pronto me acordé que estaba bien cansada, y que algo me dolía, y que me estaba quedando sin fuerzas, y que ya no quería, y que ya no podía, y que estaba condenadamente sola.
La palabra más inútil: perdón.
Todavía me queda un deseo, froto la lámpara, choco tres veces mis tacones, yo lo que quiero es irme a dormir para nunca más tener que decir: adiós.
5 comentarios:
Esto está tan triste. Usted tiene facilidad para contagiarme tristezas.
Y siento que comentar en este post es meterme en lo que no me importa.
Pero es que si está(oy) bien triste.
¿Y qué pasó con el cuchillito?
Niche, el cuchillito lo utilicé, eso fue lo malo. Nunca tengas cuchillitos, si ves que te van a dar uno: sal corriendo, ponte a salvo.
Gran, ja, tener un blog es comunicarle a le gente lo que no le importa, así que meterse ahí mismito va muy bien en la onda de los blogs. Y, le explicaré, usted tiene facilidad para ser contagiado de tristezas, qué me echa la culpa a mí?
**tap** **tap**
I just wanna go home
A veces los cuchillos no te los dan... tu los agarras.
Nomas no te vaya a pasar como en Kung-fu Hustle.
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